Dólar Obs: $ 897,11 | -0,49% IPSA -0,25%
Fondos Mutuos
UF: 37.354,68
IPC: 0,50%
Relato Vivió entre 1872 y 1896 en la zona

William H. Greenwood: Crónicas de un baqueano británico en la Patagonia del siglo XIX

domingo, 07 de febrero de 2016

María Soledad Ramírez R.
Historia
El Mercurio

Aventurero, audaz y amante de la naturaleza, Greenwood, conocido como "Don Guillermo", vivió 24 años en la zona, tomando apuntes de su azarosa vida. Publicados como crónicas en 1901, nunca más se supo de ellas, hasta que los investigadores Gladys Grace-Paz y Duncan Campbell las encontraron en un archivo universitario. Ahora las publican y son una rica fuente histórica.



Tenía solo 22 años cuando decidió aventurarse por las tierras del fin del mundo. William H. Greenwood, hijo de un pastor inglés, nacido en 1849 en Essex, viajó a Argentina y luego a Punta Arenas, llamada simplemente La Colonia en esa época, hacia 1872, y el bote que lo desembarcó frente a la costa austral de Chile naufragó en esa pequeña travesía. Acogido por el gobernador Oscar Viel esa primera noche, sin ropas ni maletas, Greenwood no se amilanó frente al poco amable inicio de su nueva vida: venía a hacer dinero, a aventurarse por el Nuevo Mundo, en un territorio que por esos años casi no había sido explorado.

Pasó 24 años en esas tierras, hasta que regresó a su Inglaterra natal, en 1896. Se casó, volvió por corto tiempo en 1900, regresó a su país y ahí vivió sus últimos 22 años de vida, como un jubilado, pensando en publicar un libro con sus apuntes recogidos minuciosamente en la Patagonia y publicados en crónicas aparecidas en un periódico de la época. No lo logró, murió en 1923.

Su pasó por Chile no fue del todo olvidado. Hoy existe el paso fronterizo Río Don Guillermo, cerca de Torres del Paine, además de un río. Pocos saben a quién se debe ese nombre.

Es esta historia de un personaje casi mítico, de la que se tenían pocos datos, la que motivó a los investigadores de la presencia británica en la Patagonia, Gladys G. Grace-Paz y Duncan Campbell, a rastrear y buscar los escritos de William H. Greenwood. El fruto de esa investigación acaba de publicarse en el libro "Patagonia Bravía. Naturaleza, vida y aventuras. Memorias originales del baqueano William H. Greenwood", una recopilación de 59 artículos, escritos por Greenwood y publicados en el diario inglés The Standard de Buenos Aires, en 1901, de los que no se tenía ninguna noticia concreta.

Con un estudio preliminar del premio Nacional de Historia Mateo Martinic, además de mapas de los lugares que recorrió Greenwood, referencias biográficas a personajes históricos, nomenclatura de la flora y fauna mencionadas en el texto, el libro "se incorpora de ahora en más con mérito suficiente al elenco de las obras clásicas sobre la vieja y entrañable Patagonia austral", al decir de Martinic en su introducción.

Grace-Paz y Campbell no solo encontraron los textos, sino que también tradujeron los escritos al español para publicar su obra en ambos idiomas, con ilustraciones que amenizan la lectura, emulando los textos del siglo XIX .

Greenwood el baqueano

"Este fue el último toro salvaje que vi en la Patagonia, pero no me cabe duda de que -en alguna parte de las montañas- todavía hay grandes manadas de ganado que, si no han sido descubiertas todavía, lo serán sin duda cuando la civilización avance", escribe Greenwood en una de sus crónicas, una de las tantas descripciones que hace del paisaje, los animales y la vegetación que lo rodeaba en sus periplos.

El inglés llegó a Punta Arenas y se instaló primero con un almacén, pensión y bar. Tuvo poca fortuna y a los dos años ya estaba quebrado. Eso bastó para tomar la decisión de vivir libremente recorriendo el interior del territorio. Se movió entre lo que hoy es la provincia de Última Esperanza y el Valle de Santa Cruz o Lago Argentino, al otro lado de la cordillera. Se asoció con el baqueano más reputado de la época, Santiago Zamora, del cual aprendió cómo sobrevivir en estos territorios, y pasaron cerca de 10 años juntos, cazando guanacos y avestruces, haciendo negocios con sus pieles y con los caballos baguales (salvajes), que podían atrapar; viviendo de lo que cazaban en refugios construidos donde se les viniera en gana.

Tras años en eso, su amigo Henry Reynard lo convenció de dejar esa vida y establecerse con una estancia de ovejas en Cañadón de las Vacas, lado argentino, donde pasó otros buenos años, antes de enfermarse y volver a Inglaterra. Greenwood quedó en el recuerdo como "Don Guillermo".

"Después de haber leído, transcrito, editado y traducido sus memorias, Greenwood ha llegado a ser como nuestro amigo o nuestro pariente. Es un personaje multifacético, dotado de gran capacidad de observación y apreciación por las personas y la naturaleza. Es pragmático y creativo a la vez; aguzó su sentido de supervivencia y disfrutó la libertad de la Patagonia bravía (entre 1870 y pasado 1890), antes del establecimiento formal de la ganadería ovina", señala Gladys Grace-Paz. "De familia culta y de gran tradición religiosa, Greenwood conservó los lineamientos que le fueron dados en su juventud: es generoso y compasivo; sus textos demuestran su candor, su humor y su amor por personas, animales y naturaleza en general", agrega y Duncan Campbell lo resume: "Optimista, autosuficiente, emprendedor, sociable (por lo menos con las personas que respeta), ilustrado, bueno para la conversación, gran conocedor de su entorno".

Sus descripciones revelan esa Patagonia originaria de la que hoy solo quedan trazas. "Es difícil especificar dónde se originó el stock de animales, fundador de la raza de caballos salvajes llamados baguales; tampoco es fácil dar cuenta de la presencia de tal cantidad de ellos, en todos los faldeos precordilleranos", relata sobre los famosos y admirados caballos patagónicos, que hoy sobreviven en algunos especímenes considerados "casi" baguales.

Muy interesante resultan los relatos sobre los indígenas de la zona. "Diez años atrás -sin contar con el establecimiento misionero de Ushuaia-, Tierra del Fuego era un desierto ocupado por aborígenes y animales salvajes. Ahora, está repleta de prósperos pobladores... Sin embargo, los indios son, y han sido, terriblemente molestos, en ocasiones llevándose rebaños completos de ovejas, cortando los alambres, etc.", escribe Greenwood, haciéndose eco de la visión que se tenía de los pueblos originarios en esa época. Pero Greenwood añade que, a pesar de esto, "no cree que los indios sean tan malos como los pintan", "desde mi punto de vista, compadezco a los pobres indios. Debe haber sido verdaderamente difícil para estos pobres seres ver cómo perdían poco a poco el país en que nacieron y se criaron (que naturalmente consideraban como enteramente suyo)".

También reconoce las atrocidades que cometieron los recién llegados con los pueblos originarios, asesinando mujeres y niños, y ensañándose en el castigo. Greenwood hace mención especial a los tehuelches, a quienes les concede no ser tan "molestos", y cuenta que llevan tiempo comerciando con los colonos; admira también el cariño que les tienen a sus niños, sus habilidades sobre el caballo y con las boleadoras, y describe alguno de sus rituales y cómo cazan avestruces.

Valor de la obra

"La autenticidad, variedad y originalidad de las crónicas son indiscutibles. Este hombre cuenta lo que él vivió por décadas en la Patagonia, no fue solo un viaje, como el de Lady Dixie -autora del interesante libro 'A través de la Patagonia'-, o una experiencia de un año con los habitantes originarios (como el de George Musters, en 'Vida entre los patagones'), ni tampoco una expedición oficial de gobierno (como los informes del chileno Tomás Rogers o el argentino Del Castillo, entre otros). Greenwood cuenta detalles y hasta episodios similares a los de algunos de estos autores, pero el rango de las cosas que describe es superior, aun cuando sus memorias sean también selectivas. Encontramos 59 artículos de prensa, pero en realidad correspondían como a 20 o 21 temas específicos", explica Grace-Paz, sobre el valor del trabajo realizado por el aventurero inglés.

Campbell agrega que, en general, las fuentes de estudio sobre el desarrollo de la Patagonia provienen de visitantes "en tránsito", documentos oficiales e investigaciones encargadas por empresas destacadas de la zona, pero "lo que apenas se encuentra es la historia social, es decir, la vida en familia, las relaciones entre vecinos, el pequeño comercio y la perspectiva del pueblo común. Sobre la vida en el interior patagónico (los baqueanos), no se sabe de otro relato original. De ahí la gran importancia histórica de los textos de Greenwood. No hay otro cronista con la variedad y profundidad de experiencia de él. Antes, solo se adivinaba cómo vivían los baqueanos; ahora, se lo sabe con bastante precisión".

De hecho, el trabajo de Greenwood aporta material sobre sucesos relevantes: el primer avistamiento documentado del Salto Grande del Paine, la presencia de habitantes originarios en las cercanías del Paine, la fidedigna descripción de la erupción del Volcán de los Gigantes (actual volcán Lautaro) y sus consecuencias en la Patagonia argentina.

También, "los detalles biográficos que aporta sobre otro gran baqueano, Santiago Zamora, su mentor, eran totalmente desconocidos, así como información sobre el ladrón de caballos, Ascencio Brunel. En estos casos y varios otros, la riqueza del material provisto por Greenwood va a requerir que se corrija información reproducida en libros y artículos más antiguos, 'pre-Greenwood'", señala Grace-Paz.

¿Existen otros aventureros o personajes de la época que dejaran diarios de vida o notas tan profundas? "En realidad, de lo que hemos aprendido, Greenwood es el único baqueano del que se tiene memorias escritas. Por "baqueano" -el término está vigente aún en la Patagonia- se entendía un buen jinete, gran conocedor del entorno natural y experto guía. No se requería educación académica formal. Y es en ese aspecto que 'Don Guillermo' destaca nuevamente: él es un baqueano ilustrado, cuyo amor por los libros se hace patente también en sus escritos, que incluye citas a Dickens y Mark Twain, autores populares de la época", responde Gladys Grace-Paz.

 Imprimir Noticia  Enviar Noticia