Ayer se realizaron los funerales de Francisco Fluxá Ginart, presidente de la Asociación Central de Fútbol (la actual ANFP) entre 1973 y 1974, fallecido a los 82 años. Fluxá llegó a la presidencia de la ACF en reemplazo de Nicolás Abumohor. Eran tiempos agitados en todos los sentidos. En la selección, por ejemplo, dio un golpe de timón para reemplazar a Rudi Gutendorf -un alemán trotamundos que convocó a la mitad de los futbolistas chilenos- por Luis Álamos, a pocas semanas de las clasificatorias frente a Perú, tomando como base al Colo Colo '73. Fluxá batalló por repatriar a Elías Figueroa, Alberto Quintano y Carlos Reinoso, con los cuales la Roja clasificaría a un repechaje ante Unión Soviética. Los compromisos se cumplen Luego del golpe de estado, en sus manos quedaron determinaciones importantes. Luchó por cumplir el compromiso clasificatorio y el primer avión que despegó de Pudahuel tras el 11 de septiembre transportó a la Roja rumbo a México, para la gira que culminaría con el empate 0-0 con los rusos en el Estadio Lenin. Fluxá desoyó las voces que pedían no presentarse al juego. En el partido de vuelta quedó atrapado por las circunstancias. Debió recibir -junto a las autoridades militares- a la delegación de la FIFA y la Cruz Roja, que vinieron a inspeccionar el Estadio Nacional, entonces convertido en campo de concentración. La liviana revisión permitió habilitar el recinto para el duelo de revancha contra los soviéticos, que finalmente no se presentaron. Las gestiones que realizó Fluxá con el entonces presidente de la FIFA, el británico Stanley Rous, fueron fundamentales para asegurar la clasificación chilena al Mundial de 1974, instancia que fue sometida a votación del Comité Ejecutivo del Organismo. Encerrarse en Alemania Las críticas de los exiliados chilenos en Europa y las presiones de los gobiernos contra la dictadura de Pinochet convirtieron la participación chilena en el Mundial en una complicación extrema, sobre todo por los temores de los alemanes a que se repitieran los hechos de sangre que enlutaron los JJ.OO. de Munich en 1972. Fluxá enfrentó presiones internas y externas, y la selección, comandada por un enfermo "Zorro" Álamos, se recluyó en Berlín y se sometió a todas las órdenes locales. A finales de 1974, Fluxá decidió que su reemplazante en la ACF sería el almirante Carlos Chubretovic. Sin embargo, la influencia desde el gobierno fue creciendo, en la antesala de dos hechos claves: la irrupción de la Polla Gol, un sistema de apuestas que garantizaba grandes cantidades de dinero para los clubes, y la soñada intervención de Colo Colo, que daría paso a la llegada de los grupos económicos a la actividad. Dada esa coyuntura, el empresario de origen español consideró que los tiempos requerían de otros liderazgos. Pero, sorpresivamente -como consigna Daniel Matamala en su libro "Goles y autogoles"- la figura de otro uniformado irrumpiría para quedarse con el poder. El general Eduardo Gordon Cañas lo sucedería con la tarea de "ordenar y modernizar el fútbol chileno y clasificar para el próximo Mundial". La aventura del grupo BHC en los albos duró poco y terminó mal. La Roja -al mando de Caupolicán Peña- quedó eliminada del Mundial de Argentina. Gordon se fue en 1979, cuando estalló el escándalo de la falsificación de pasaportes de una Sub 20 en Paysandú, donde su técnico, Pedro García, y varios de sus jugadores, incluyendo al "Cóndor" Rojas, terminarían en la cárcel sin que ningún dirigente fuera procesado. Pero Francisco Fluxá ya miraba todo desde lejos.