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El tema es parte del Congreso Mundial de Neurología, en Santiago:

Los casos de alzhéimer crecen y las mujeres son las más afectadas

miércoles, 04 de noviembre de 2015

C. González
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio

Los expertos se enfocan en las diferencias de género asociadas a los síntomas y factores de riesgo de la enfermedad, así como a un diagnóstico cada vez más precoz.



Se estima que 44 millones de personas en el planeta sufren algún tipo de demencia. Lo preocupante es que, según la organización Alzheimer's Disease International, esta cifra se triplicaría en 30 años, sobre todo en países de bajos ingresos y, en particular, entre las mujeres.

"Esto tiene que ver con que ellas tienen una mayor expectativa de vida; desde que se hace el diagnóstico sobreviven 10 a 15 años; en cambio los hombres la mitad o menos", dice el doctor Walter Rocca, neurólogo de la Clínica Mayo de EE.UU., y quien se ha especializado en las diferencias de género asociadas a la enfermedad de alzhéimer.

Precisamente, este es uno de los temas que han formado parte del XXII Congreso Mundial de Neurología que se realiza en Santiago.

El alzhéimer así como otras demencias asociadas al envejecimiento eran prácticamente inexistentes hace algunas décadas. Hoy la mayor expectativa de vida ha hecho más frecuente este diagnóstico. "Un problema es que las mujeres, que viven más, desarrollan demencias más severas", precisa Rocca.

A eso se une que hay diferencias en los factores de riesgo y síntomas. Por ejemplo, hasta hace algunas décadas, ellas tenían menor escolaridad, que actualmente se sabe es un factor protector. Asimismo, mientras en ellas la enfermedad suele asociarse a más depresión y aislamiento social, en los hombres se observan más conductas agresivas y paranoicas.

Cerebros distintos

"Sabemos que los cerebros no son iguales y que la carga hormonal influye", comenta el doctor Patricio Fuentes, neurólogo de la Universidad de Chile.

Antes de la menopausia, los estrógenos cumplen un rol protector del cerebro femenino. Y algo similar ocurre en quienes reciben terapia de reemplazo hormonal. Pero todo depende de la edad, advierte Rocca. "Antes de los 50 años, son extremadamente útiles y protectores, y también en los primeros años tras la menopausia, pero no pasado los 65 años".

Independiente del sexo, la pérdida de memoria es el síntoma más típico de este mal neurodegenerativo, que afecta a uno de cada ocho mayores de 65 años y del cual no se conoce claramente la causa. "Se asocia a la presencia de lesiones características que dañan progresivamente las neuronas; un proceso que comienza 10 a 20 años antes de que sean evidentes los síntomas", dice Fuentes.

Por ello, los esfuerzos apuntan a un diagnóstico más precoz.

"Queremos actuar en las fases más tempranas de la enfermedad, pues es cuando sabemos que se produce la acumulación de depósitos de proteína beta amiloide en el cerebro, lo que muy probablemente esté asociado con la enfermedad", explica el neurólogo Murat Emre, de la Universidad de Estambul, Turquía.

Los depósitos amiloides, una molécula sintetizada por la proteína APP, se acumulan en el cerebro de los afectados de alzhéimer y forman las denominadas "placas" que afectan al funcionamiento cerebral.

Para adelantar el diagnóstico, se trabaja en la identificación de biomarcadores, por ejemplo, a través de exámenes de líquido cefalorraquídeo o mediante técnicas de imagenología. "Aunque hay buenos resultados, aún están a nivel experimental", dice Fuentes.

A la espera también de un tratamiento curativo de la enfermedad -según la OMS, este podría llegar en 2025-, los expertos enfatizan la importancia de la prevención.

Tomar medidas a los 60 es muy tarde: hay que empezar a los 40 con hábitos similares a los que se recomiendan para prevenir la enfermedad cardiovascular: una dieta mediterránea, ejercicio y actividad mental. Es decir, mantener a raya la obesidad, el tabaquismo y "controlar la hipertensión, la diabetes y las dislipidemias", agrega Rocca.

El estudio Finger, realizado por el Instituto Nacional de Salud y Bienestar de Finlandia, mostró que se puede prevenir el deterioro cognitivo asociado a la aparición de alzhéimer mediante una intervención no farmacológica (modificando hábitos relacionados con el estilo de vida).

"Aun cuando la enfermedad se venga encima -enfatiza el doctor Fuentes-, su evolución se puede modificar positivamente con estos cambios".

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