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Riesgos políticos desplazan a crisis económica:

Otro año mediocre para Europa

sábado, 19 de diciembre de 2015

Marcela Vélez-Plickert
Economía y Negocios
El Mercurio

La política expansiva del Banco Central Europeo sería el único posible salvavidas para la región. Pero, ¿será suficiente?



Un tercer año de recuperación económica sostenida, pero más bien pobre, es lo que espera a la Unión Europea, especialmente a su Eurozona. La tendencia, que comenzó a tomar fuerza a inicios de 2015, se fue deteriorando rápidamente hacia el tercer trimestre, producto de la crisis en los mercados emergentes y el consecuente deterioro del escenario global y la desaceleración de la demanda por las exportaciones europeas.

Para los expertos de Capital Economics, el impulso inicial estuvo dado por el fortalecimiento del dólar frente al euro, lo que dio una ventaja competitiva a la industria de la región, especialmente a Alemania. A esto se sumó el impacto que supuso la caída del precio del petróleo y la energía en la confianza de los consumidores. Pero ambos factores, afirman, han perdido fuerza los últimos meses y así seguirá el próximo año.

La Comisión Europea advierte que, al mismo tiempo, han surgido otras amenazas que han ensombrecido el escenario. Uno de los principales riesgos es que la crisis de los mercados emergentes, especialmente de China, se agrave, desacelerando aún más la demanda y el comercio global. Sin embargo, la comisión espera que continúe la recuperación del consumo privado y la inversión. Su pronóstico es que la Eurozona crecerá 1,8% el próximo año, dos décimas más que en 2015. Para la Unión Europea como un todo, se prevé una expansión de 2% en 2016, una décima más que en 2015.

Los analistas coinciden en que se espera un repunte de la inversión y una política fiscal más laxa, debido a que la ola migratoria obligará a responder con obras en vivienda y ampliación de los sistemas sociales.

El repunte, en todo caso, será breve. El Fondo Monetario Internacional estima que 2016 será el año en que la tasa de expansión toque techo, manteniéndose en el mismo nivel por, al menos, otros cinco años. El estancamiento es producto del retraso en la aplicación de reformas estructurales en varios países de la región. Irlanda y España, que adoptaron rápidamente agendas de reformas al mercado laboral y financiero, entre otras, han experimentado una reactivación más marcada, logrando moderar y hasta reducir el desempleo. De hecho, el FMI proyecta que el desempleo bajará dos puntos porcentuales en España el próximo año, de 21,8% a 19,8%; mientras en Irlanda bajaría de 9,5% a 8,5%. En cambio, en Francia e Italia, cuyos gobiernos recién han comenzado a aplicar el paquete de reformas esperado, se mantendrán prácticamente en el rango actual de 12% y 10%, respectivamente.

Este año, y sobre todo en los últimos dos meses, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, ha sido insistente en recordar a los miembros de la Eurozona que no pueden depender del estímulo monetario y que, para reducir el desempleo, que en la región seguirá sobre el 10% en 2016, es necesario implementar reformas que impulsen la productividad, así como mayor inversión en infraestructura.

Sin embargo, el panorama para las reformas no es promisorio. Si bien los analistas de Deutsche Bank esperan algún avance el próximo año, la proximidad de las elecciones para cambios de gobierno en Holanda, Alemania, Francia, y posiblemente Italia, paralizarán la agenda hacia 2017 debido a las campañas políticas. Esto provocará que la Eurozona se vuelva a desacelerar en 2017, para cuando también se prevé que el BCE ponga fin a su plan de estímulo.

De la mano del BCE

De hecho, de no ser por el BCE y su decisión de mantener una política monetaria expansiva, el escenario sería muy distinto para Europa. El BCE está dispuesto a blindar a la Eurozona y, por primera vez desde 1994, adoptará una política monetaria en dirección contraria a la Reserva Federal. La apuesta es seguir llenando de liquidez el mercado -con las compras de bonos por 60 mil millones de euros mensuales al menos hasta marzo 2017, y tasas negativas de depósitos a los bancos- para presionar por una depreciación del euro ante un dólar fortalecido por el inicio del aumento de tasas en Estados Unidos.

Para Citibank, el euro se depreciará hasta llegar a la paridad con el dólar en el primer trimestre del año. Deutsche Bank coincide con el diagnóstico, pero advierte que a medida que el mercado se ajuste a la nueva política monetaria de la Reserva Federal, la paridad debería comenzar a revertirse, y el euro a fortalecerse frente al dólar hacia la segunda mitad del año; lo que llevará a una moderación del ritmo de recuperación de la economía. "Contrario a lo que parece creer el mercado, consideramos que el euro está por tocar fondo y debería volver a fortalecerse en la segunda mitad de 2016... Su debilidad es producto del estímulo del BCE, pero la historia enseña que este efecto no es duradero", agrega Erik Nielsen, economista jefe de UniCredit.

Según Nielsen, el euro repuntará, además, a consecuencia de los flujos que llegarán a la región en busca de acciones baratas. La promesa del BCE de "hacer lo que sea necesario" para defender el euro es suficiente para atraer a los inversionistas. En sus estrategias de inversión para 2016, Goldman Sachs, Citi, UBS Wealth Management y UniCredit recomiendan sobreponderar las acciones europeas. Goldman Sachs prevé que el Stoxx 600 reporte un retorno de 11,8% al cierre de 2016, en comparación con 3,3% proyectado para el S&P500. Citi es aún más optimista con Europa y proyecta una ganancia de 15,5% para el índice europeo e incluso 20% para el FTSE 100, versus apenas 5,5% para el S&P 500 estadounidense. Deutsche Bank tiene proyecciones más moderadas y anticipa que las acciones europeas rentarán solo 7% en 2016.

Grecia, el tema pendiente

Estas son proyecciones contenidas en los escenarios base de los analistas. Pero si bien son más los riesgos políticos que los económicos, en este último aspecto todavía hay un problema pendiente: Grecia. Alexis Tsipras aún no ha logrado consolidar su gobierno para llevar adelante las reformas exigidas por el acuerdo con sus acreedores y demandas como parte del último rescate entregado por la Unión Europea y el FMI. Ante la inestabilidad política, las proyecciones apuntan a un deterioro aún mayor de la economía. El FMI prevé que la economía se contraiga por octavo año desde 2009, el desempleo subiría a 27% y la deuda pública superaría por primera vez el 200% del PIB.

La clave estará en las negociaciones para que la UE acepte el tan resistido recorte de la deuda griega. Algo que hace unos meses parecía impensable, se perfila ahora como la opción más probable, debido al importante rol que juega Grecia en el manejo de la crisis de refugiados. Este será, en último término, el tema que marque a la UE el próximo año.

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