Fue 12 años relator, secretario y titular de los antiguos juzgados del crimen. Y lleva otros 12 como magistrado en el actual sistema penal. Rafael Andrade es juez del Segundo Tribunal Oral de Santiago y participó de recientes fallos en los que se impusieron altas penas -de hasta 10 años y un día- a autores de portonazos. En entrevista con "El Mercurio" señala que los jueces al momento de dictar una sentencia tienen que, por un lado, pensar en los fines retributivos, como decirle a esa persona que por cometer tal delito se le impondrá cierta pena, pero también se debe dar una señal a la sociedad. "Un juez debe tener en mente, me parece a mí, precisamente los fines retributivos y los fines de prevención general, siempre, al momento de dictar una sentencia, que en el caso de los llamados 'portonazos' es 'ojo, este es un delito grave y tiene penas altas; no vaya a cometer un acto de este tipo, porque esta es la pena que le impondremos'", sostiene. Andrade fue promotor -en 2004- de los tribunales de droga, un sistema que busca que aquellas personas que por primera vez cometen un delito, y lo hacen por un consumo problemático de estupefacientes, puedan evitar la cárcel a cambio de someterse a programas de rehabilitación. A once años de esa implementación, existen buenos resultados, que el magistrado los destaca. "Este programa tiene actualmente funcionando a 29 tribunales. En Chile, el 60% de los delitos que se cometen es por consumo problemático de droga, y si a este número de personas se logra sustraer de ese consumo, la posibilidad de que vuelvan a cometer delito es bajísima. El 79% de ellas no vuelve a reincidir", detalla. Para Andrade, a ese tipo de sanciones se debe aspirar. "Es una especie de justicia terapéutica. El juez que va controlando el programa de esa persona puede al final del ciclo bajar de su estrado y darle la mano o abrazar y felicitar al imputado por su éxito, por haber salido de ese círculo de la criminalidad", dice. Marco sancionatorio Tras dictar las duras sentencias por "portonazos", el juez explica que "no es necesario crear una figura penal nueva para atacar este problema, o prevenir la ocurrencia de portonazos", en alusión a quienes buscan modificaciones legislativas. "Estas conductas ya son graves y se enmarcan en el delito de robo con intimidación y robo con violencia. La gente debe saber que los 'portonazos' son delitos graves y, por ende, la ley los sanciona con penas altas; tiene asignada pena de crimen", explica. En ese sentido, asegura que cuando el Ministerio Público hace una investigación seria y trae prueba adecuada, ningún juez podría imponer penas bajas para este tipo de conductas. "En general, salvo algunas excepciones por circunstancias especiales, en todos los 'portonazos', que son aquellos delitos en que hay robo con violencia e intimidación, habrá además prisión preventiva en los juzgados de garantía. Y nosotros, los jueces orales, impondremos las penas de nuestro marco sancionatorio, que parte con 5 años y un día", advierte. Andrade dice que no se considera ni un juez duro ni garantista. "Soy un juez sin apellido", remarca, pero sostiene que muchas veces los magistrados son víctimas de críticas desde la sociedad por circunstancias ajenas a ellos. Por ejemplo, dice, ese "mito de la puerta giratoria". "Eso no existe; de hecho, lo indican las estadísticas. En Chile ha aumentado el encarcelamiento de personas desde que existe este sistema penal", comenta, y agrega que muchas veces las absoluciones que se cuestionan tienen que ver con que no hubo pruebas suficientes por parte de la fiscalía para derribar la presunción de inocencia. Confiar en la justicia El juez destaca la importancia de que las víctimas denuncien y participen del proceso penal hasta el final. "Muchas veces, no vienen al tribunal. Y nosotros necesitamos prueba directa, ojalá, de cómo ocurrió el delito. Si aquí viene la víctima y reconoce en la sala de audiencia al acusado o a los acusados como los autores del delito, tenga por seguro de que la mayoría de los jueces, con esos antecedentes, vamos a condenar", garantiza. Recuerda que en muchos casos, cuando la víctima no participa, se termina absolviendo; porque testigos de oídas pueden entrar en contradicciones. "No hay que olvidar que el sistema penal actual es el de la duda razonable; o sea, si existe más de una duda que alcance una razonabilidad, estamos obligados a absolver. He ahí la importancia de la perseverancia de la víctima en el proceso", sentenció. En base a su experiencia como juez oral, dice que no cree que hoy en Chile los delincuentes estén actuando con mayor violencia que antaño. Cree que el problema de las personas que son juzgadas en su tribunal es que están fuera del sistema económico y educacional. "Yo lo veo así, el Poder Judicial está metido en una situación intermedia, entre un sistema económico en que está inmersa la sociedad que a veces prioriza más el tener que el ser; y en este tener, los jóvenes tienen mucho que decir, porque lo que uno ve es que ellos quieren tener rápido, y tener rápido significa para ellos involucrarse en delitos para tener la zapatilla de marca, el jeans de moda, o en fin", sostiene. Andrade agrega que "en este tema de los portonazos, me ha llamado la atención que los jóvenes, lo que hacen es tratar de robar un auto de la marca más conocida, de lujo; para ellos tener el reconocimiento de sus pares; entonces, están en ese juego. Parece que jóvenes roban autos para el solo hecho de decir 'mira, yo robé este, que es mejor que el que robaste tú', y por ahí se van". Finalmente, reiteró que "sea cual fuere la motivación, todos tienen que saber que se trata de hechos graves, violentos, en los que hay amenazas de por medio y que en la ley tienen asignados penas altas. Y los jueces estamos llamados aplicar la ley vigente, y eso es lo que estamos haciendo".
El juez del 2° Tribunal Oral de Santiago cree en el carácter "terapéutico" de las sanciones.