Hace pocas semanas, la comisión sobre el sistema de pensiones (Comisión Bravo o CB) emitió su informe final. Sus propuestas son tan variopintas e internamente inconsistentes, como variopinta e inconsistente fue la composición de sus 24 comisionados, entre los cuales libertario no hubo ninguno y el PC estuvo sobrerrepresentado. Además, no fueron parte de la CB muy destacados expertos nacionales (como S. Berstein, A. Iglesias y S. Valdés) e internacionales (como los premios Nobel A. Deaton y P. Diamond).
Expreso mi simpatía con D. Bravo, quien enfrentó una tarea imposible: lograr propuestas elaboradas por comisionados tan disímiles en su formación técnica y convicción ideológica. Como relatan los comisionados, la discusión interna fue suplantada por la votación de propuestas incongruentes entre sí. Luego, no sorprende que el informe presente tres propuestas generales, inconsistentes entre sí, y 58 propuestas específicas, muchas contradictorias unas con otras.
Escaso análisis
Sorprende el limitado análisis que subyace al diagnóstico del sistema previsional y a las propuestas planteadas. La bibliografía es pobre y autorreferente —de solo 15 estudios incluidos, ocho son de autoría de algunos comisionados—. En 16 meses de trabajo, con un costo fiscal y personal de varios millones de dólares, la CB solo encomendó realizar siete estudios, siendo todos ellos simples recopilaciones de datos o aplicaciones de la regla de tres. No hubo estudios encargados para evaluar los efectos del sistema actual, ni mucho menos los efectos de al menos algunas de las 58 propuestas, sobre las pensiones, el empleo total e informal, el ahorro y el bienestar de las personas, las edades efectivas de jubilación, el costo fiscal y muchas otras variables claves para la gente y el país.
La CB no ha dado a conocer ni un solo estudio de equilibrio general, diferenciando por grupos de edades, género e ingreso, que cuantifiquen los efectos de corto y largo plazo de los cambios propuestos, considerando las reacciones de la gente a las reformas propuestas. Contando en Chile con una veintena de expertos capaces de hacer estos estudios, no fueron llamados a hacerlos, optándose simplemente por la votación individual de propuestas que muchas veces son pobremente fundamentadas.
Sesgado diagnóstico
El diagnóstico del sistema previsional refleja sistemáticos errores y sesgos de comisión y omisión; van algunos botones de muestra. Primero, comparar las tasas de reemplazo (pensiones/sueldos) en Chile con las tasas de los países OECD es comparar peras con manzanas, porque mientras en Chile la tasa de cotización obligatoria equivale a un 10% del sueldo, en los países OECD es casi el doble.
Segundo, omitir un análisis completo de las condiciones de competencia en el mercado de las AFP sesga el diagnóstico. Las AFP compiten entre sí por sus afiliados, ofreciendo distintas opciones de comisiones, rentabilidades y servicios. Esto está reflejado por el hecho de que un 8% de los cotizantes (o un 5% de los afiliados) del sistema se han cambiado de AFP en el año 2014. Estas tasas de cambio son mayores que las que se observan en otras industrias de servicios, como los bancos y la telefonía móvil.
Además, las AFP compiten con otras instituciones financieras (bancos, seguros, otros) por ahorro previsional voluntario (APV). De hecho, el APV es el único producto de ahorro en que se puede comparar cómo compiten las AFP con las otras instituciones financieras. Pues bien, las AFP ganan por goleada: respecto de sus APV, las AFP cobran una comisión promedio de 0,6% anual (datos de la Superintendencia de Pensiones para primer trimestre 2015), que es un 63% más barato que la comisión promedio cobrada por el APV de otras instituciones financieras. Además, las AFP obtienen para sus APV tasas de rentabilidad, ajustadas por riesgo, que son sistemáticamente mayores a las de los APV ofrecidos por bancos, compañías de seguros y otros (Schmidt-Hebbel 2014).
Las comisiones sobre el ahorro obligatorio de las AFP (que hoy se expresan como fracción del sueldo) se pueden expresar como fracción de los saldos o ahorros previsionales acumulados de los trabajadores. Según datos 2014-15 de la Superintendencia de Pensiones, eso da una comisión promedio de 0,6% anual sobre los saldos ahorrados en Chile. Esta comisión promedio de hoy es la cuarta parte del cálculo sesgado de una supuesta comisión de 2,4%, reportada por el Informe CB en su presentación de supuestas tasas internas de retorno bruto y neto de comisiones para el período 1981-2009.
Finalmente, en comparación internacional, la comisión promedio actual de 0,6% en Chile es un tercio más baja que la comisión promedio de 0,9% cobrada por los fondos de pensiones privados en 30 países de la OECD.
Propuestas buenas
La CB incluye muchas propuestas buenas que apuntan a mejorar las pensiones y el funcionamiento del sistema previsional. De las 15 propuestas que este autor (entre otros) presentó a la CB en el 2014, ella ha hecho suyas 11 ideas. Cuatro propuestas de la CB apuntan a mejorar y ampliar el pilar solidario (financiado por impuestos generales). Varias propuestas apuntan a fortalecer el pilar contributivo. Particularmente urgentes y valiosas son las propuestas de aumentar gradualmente la tasa de cotización de 10% a 14% (de cargo del empleador) y la edad de retiro de las mujeres a 65 años, reducir la parte no imponible de la remuneración y elevar el límite máximo de las cotizaciones. La CB estima que las reformas propuestas al pilar solidario elevarían las pensiones de los hombres en 12% y de las mujeres en 16%, mientras que las reformas propuestas al pilar contributivo elevarían en el largo plazo las pensiones de los hombres en 46% y de las mujeres en 83%.
Propuestas malas
La CB también formula un significativo número de propuestas malas, que no elevarían las pensiones, reducirían la efectividad del sistema previsional y/o tendrían efectos indeseados sobre otras variables claves para los chilenos, como el empleo. Destaco solo tres. Primero, una AFP estatal. Ciertamente no contribuiría ni a mejorar las pensiones ni a una mayor competencia en el mercado de las AFP, a no ser que dicha competencia sea desleal y financiada por subsidios del Estado.
Segundo, una licitación parcial del stock de afiliados, que no considera la fuerte competencia actual en servicios y rentabilidades. Esta medida no incrementaría la competencia entre AFP, sino que aceleraría la convergencia hacia un segmento dominante de AFP más baratas con prestaciones de servicios mínimos. Esta propuesta sería equivalente a licitar regularmente la cartera de clientes de bancos, servicios telefónicos u otras industrias de servicios, que hoy presentan niveles de competencia similares o inferiores a las de las AFP.
Tercero, que parte de la mayor tasa de cotización se destine a financiar un sistema estatal de reparto. Esta propuesta añeja —ir hacia un sistema de reparto parcial— reduciría las pensiones en el largo plazo, como concuerdan desde T. Piketty hasta S. Valdés (2015).
Propuestas omitidas
Hay muchas y muy buenas propuestas omitidas por la CB. Algunas de ellas fueron presentadas ante la CB, mientras que otras han sido formuladas recientemente por destacados especialistas. Menciono algunas omisiones de la CB que son particularmente lamentables. Reemplazar la comisión sobre sueldo por una comisión sobre saldo (como en México y en Perú) mejoraría la comparabilidad de las pensiones y la distribución del ingreso. Media docena de buenas propuestas para mejorar las pensiones y el pilar solidario han sido formuladas por A. Iglesias (2015) y J. Bravo (2015). I. Irarrázaval (2015) que ha identificado los programas sociales que inhiben o fomentan la participación previsional, señalando cuáles se deberían reformar. Berstein (2014) y Martínez, Edwards y Contreras (2015) han propuesto seguros obligatorios de longevidad, que complementan las modalidades actuales de pensiones. Parro (2015) ha presentado propuestas de reforma del mercado laboral para mejorar las pensiones.
Propuesta hilarante
Una comisionada extranjera presentó una propuesta global, basada en un estudio, financiado públicamente y encargado por el entonces subsecretario de Seguridad Social, miembro del PC, al PC (CENDA 2015). Esta propuesta consiste en la expropiación de los ahorros previsionales pertenecientes a 10 millones de chilenos por el Estado, repartiéndolos como pensiones a través de una caja de previsión estatal, hasta agotar todos los recursos previamente ahorrados, lo que ocurriría en el año 2035. A partir de ese año, la tasa obligatoria de cotización aumentaría bruscamente del 10% al 25% del sueldo, manteniendo dicho valor indefinidamente. Contradiciendo los más elementales principios de economía, los autores de esta propuesta estiman que, a consecuencia de ella, ¡la tasa de ahorro nacional aumentaría en 7,5 puntos porcentuales del PIB, en promedio, en cada año entre 2014 y 2052! Los 23 otros comisionados rechazaron lapidariamente esta propuesta hilarantemente irresponsable, a base de cinco razones contundentes.
Conclusión
De las variopintas ideas de reforma planteadas por la CB, rescato las buenas propuestas que fortalecerían los pilares solidario y contributivo del sistema previsional chileno. Estas permitirían aumentar las pensiones de las mujeres en un 99% y las de los hombres en un 58%. ¿Qué espera el Consejo de Ministros y el Gobierno para presentar los correspondientes proyectos de ley al Congreso?