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Reflexiones de fin de año:

Para frenar lo rápido que pasa el tiempo solo hay que detenerse y observar

jueves, 24 de diciembre de 2015

Andrea Manuschevich
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio

Vivir pendiente de los logros y las metas hace que las personas se olviden de disfrutar del momento presente, de lo cotidiano, que puede ser enormemente significativo.



"Al menos para mí, cada año pasa más rápido. Sobre todo la segunda mitad, ya que entre el 18 de septiembre y Navidad es como si hubiera pasado un solo mes", cuenta Alicia Valenzuela (36). "Uno también se da cuenta de esto cuando llega el viernes y piensas 'qué rico, fin de semana', pero sientes que el anterior fue ayer y ni te diste cuenta de cómo pasó la semana por la cantidad de cosas que tienes que hacer".

Sebastián Hidalgo (28) reconoce que las últimas semanas ha estado pensando acerca de cómo ha sido este año. "En general se ha pasado rápido, salvo en la mitad, que fue un período más latero y angustiante. Pero hoy pasa volando, hay muchas cosas de pega, eventos y compromisos y es difícil tener un día libre para echarse, dormir y no hacer nada".

Como ellos, son muchos los que perciben que el tiempo pasa muy rápido, que no les da tiempo de reaccionar. Por lo mismo, en estos días es común escuchar frases como. "¡Y ya es Navidad¡" o "¡No puedo creer que terminó 2015!".

Esa sensación no se trata de algo anecdótico, afirma Diego Cosmelli, académico de la Escuela de Psicología UC e investigador asociado del Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad (MIDAP). "En general, todos tienen esta sensación de que pasa rápido el tiempo, pero varía con la edad", afirma Cosmelli.

Según explica, se han realizado estudios en los que se les pide a personas en distintas etapas de la vida asociar el tiempo a metáforas. "Los jóvenes lo describían como un océano calmo y los adultos como un tren que viaja velozmente", agrega el investigador.

Esto también tiene que ver con que los jóvenes suelen hacer más cosas nuevas, como un primer viaje o una primera cita. En la adultez, en cambio, todo se vuelve más repetitivo, por lo que, a largo plazo, al mirar atrás, parece que el tiempo hubiera pasado más rápido.

Salir de uno mismo

"El deseo que uno tiene es que el tiempo pase más lento, pero eso depende de cómo es mi vida. Si durante el año han habido muchos sucesos significativos e interesantes, este se percibe como más lento. Si ha sido monótono y rutinario, parece que hubiera pasado más rápido", explica Salomón Magendzo, psicólogo de Clínica Las Condes.

"Nuestra falencia es no vivir el tiempo presente", opina Teresa Quintana, académica de la Escuela de Psicología de la Universidad Adolfo Ibáñez. "Estamos muy orientados a la consecución de logros y metas, y perdemos la perspectiva del ahora. Lo pasamos bien, pero no nos detenemos y estamos pensando siempre en el momento que vendrá".

Aprender a detenerse es la clave para enlentecer esta vorágine. "Hay que tomar conciencia, involucrarse y disfrutar el momento actual, una práctica que hemos ido perdiendo. Llenamos la necesidad de plenitud con eventos y nos olvidamos de la vivencia plena y de la experiencia", dice Quintana.

Aprender a observar y ser perceptivo es el consejo de Magendzo. "Uno debe salirse de uno mismo y mirar hacia fuera, ver lo que está pasando. Hay que tener una cierta curiosidad, ya que si uno no observa, todo le parece igual, cuando en realidad no lo es".

Prestar atención y no hacer las cosas por defecto permite darse cuenta de lo significativos que pueden ser los momentos cotidianos, dice Cosmelli. "Estamos metidos en una cultura donde el resultado inmediato es muy valorado y el tiempo de ocio, para distraerse y descansar, está muy subvalorado. Eso hay que recuperarlo".

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