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Nieves Yankovic

La documentalista olvidada

martes, 15 de diciembre de 2015

Por Juan Luis Salinas T.
Reportaje
El Mercurio

Tuvo mil vidas, pero el cine fue su pasión. Con su marido, el ingeniero en sonido Jorge Di Lauro, conformó la dupla que redefinió el documental chileno. Actriz de teatro y de las primeras grandes producciones del cine nacional, vestuarista y protectora de los animales, Nieves Yankovic es una leyenda de la cinematografía nacional, cuya figura vuelve a brillar en un documental que muestra cómo con su marido fueron los primeros en filmar en colores y con una visión antropológica la Isla de Pascua, en los años 60.



Los datos son varios: Margarita Nieves Yankovic Garafulic. Nieves Yankovic. Nieves Yanko. Antofagastina. Mitad croata, mitad chilena.
Hija mimada. Joven rebelde. Mujer moderna. Licenciada en arte. Socióloga. Actriz de teatro y de cine. Bailarina. Vestuarista.
Asistente de dirección. Productora cinematográfica. Guionista. Documentalista. Esposa. Animalista. Católica de izquierda. Fumadora empedernida.

Y lo más importante: Figura fundacional y olvidada del cine chileno.

Nieves Yankovic vivió mil vidas, pero, irónicamente, treinta años después de su muerte su figura se ha desvanecido. Su recuerdo parece lejano, aunque "Isla de Pascua" y "Andacollo" -dos de los documentales que filmó y dirigió con su marido, el ingeniero de sonido argentino Jorge Di Lauro- son consideradas piezas fundamentales en el desarrollo de cine de no ficción chileno.

-Nieves fue una mujer adelantada a su tiempo. Ella con su marido hicieron un trabajo único por el cine documental chileno. Un trabajo que iba más allá del registro artístico, resaltaba la realidad de distintos sectores geográficos de Chile y tenía un gran rescate antropológico -dice Carmen Brito, quien dirigió "Buscando a Isla de Pascua, la película perdida", un documental que se estrenó este año y que reconstruye la historia del filme que en 1961 Nieves Yankovic y Jorge Di Lauro filmaron en Rapa Nui y que figuraba en el listado de las cintas desaparecidas del cine chileno.

-Nieves nunca tuvo repararos en hacer lo que le gustaba. Era una mujer de ideas fijas, con una cultura enorme y muy generosa. Una adelantada que vivía la vida a su manera -dice la investigadora del cine chileno Alicia Vega, quien conoció a Nieves y fue alumna de Jorge Di Lauro en el Instituto Fílmico de la Universidad Católica.

-Los Di Lauro fueron únicos -dice el crítico de cine David Vera Meiggs, quien los conoció desde su juventud.

-Para ellos el documental era una opción de vida.
 
Nieves Yankovic tenía una belleza inquietante: melena rubia, nariz con personalidad, ojos azules y voz carrasposa. Quienes la conocieron repiten que tenía una honestidad inhabitual, que en su conversación abundaban las frases directas y las opiniones certeras. Que nunca quiso ser actriz, pero que su vida era el cine. Que no podía vivir separada de Jorge Di Lauro, a quien conoció en los estudios de Chile Films y con quien se casó en 1946.

Nieves nació en Antofagasta en octubre de 1916. Su padre era Jerónimo Yankovic, un inmigrante croata que hizo fortuna como empresario minero y de una empresa telefónica de Antofagasta que llevaba su apellido. Su madre era Magdalena Garafulic, una de las hermanas mayores de la escultora Lily Garafulic. Nieves y su tía Lily, se llevaban por pocos años y se criaron como hermanas. De hecho una de las primeras obras de Lily se llama "retrato de Nieves Yankovic": una escultura en terracota creada en 1936.

El cine nunca estuvo en los planes de Nieves. Muy joven se estableció en Santiago para estudiar en el Santiago College, luego se embarcó a Europa para continuar su formación universitaria. En la Universidad de Brighton, en Inglaterra, estudió Bellas Artes; luego se trasladó a la antigua Yugoslavia para matricularse en la Universidad de Sarajevo donde siguió estudios de Psicología y Sociología.
Allá conoció a su primer marido, un croata al que únicamente se refería por su nombre de pila: Tonko.

Estuvo casada siete años, hasta que decidió abandonarlo y volver a Chile.

-Ella no hablaba de ese matrimonio. Algunas veces decía que no funcionó porque era un hombre muy dominante y lunático. Y eso no iba con ella, porque era imposible obligarla a hacer algo que no quisiera -dice Gisela Cares, la niña que Nieves y Jorge criaron como su propia hija.

Nieves regresó a Chile en 1943, en plena Segunda Guerra Mundial. Sus intereses artísticos la llevaron a acercarse al Teatro Experimental de la Universidad de Chile, donde comenzó a colaborar como vestuarista, al tiempo que trabajaba haciendo locuciones radiofónicas. Su figura y voz fuerte, hicieron que los integrantes del grupo teatral la convencieran de debutar como actriz.

Por la misma época en que Nieves debutaba en las tablas iniciaban sus actividades los estudios Chile Films, un proyecto financiado por el gobierno y la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo) para potenciar la cinematografía local, con tecnología de primera línea y películas masivas y de gran pomposidad. Una de las primeras producciones fue "Romance de medio siglo": un melodrama ambientado a fines del siglo dieciocho, que contó con numerosas estrellas en la actuación, como Francisco Flores del Campo, y fue dirigido por el cineasta argentino Luis Moglia Barth.

Al director trasandino le gustó la presencia y la voz de Nieves, quien había sido contratada para diseñar el vestuario, y le ofreció un papel en la película: La tía Leonor, una antipática solterona que solo hablaba del honor de la familia. Su actuación fue destacada por la prensa. En los carteles publicitarios apareció como "Nieves Yanco" (un seudónimo que escogió para chilenizar su apellido).
Durante la filmación conoció a su marido, Jorge Di Lauro, un ingeniero de sonido argentino que se había perfeccionado en Hollywood.
A Nieves la actuación comenzó a defraudarla lentamente, pero entre 1944 y 1949 participó como actriz en tres producciones: "La amarga verdad", "El padre Pitillo" y "El paso maldito".

-Por su tipo físico le ofrecieron siempre papeles de mala, de la antiheroína. Ella no tenía el tipo de belleza clásica y de la niña dulce al que la gente estaba acostumbrada a encontrar en las protagonistas del cine de la época -explica Alicia Vega.

En 1983 Nieves Yancovic confesaba en la revista Enfoque: "Como actriz trabajé con directores ignorantes y sin ninguna preparación y lo encontré espantoso. Yo era egresada de Bellas Artes y tenía inquietudes artísticas". Por lo mismo, en forma gradual fue desapareciendo de la pantalla, para comenzar a trabajar detrás de las cámaras como asistente de directores extranjeros como el argentino Carlos Hugo Christensen y el francés Pierre Chenal.

Pero el encanto de Nieves por el cine de ficción duró poco: los estudios cinematográficos le provocaban claustrofobia, no soportaba los reflectores y le deprimían los escenarios de cartón piedra. Cuando Jorge Di Lauro fue despedido de Chile Films y comenzó a trabajar en diferentes noticieros y documentales institucionales, realizados por organismos como la DIC (Dirección de Informaciones y Cultura de la Presidencia) y Emelco (empresa Argentina que se instala en Chile en 1951 bajo la dirección de Boris Hardy, padre de la ex ministra Clarissa Hardy), la pareja empezó a preparar el desarrollo de su cine documental.

Es el comienzo de la cinematografía de los Di Lauro, como empezaron a llamarlos.

En 1958 Nieves y Jorge filman "Andacollo", su primer trabajo.

Una producción que es considerada una de obra mayor del cine documental chileno.

En las fotografías, Nieves siempre lleva una delgada cadena de la que cuelga un crucifijo de madera. Era profundamente cristiana, una devoción que ella gradualmente fue contagiando a su marido. El interés de la pareja por la devoción, los acercó a la religiosidad popular, la búsqueda de Dios a través de manifestaciones populares: las animitas, los bailes y las fiestas multitudinarias del Chile profundo. Eso los llevó a fijar su mirada en la fiesta religiosa que hasta hoy se desarrolla en el pueblo minero de Andacollo, al sureste de La Serena.

El matrimonio se obsesionó con la idea de filmar todo lo que ocurría en la celebración. Vendieron muebles y cuadros -Nieves tenía una gran colección de pintura chilena que había heredado de su familia- para costear la producción. Consiguieron stocks de películas vencidas con un laboratorio fotográfico. Convencieron al jefe del grupo de los bailes chinos que homenajeaban a la Virgen del pueblo y se instalaron durante siete días a filmar. El documental relata cronológicamente el desarrollo de la fiesta: la preparación de los grupos de baile, la procesión de la virgen por el pueblo, las mandas de los peregrinos y la despedida. La película cuenta con la colaboración de Violeta Parra, quien musicalizó unas escenas, luego de ver un proyección -aún sin editar- que los Di Lauro habían grabado de esa fiesta religiosa.

Nieves contaba en una entrevista en revista Ecran: "Cuando terminamos teníamos seis mil pies de película, en 16 mm, sin numeración, sin pizarra y con sonido directo. Todo filmado, además, con tres cámaras a cuerda".

Andacollo definió el trabajo de los Di Lauro: un documental que revisa las raíces de Chile, que tiene una dimensión antropológica y explora la relación de las personas con el espacio que los rodea.

-La película demoró cinco años en terminarse por falta de recursos y por problemas técnicos de la realización: no había laboratorio a color en Chile. En ese documental está todo su espíritu: para ellos la cámara no era una razón para lucirse o hacer lucir lo que a ellos les gustaba, sino que la entendían como "un ojo con memoria definitiva"-dice el crítico y realizador David Vera Meiggs.

-Andacollo es una película perfecta. También es muy emotiva. Es su obra más autoral -agrega Alicia Vega.

Fue el comienzo de una serie de documentales que realizan por encargo. En 1960 filman "Artistas Plásticos chilenos", la primera realización en formato Cinemaescope que se realizó en Chile y que fue auspiciada por la Universidad de Chile, donde registran a los artistas emblemáticos del período en el Museo de Bellas Artes. Luego seguirían otros trabajos realizados a pedido, lo que condicionaba su mirada más autoral: "Verano en invierno" (1962), "San Pedro de Atacama" (1964), "Cuando el pueblo avanza" (1966), "Operación sitio" (1970) y "Obreros campesinos" (1972).

La otra obra autoral y más representativa del estilo antropológico de los Di Lauro fue "Isla de Pascua", que filmaron en 1961, durante un corto viaje a Rapa Nui que realizaron en un barco de la armada.

-Fue el primer registro en colores de la isla de Pascua y fue filmada en un momento crucial, en una época en que todavía no era invadida por el turismo. Esa Isla de Pascua que filmaron, no tiene nada que ver con la Isla de Pascua de ahora. En la Isla que se ve en las imágenes se muestra un lugar donde habita muy poca gente, que posee otras enseñanzas, otras creencias, otro espíritu -explica Carmen Brito, la directora de "Buscando a Isla de Pascua, la película perdida", el documental que revisa la historia tras el filme. Este proyecto surgió luego que la directora del Colegio de Arqueólogos, Andrea Seleenfreund, recibiera unos rollos de película comprados en un mercado de Valparaíso que eran negativos y descartes de "Isla de Pascua": una película que durante años estuvo perdida y que ahora está en la Cineteca Nacional en proceso de restauración.

Para Nieves y Jorge la realización de "Isla de Pascua" fue una obsesión. Se documentaron durante casi seis años antes de tener la posibilidad de abordar un barco que llevaba víveres y materiales a la isla. El viaje duró casi dos semanas, pero solo permanecieron diez días con Sergio Bravo como director de fotografía y registraron siete mil metros de película. Desde el viaje hasta su estreno pasaron cuatro años, porque la pareja no tenía cómo financiar su posproducción y la mantuvieron guardada en un ropero en su casa en La Reina.
 
Aunque los principales trabajos de Nieves y Jorge fueron destacados por la prensa y fueron exhibidos en festivales internacionales, en Chile su distribución comercial fue restringida. Ellos contrarrestaban esto con proyecciones que realizaban para grupo de amigos, primero en su casa en Eliodoro Yáñez y luego en la parcela donde se instalaron en La Reina.

Alicia Vega recuerda:

-Su casa en Eliodoro Yánez era muy abierta, tenían un jardín grande y convidaban a gente para que viera sus películas. Era un mundo bien bohemio. Ella preparaba un arroz con unas conservas de mariscos. Hacía una olla enorme. Y era muy bonito porque tenían contacto con gente que estaba relacionada con alguna manifestación artística, no solamente ligada al cine.

Gisela Cares, la niña que comenzaron a criar cuando tenía un año y medio, dice:

-Siempre habían artistas plásticos, músicos y actores como Jaime Vadell y Tito Noguera. La tita (Lily Garafulic) también la visitaba, y su amiga Isidora Portales.

En esa época el matrimonio ya había iniciado otra de las cruzadas que los caracterizaron: la protección de los animales. Especialmente de los perros de la calle, a los que recogían y daban refugio. En 1960 Revista Ecrán comentaba: "Jorge Di Lauro y su esposa ejercen, según se comenta, la más noble filantropía: han acogido en su casa a más de 20 perros para que los pobres canes no sufran. También brindan ayuda a los niños vagos".

-Por eso se cambiaron a su parcela en lo que entonces era el final de La Reina, cerca de Álvaro Casanova, donde en un momento llegaron a tener más de un centenar de perros que recogían de la calle y otros tantos gatos -cuenta David Vera Meiggs, quien además agrega otro dato:

-Jorge salía en una renoleta a buscar comida a distintos restaurantes o incluso al casino de los trabajadores del edificio Diego Portales, después del golpe militar, donde le daban huesos y sobras de comida, que luego cocinaban en enormes fuentes para alimentar a sus animales. También recuerdo que tenían en los muebles de su casa, muchas antigüedades heredadas de la familia de Nieves, cubiertas de plástico para que los animales se sintieran cómodos.

Alicia Vega recuerda un episodio que a ella la emocionó:

-Yo una vez caminaba por Providencia cuando un auto atropelló a un perro, le tomó las dos patas de atrás y quedó sangrando. Nieves y Jorge, que también transitaban por ahí, vieron la escena. Jorge se sacó su chaqueta, envolvió al perro, pararon un taxi y se lo llevaron al veterinario. Para ellos era algo natural. Algo que les nacía en el momento.

Gisela Cares cuenta que la devoción por los animales la comenzó Nieves, quien la traspasó a Jorge Di Lauro:

-La mamá siempre contaba que cuando era joven, vivía en un departamento en Providencia. Entonces ella tenía un perro regalón. Una noche, cuando volvía a la casa, un asaltante con un cuchillo trató de atacarla, el perro actuó de inmediato, se abalanzó sobre el hombre y la salvó. Desde ahí se prometió ayudar a los animales. Se hizo devota de San Francisco. Hubo un momento en que en la parcela hubo casi 200 perros y otros tantos gatos.

La cineasta Carmen Bueno recuerda una suerte de leyenda que se comentaba entre los amigos de la pareja, luego de la muerte de cáncer de Nieves en octubre de de 1985:

-Ella murió en su casa en La Reina, con su familia cuidándola, y un grupo de gatos que nunca se despegaron de su lado y que ella no quiso que alejaran de su pieza.

El alejamiento del matrimonio del cine documental fue drástico. Dicen que los marcó la suspensión del documental "El año santo chileno", que filmaban por encargo de la Vicaría en el Templo Votivo de Maipú. Ocurrió en 1974 mientras realizaban un documental.

Ese mismo año, mientras filmaban los actos para la celebración de la Iglesia para el año santo chileno, fueron detenidos por militares el camarógrafo de la película, Jorge Müller, y su pareja, la también cineasta Carmen Bueno. La película quedó inconclusa. Los Di Lauro, decidieron entonces detener por un tiempo su trabajo.

Pero Nieves y Jorge no dejaron de pensar proyectos. Durante un tiempo pensaron en producir la versión fílmica de Papelucho y tenían en mente volver con un documental que entrecruzara las biografías de Gabriela Mistral y Violeta Parra, dos mujeres a quienes admiraban mucho. Entretanto Nieves volvió a la actuación con un pequeño papel en el cortometraje "La Isla" de los hermanos Patricio y Juan Carlos Bustamante. Jorge Di Lauro se dedicó completamente a la docencia. El matrimonio también realizó talleres de cine en su casa en La Reina.

A mediados de 1985, Nieves, quien fumaba cuatro cajetillas de cigarros diariamente, fue diagnosticada de un cáncer al pulmón. Su muerte fue rápida. Su última aparición la realizó al lado de su marido y de su hija adoptiva, en el Cine Normandie donde se proyectaron dos de sus películas para reunir fondos para costear el tratamiento de su enfermedad. Entonces contó que se sentía "Como la govna" (una expresión yugoslava que podía traducirse "como la mona"), pero agregó: "pero entera y optimista".

Después de su muerte, Jorge guardó un ánfora con sus restos, se quedó con Gisela y cuidó a los perros. Murió cinco años después.

Gisela Cares dice:

-No soportó la vida sin Nieves.

Nieves se alejaba de la belleza clásica.

No era la niña dulce y por eso le daban los papeles de mala en el cine.

Nieves solo filmó cinco peliculas, prefirió el trabajo tras las cámaras. luego con su marido, jorge di lauro, comenzó a hacer documentales.

"Isla de pascua" y "Andacollo"  fueron filmados a pulso por Nieves y su marido. Hoy son catalogados como clásicos.

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