Después de sus etapas iniciales no resulta fácil ordenar la vorágine creativa de Picasso. Especialmente dentro de su obra gráfica cuantiosa. De esta hemos podido apreciar antes no pocas manifestaciones en nuestro país. El conjunto que ahora nos visita es propiedad de la fundación que lleva su nombre, en el Museo Casa Natal de Málaga. Son 52 láminas en blanco y negro que demuestran la verba exuberante y variada del artista. En ellas se entrecruzan arranques ocasionales de surrealismo y sobre todo de cubismo, aunque esa figuración tan característica del autor predomina ampliamente. Muestran diversas técnicas del grabado, manejadas con oficio supremo y dotadas de un vigor visual inagotable. Para orientar al público, se ha tratado de establecer cierto ordenamiento, a través de cinco temáticas no siempre precisas. Con el fin de clarificar la comprensión del lector, preferimos un comentario de relativo fundamento cronológico. De ese modo, dentro del grupo Desnudos, a la fecha más antigua, 1921, pertenece una serie cuatro litografías -edición de 50 ejemplares cada una-, donde nos conquista la límpida destreza del dibujo, los escorzos estupendos en "El caballero", el tono heroico de "Los luchadores", la quietud plácida de las mujeres en la playa. Similar evocación renacentista posee, diez años posterior, "Mujeres reposando". Todas estas realizaciones se vinculan al período neoclásico del malagueño. "Modelo contemplando un grupo escultórico", de 1933, en cambio, nos trae ese abigarramiento concertante, esa indefinición argumental que caracterizan los ocho aguafuertes del libro -texto e imágenes ejecutados por el propio artista- "El entierro del Conde de Orgaz" (1966-67). Aquí, la saturación de personajes y situaciones teatrales, circenses, mitológicas griegas alcanzan una ambigüedad temática sin relación alguna con el cuadro célebre, pero sí con el manierismo de El Greco. También integrante de "Desnudos", "Danzas", ofrecen una especie de bacanal administrado con gracia formal y un sentido notables del dinamismo corporal. El interesante desarrollo progresivo de tres estados de un grabado nos lo ofrece, entretanto, "Dos mujeres desnudas" (1946). Asimismo heterogéneo, pero ahora con la mujer como protagonista única, "El eterno femenino" (entre 1948 y 1963) incluye la estampa acaso más genial de la exposición. Es el buril sin desbastar, correspondiente a una ilustración del célebre libro de Merimeé. Así, esta "Carmen. Plancha XVIII" (1948) constituye una síntesis lineal perfecta y capaz de alcanzar la expresividad máxima de un rostro humano. Otros trabajos destacados resultan "Composición II" (1949), con su potencia cubista, y el saludo africano que no entrega "Cabeza de mujer con moño" (1953). Por último, los retratos de Françoise y de Jacqueline, esposa por fin, concluyen la exposición que se mostró -¡felicitaciones!- con anterioridad en Valparaíso e Iquique. Cabezas dibujadas de frente los seis retratos de la primera de ellas (1945-1953), además la muestran otras tantas veces sentada en un sillón con abrigo de mangas anchas. Si bien carente de color, mediante este atuendo hasta se evoca a Matisse y al fauvismo. Sin duda hermosos aparecen los cuatro rostros de Jacqueline (1957-58), dispuestos de perfil, y contrarios a la tradición, mirando hacia la derecha. Joven dibujante chileno Galería La Sala inicia la temporada 2016 con un acierto. Se trata de la primera exhibición individual de Sebastián Cobo, un desconocido de 23 años, proveniente de Diseño de la UC. Muy bien dotado para el dibujo, demuestra disciplina en su labor de líneas minuciosas, apoyadas sólidamente por la función reguladora de la geometría. Pero eso no significa frialdad. Al contrario, sabe imprimir calidez a sus bien equilibradas láminas, la mayoría en blanco y negro. Tinta, acrílico, papel resultan los materiales. Si la obra que da comienzo al conjunto -"Construcción y deconstrucción"- aparece más elemental y no libre de tosquedad formal, la serie siguiente, compuesta por seis dibujos finísimos, miniaturas donde las iniciales ese ce constituyen integrantes que sostienen el círculo en cada trabajo, convence con amplitud. También, el manejo de la innata pesadez del negro. Enseguida viene el grupo de cuatro variaciones alrededor de una sola flor. La encabeza la linda "Flor dorada", aunque sus compañeras -se incluye una en rojo- ostentan méritos similares. En el caso de La búsqueda, con su interesante figura segmentada, cabría considerarla dentro del mismo conjunto. Igual tema desplegado en una lámina como serie de 60 integrantes pierde atractivo, pese a ser visualmente impecable. Un único trabajo se halla vertido en tela, "Luna", cuyos breves trazos curvos adquieren aspecto de entraña vegetal. Por supuesto, asimismo destaca un asunto diferente, "María III", cuyos firmes anudados de apariencia textil se despliegan alrededor de un oportuno círculo vacío. Picasso, amor y deseo De Pablo Picasso Lugar: Centro de Extensión UC Fecha: Hasta el 30 de abril Pensamiento en detalle Del promisorio y joven dibujante Sebastián Cobo Lugar: Galería La Sala Fecha: Hasta el 29 de marzo