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Comparación con el caso chileno:

Cómo Australia resolvió su conflicto por las tierras indígenas

domingo, 29 de noviembre de 2015

Marcelo Pinto E.
Reportajes
El Mercurio

"Mediador" entre aborígenes y propietarios explica la forma en que un plan definido por las autoridades de ese país permitió pasar del enfrentamiento al trabajo conjunto en 20 años.



L a protesta aún se recuerda en Australia. En 1972, un grupo de aborígenes montó un "campamento" frente al Parlamento Federal, en Canberra, para plantear sus demandas de tierras.

La misma reivindicación estuvo en el centro del caso Mabo: un pleito emblemático que la Corte Suprema del estado oceánico zanjó a favor de los indígenas, en 1992.

Ambos episodios terminaron convirtiéndose en "hitos" del conflicto que durante las últimas cuatro décadas enfrentó a los nativos australianos con las autoridades de ese país. "Nuestra experiencia actual no es de violencia. Hemos tenido a indígenas protestando, pero no el nivel de violencia que se ha descrito aquí", advierte el abogado Ian Irving, conservador nacional de títulos indígenas de la Corte Federal de Australia.

Irving se refiere a los asesinatos, incendios, robos y tomas que suma el conflicto en La Araucanía. Y que se agudizó en los últimos días con nuevos atentados.

La misión del abogado en Australia es facilitar el diálogo entre los indígenas que piden tierras y los propietarios. Vino a Chile invitado por la Fundación Aitué, precisamente para dar a conocer la experiencia de su país en este plano.

"El gobierno se dio cuenta de que debía tomar medidas"

Irving cuenta que, como en Chile, los nativos de su país nunca aceptaron de buen grado el asentamiento de los colonos. Y que los descendientes de estos últimos se inquietaron cuando en décadas recientes los indígenas comenzaron a esgrimir sus demandas: "Hubo incertidumbre en la industria, los granjeros, ganaderos, hasta que el gobierno se dio cuenta de que debía tomar medidas".

Las autoridades generaron, entonces, dos mecanismos para enfrentar el problema. "Una estrategia que toma el conflicto y lo reemplaza por el diálogo, la manera más productiva para resolver esto", dice Irving.

La "fórmula" australiana consideró, por un lado, un fondo de compra de tierras "similar a lo que ustedes tienen", y, por el otro, un sistema de reconocimiento de "derechos" sin posesión de tierras.

El fondo se conformó durante 10 años con aportes del Gobierno. Dinero que, a su vez, se invirtió para obtener intereses que permitieran comprar los terrenos.

"Hay acceso a un mínimo anual de 43 millones de dólares australianos (unos 22 mil millones de pesos) para la compra de propiedades", detalla Irving. Cifra tres veces menor que los $79 mil millones del Fondo de Tierras y Aguas de la Conadi, en 2015.

Como sea, el australiano aclara que, en su país, la corporación encargada de administrar esos recursos "tiene la responsabilidad de trabajar" con los indígenas, "antes y después de la compra". De esa manera, explica, se busca "apoyarlos y asegurar que puedan cuidar las tierras y hacerse cargo del negocio". En La Araucanía suele plantearse que algunos mapuches descuidan sus tierras, debido a un insuficiente apoyo técnico y financiero.

Cuando habla de "negocio", Irving apunta a que en Australia los aborígenes demandan generalmente tierras con fines productivos: "Hay muchas empresas que han sido adquiridas por este fondo indígena".

En un primer momento, cuenta, los nativos buscaban un beneficio económico inmediato. Luego empezaron a pedir capacitación para empleos. Y, más tarde, llegaron a montar empresas: "Pasamos de la competencia y el conflicto, a gente trabajando la tierra de manera unida".

No dialogan si las comunidades están divididas

La "fórmula" australiana opera desde hace 20 años. Período en el que, según Irving, ha disminuido la intensidad de los reclamos.

Lo que se ha logrado dialogando con el conjunto de las comunidades y no solo con parte de ellas. "En Australia requerimos que se unan para reclamar. Si una parte decide que quiere reclamar solo por ella, no puede proceder y no tendrá éxito", explica el abogado.

En Chile, uno de los problemas radica precisamente en que algunos de los mapuches se dividen para obtener separadamente beneficios del Estado.

Según Irving, en Australia se hace lo posible por evitar la atomización de los indígenas, "como ha ocurrido aquí: no lo permitimos".

Las recurrentes subdivisiones de las comunidades mapuches dan lugar a que las demandas por tierras se multipliquen. Lo que, a su vez, ha impedido a la Conadi calcular con exactitud la cantidad de predios que se "adeuda" a los indígenas.

"Equilibrar derechos" de indígenas y no indígenas

Junto con evitar que los nativos se disgreguen, los australianos se esfuerzan por darle eficiencia al sistema: "La gente no entra a una negociación eterna. Saben que se llegará a una decisión, aunque ellos no estén de acuerdo. Ahí entra la corte".

Toman, además, precauciones para garantizar que los reclamos de los aborígenes sean conocidos por todos. "Los agricultores, los mineros son notificados. Se ponen avisos en prensa. Si quieres participar, porque tienes un interés, incitamos a que lo hagas", señala Irving.

Relaciona lo anterior con el "espíritu" del sistema australiano, que en ningún caso busca favorecer a los aborígenes por sobre otras personas: "Está hecho para que sea justo. Tiene que equilibrar los derechos de los indígenas con los del no indígena".

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