Dólar Obs: $ 922,00 | -0,97% IPSA -0,25%
Fondos Mutuos
UF: 37.312,63
IPC: 0,50%


El relato triste del cantagoles

sábado, 09 de enero de 2016

Por Estela Cabezas A. Fotos Sergio López I.
Reportaje
El Mercurio

Mientras atraviesa un renacimiento profesional, el relator deportivo y ex alcalde de Punta Arenas Vladimiro Mimica enfrenta uno de los peores momentos de su vida. Hace un mes su hija Tania murió a causa de una enfermedad genética. "Es lo más duro que me ha tocado en la vida. No hay nada que se pueda comparar, nada que yo te pueda explicar", dice.



-Cuando hablo con la gente digo "no me voy a quebrar", pero me pasa que lloro. De repente uno se cree lo suficientemente fuerte, pero no es así.

Vladimiro Mimica, 70 años, está sentado en un café de calle Colón, a algunas cuadras de Chilefilms, donde todos los días graba el programa En el nombre del fútbol, que transmite el CDF y su voz se quiebra al hablar. Hace solo un mes, el 9 de diciembre pasado, su hija menor, Tania, murió a los 19 años a causa del síndrome de Prader-Willi: una enfermedad genética que afecta a 1 de cada 25 mil recién nacidos, y que se caracteriza por un apetito insaciable que conduce a una obesidad mórbida, entre otras complicaciones médicas.

-Ella era una niña plena, inteligente, pero era una niña distinta. Yo me di cuenta cuando nació de que era distinta -dice mientras recuerda su historia-. Es lo más duro que me ha tocado en la vida. No hay nada que se pueda comparar, nada que yo te pueda explicar. ¿Dónde me duele? Me duele todo.
 
Política y fútbol

Vladimiro Mimica nació en Punta Arenas y, con 23 años, partió a Santiago después de haberle prometido a su papá que estudiaría educación física. Sin embargo, llegó a pedir trabajo como relator deportivo a la radio Cooperativa.

-He vivido más en Santiago que en Punta Arenas, pero allá está mi corazón -dice con un suave acento argentino.

Mimica relató su primer partido en la radio cuando tenía 10 años. Fue en un concurso: él tenía que cantar, pero se quedó sin repertorio, entonces ofreció relatar un partido. Les gustó tanto que comenzó a narrar los partidos de niños todas las semanas.

Su militancia política -perteneció al Partido Socialista- se inició en Punta Arenas antes de venirse a Santiago.

-Tuve muchas oportunidades de compartir con Allende, él era senador por mi región, recorrimos kilómetros por toda la Patagonia.

En 1973 lo tomaron detenido y después de estar un mes en el Estadio Nacional partió a Buenos Aires, donde trabajó como vendedor viajero. Volvió a Chile al año siguiente.

Su época de oro como relator empezó con la campaña de Colo Colo 73, luego vino la clasificación de Chile al Mundial de España en 1982 y el remate fue la campaña de Colo Colo en la Copa Libertadores de 1991. Su voz y muchas de sus frases -como "tuya mía, para ti, para mí"-, ahora están en el inconsciente colectivo de varias generaciones.

Pero en 2007 decidió dejar la radio -su último partido fue un Everton-Colo Colo, a mediados de 2008- para incursionar en una carrera política.

Cuenta que en la víspera de Navidad de ese año, cuando iba en un avión rumbo a Punta Arenas, se encontró con el senador independiente Carlos Bianchi. Él le dijo que se postulara a alcalde de esa ciudad. Vladimiro Mimica le pidió un mes para pensarlo. Y aceptó.

-¿Por qué decidió ser alcalde de Punta Arenas?

-Porque en el periodismo ya lo había hecho todo.

Estuvo tres años y medio en el cargo y, a fines de 2012, dejó la alcaldía con la idea de presentarse a senador. Pero el Partido Socialista, en el que había dejado de militar en 1987, tenía otros candidatos y decidió no hacer primarias. Así, alejado de la política, regresó a Santiago con su familia, y aceptó una oferta para trabajar en el Canal del Fútbol y en la radio de la Universidad de Chile.

La llegada de Tania

Vladimiro Mimica y Mimy Guerrero se conocieron en 1979.

-A mi señora la conocí un día domingo mientras me hacía el almuerzo. Milton Millas llegó con ella y me la presentó. Me dijo "esta cabra es para ti porque es comunista como tú". Milton ha sido de derecha toda su vida, yo lo quiero mucho, más si me presentó a esta niña de ojos maravillosos.

Pololearon siete meses y se casaron. Al poco tiempo tuvieron a Vladimiro y luego a Andro. A Mimy Guerrero le pareció que ya era suficiente. Pero nueve años después de su último hijo, el relator deportivo quiso tener otro.

Cuenta que coincidieron en unas vacaciones con Alfredo Lamadrid. Él tenía dos hijos mayores, igual que los Mimica Guerrero, y una guagua, llamada Benjamín. Lamadrid se veía muy feliz con su hijo, y Mimica se entusiasmó. Su señora no quería, le costó convencerla.

El relator dice que su hija fue largamente anhelada, pero que en la última etapa del embarazo  les dijeron que la guagua se movía poco. Luego vino el parto.

-Yo había estado en el parto de mis dos hijos y al tiro me di cuenta de que el de Tania era distinto. Primero, al nacer no lloró. Y cuando llega la matrona a lavarla y limpiarla, yo voy con ella, y en el primer examen médico, ahí mismo, la pediatra empieza a auscultar, y me muestra un dedito. Tenía un dedito de más, en un pie tenía seis dedos.

No le dijo nada a su señora, solo al segundo día se lo comentó. Después de los exámenes, el diagnóstico fue lapidario: su hija tenía el síndrome de Prader-Willi, una enfermedad que no está cubierta por el Plan Auge.

Entonces, Mimica le preguntó a la doctora.

-¿Cuánta vida tiene un niño con Prader-Willi?

-Bueno, hay niños que se mueren a los 14 años, otros a los 20, y hay gente que vive hasta los 60 años -fue la respuesta.

Vladimiro Mimica cuenta que los problemas de salud de su hija no marcaron ninguna diferencia en su vida. Que era una niña que se relacionaba con el mundo a su manera, y que así era muy querida.

Desde siempre la llevó al estadio y a la radio.

-Iba conmigo a todos lados. Me acompañaba incluso a la televisión, era futbolera, colocolina. Le gustaba ir a ver a sus primas jugar en ligas de fútbol femeninas amateur. Se metía en la cancha a alegarle al árbitro.

Tenían un perro al que ella llamó Gol. Con él salían a caminar en las tardes.

Dice que era intensa, que cuando se enojaba era terrible, que se enamoró y sufrió como lo hacen las adolescentes.

Cuenta que una vez hubo un festival de cine en Punta Arenas al que fue el actor Cristián Arriagada. Ella estaba enamorada de él. Lo único que le pidió Tania a su padre fue poder sacarse una foto. Él le dijo que después de la película, pero el actor se fue antes de que terminara.

-Ella tenía un problema: no filtraba lo que decía, entonces, con el teatro lleno, me dejó la escoba. Me gritó de todo, desde alcalde conch... hasta "quiero que la gente sepa que este alcalde no tiene palabra, que le miente a su hija" -recuerda entre risas.

Vladimiro Mimica cuenta que Tania fue un personaje en Punta Arenas, que la querían en las juntas de vecino, en los clubes deportivos, en las canchas. Que no pasó inadvertida.

-Primero te llamaba la atención verla físicamente: era gordita, chiquitita, de ojos grandes, pero luego te llamaba la atención ella. Nosotros nos sentíamos muy orgullosos de la Tania en todo lugar, en cualquier circunstancia.

El gran problema que tenía era la necesidad de comer. De hecho, durante varios períodos manejaron el refrigerador vacío para que ella no comiera. Pero esa determinación no era fácil.

Cuando Mimica ya era alcalde, ella estuvo hospitalizada un mes en Punta Arenas. Cuenta que el psiquiatra le dijo a su señora: "Tienes que evaluar que la Tania se muera de pena o producto de la obesidad, con todo lo que eso significa".

-Entonces, claro, yo en varias oportunidades también decía "no, la Tania no puede comer", pero después hablábamos con mi señora y decíamos "ella es una niña distinta, se sabe distinta, con todo lo que eso conlleva, y le vamos a hacer infeliz cuando ella es feliz comiendo". Sabíamos que no se iba a quedar con nosotros mucho tiempo.

Vladimiro Mimica se detiene, piensa y dice:

-Ella se levantaba a las tres, a las cuatro de la mañana a cocinar. Pero después también le vas a prohibir todo, la vas a hacer infeliz absolutamente, y se va a morir igual.

Las crisis

Vladimiro Mimica cuenta que hasta hace cinco meses su hija hacía una vida relativamente normal. Que incluso se quedaba sola en la casa y se cocinaba. Pero su cuerpo empezó a fallar.

-Ahí comenzó a oxigenarse menos, se le puso la carita azul. Le costaba caminar, al principio lo hacía, pero de a poco fue menos. Ya en el último tiempo casi no se levantaba. Los últimos 20 días estuvo en cama y con oxígeno.

Cuando la salud de Tania había empeorado, el médico les dijo que el desenlace vendría pronto. Hablaron mucho como familia, se repartieron las tareas.

El 7 de diciembre, dos días antes de su muerte, Tania se despertó bien. Llevaba varios días comunicándose menos, en que estaba menos atenta, pero ese día fue distinto. Conversó con dos amigas de su madre durante más de una hora.

-Volvió a tener sus ojos celestes, maravillosos. Se le fue el color moradito de la cara, quedó otra vez rosadita. Y habló, y habló, del cielo, de que se iba a encontrar con sus tatas en la otra vida, y que le explicaran cómo era el cielo. Pidió tomar once con todos, estaban sus primas, mi hermana, su mamá, sus hermanos, su cuñada. Habló todo con una alegría tremenda. Había un pie de limón, tú no sabes cómo se lo devoró, fue una cosa increíble; hubiera sido criminal decirle "no comas tanto".

Después de una hora dijo "estoy cansada, llévenme a la cama". Al otro día se levantó y pidió que llamaran al médico porque se sentía mal. Su madre le dio un remedio que le recetó la psiquiatra para que pudiera dormir y descansar.

-Se tomó esa pastillita, se fue a dormir como a las cuatro de la tarde y no se despertó más.

Tania Mimica falleció 12 horas más tarde.

-Con la Tania no quedé con pendientes. Nos dijimos todo, le dije lo profundamente que la amé, y ella también. Me hubiera gustado hacer más cosas con ella, haberla tenido por más tiempo. Pero  dije todo lo que tenía que decirle, le hice todos los cariños, le di todos los besos. Y nos sentimos profundamente orgullosos de ella.

Pero esa tranquilidad no aminora en nada la pena que, a un mes de la partida de su hija, siente.

Vladimiro Mimica dice que se ha refugiado en la religión, aunque ha pasado por períodos de rebeldía.

-Soy católico, pero con bastantes dudas. Como le dije al cura, la fe te tambalea con situaciones como esta. Pero por otro lado, yo tenía tantas ansias, tantos deseos de tener un nuevo hijo y Él me la dio. Ahora yo quiero pensar que ella está bien, que está feliz, que no tiene dolores, que no se cansa. Quiero creer que es así.

Futuro en Magallanes

Vladimiro Mimica trabaja desde hace dos años en el Canal del Fútbol, pero hoy piensa que tal vez es hora de volver al lugar donde nació.

-En lo profesional, como dicen mis compañeros, estoy viviendo una nueva primavera. Mi llegada al CDF ha sido muy buena. Al comienzo tuve muchas dudas, porque me encontré con una televisión totalmente distinta. Cronológicamente estoy en el invierno de la vida, pero de verdad que todavía me siento en la primavera -dice.

Pero su esposa y su hija siempre hablaron de la posibilidad de volver a Punta Arenas para estar cerca del primer nieto que nacerá a mediados de enero.

-La Tania no alcanzó, pero mi señora quiere hacer eso que había pensado con su hija. De hecho, ella ya tiene actividad laboral en Punta Arenas a partir de marzo. Yo no me voy a ir inmediatamente, pero estoy pensando hacerlo en invierno.

No ha sido fácil tomar una decisión para él.

-Pero creo que tengo que hacerlo. Yo tengo una profunda admiración por mi mujer. Ella hizo de todo, fue la mamá, el papá, el gásfiter de la casa, la electricista. Cuando yo estaba en la plenitud en los medios, en la cresta de la ola, cuando estaba con una maleta permanentemente viajando por el mundo, saliendo a regiones, ella estuvo ahí. Luego vino el período de alcalde, que fue muy duro. Y ella siempre con la Tania.

-Llevan 35 años juntos y su mujer, por primera vez, le pide que usted la siga.

-Así es. Y yo me encuentro placenteramente trabajando, muy contento, pero no puedo ser tan egoísta.

Tania Mimica fue incinerada. La familia decidió que sus cenizas se repartirían entre Santiago, Pichilemu, donde ella veraneaba, y Punta Arenas, ciudad que la familia espera visitar en febrero próximo.

Vladimiro Mimica dice:

-Así se cerrará el ciclo, el más duro de mi vida.

"Ella era  una niña plena, inteligente, pero era una niña distinta. Yo me di cuenta cuando nació de que era distinta"

"Con Tania no quedé con pendientes. Dije todo lo que tenía que decirle, le hice todos los cariños, le di todos los besos"

 Imprimir Noticia  Enviar Noticia