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Escritora y crítica de arte francesa

Catherine Millet "La literatura es un desvío de la pulsión sexual"

martes, 27 de octubre de 2015

Por María Cristina Jurado.
Entrevista
El Mercurio

Traducida a 47 idiomas y best seller mundial, esta autora y prestigiada curadora de arte parisina, directora de una de las revistas más sólidas de arte contemporáneo, trajo a Chile su impronta de creadora de vanguardia. En el marco de la Cátedra Abierta Roberto Bolaño de la UDP, reveló luces y sombras de sus provocadores libros que, desde 2001, la han hecho célebre internacionalmente.



El Premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa, y el escritor Roberto Bolaño, proclamaron su valentía y la libertad de su escritura. En Europa se la admiró, pero también se la atacó: hubo quienes vieron sus libros -en especial, "La vida sexual de Catherine M", donde se explaya sobre su sexualidad- como pornografía. La directora y fundadora de Art Press, reputada revista de arte contemporáneo, ha sido también curadora de bienales internacionales, prestigiada crítica y autora de textos de arte respetados en el mundo entero, además de gran experta en Salvador Dalí e Yves Klein.

Pero a los 53 años el mundo se le dio vuelta. En 2001 publicó la primera obra autobiográfica sobre su vida sexual, y siete años más tarde "Celos", donde da cuenta de su shock emocional ante un inesperado enamoramiento de su marido, con quien, sin embargo, mantenía un matrimonio abierto.

El año pasado volvió a la carga con un registro distinto. En "Una infancia de sueño", habla de su conflictiva familia de origen y de su niñez. De visita en Chile en el marco de la Feria del Libro de Buenos Aires -donde realizó un conversatorio en la Cátedra Roberto Bolaño de la UDP-, Catherine Millet expuso su visión literaria y personal.

-Más de tres millones de lectores en el mundo leyeron "La vida sexual de Catherine M". ¿Por qué quiso hacer pública esta faceta tan íntima de su vida? También su segundo libro, "Jours de Souffrance", traducido como "Celos", tuvo gran éxito.

-¿Por qué escribí este libro? Porque, primero que todo, es verdad que yo creía haber adquirido cierta experiencia en el tema de la sexualidad. Yo tenía una práctica sexual extremadamente libre, como algunas personas de mi generación. Y llegó un momento en que el discurso sobre la sexualidad y la liberación sexual me irritó. Encontraba que las personas no siempre eran honestas en su manera de relatar su vida sexual. En mi generación, hubo una idealización de la utopía de la liberación sexual. Por eso, se continuaba hablando en ese marco, un ideal. Y no correspondía a mi experiencia. Mi experiencia me había aportado cosas positivas, pero no era para nada la solución milagrosa para encontrar un camino en la vida. Yo quise aportar un testimonio muy preciso y lo más realista posible sobre esa libertad sexual. No había otro mensaje en ese libro. Quizás en "Celos" hubo un poco más de mensaje.

La crítica literaria concuerda: esta es una escritora creíble, con el ancho de espaldas que le otorgan 43 años a la cabeza de una de las publicaciones de arte más prestigiadas del mundo. Millet dice que encuentra en sus lectores su verdadera razón de escribir. Y siente que, a la mayoría de ellos, sus libros abrieron una ventana a la fantasía, ventana que antes les estaba cerrada. Es precisa cuando se refiere a "La vida sexual de Catherine M", que el mercado editorial debió traducir a 47 idiomas, en tiempo récord, y que ya casi alcanza los tres millones y medio de lectores en el mundo:

-Yo escribí ese libro para escuchar de vuelta otros testimonios. Ahí también había una utopía. No me decepcioné, porque recibí cientos de cartas. Y la gente no me hablaba para nada de mi libro, sino que de su propia sexualidad. A veces sentí que yo les había dado la palabra para hablar sobre su sexualidad, que se los había permitido.

-Fue como abrir una ventana, ¿no?

-(se ríe). No, en realidad fue como abrirles la boca. Para algunos, yo también abrí una ventana. Lo que fue formidable es que las personas venían y me decían: '¿Sabe?, yo jamás imaginé que pudiera existir una vida como la que usted cuenta. Pero yo también tengo fantasmas, y aunque jamás podría vivir la vida como usted la ha vivido, puedo comprender que esto es posible y que mis fantasías pueden ser realizadas'. Y creo que esto es lo que sucede. Que quizás los lectores -algunos de ellos por lo menos- se sintieron autorizados a tener ciertas ideas, ciertos pensamientos. Y se sintieron autorizados en relación a ellos mismos.

En 1972, a los 24 años, creó la revista Art Press y se centró, como crítica y curadora, en el arte contemporáneo, el más arriesgado y de difícil comprensión. Y ha reconocido que esa "lógica de vanguardia" la traspasó a sus escritos. A ella, escribir "La vida sexual de Catherine M" le pareció una idea inédita. "Porque nadie, nunca, había escrito un libro así".

-La vanguardia no siempre es fácil. Y usted es una intelectual a la cabeza de una revista prestigiada, personaje público y una escritora best seller. ¿Qué costos tuvo su exposición a la fama?

-El tiempo, el principal de mis problemas. Estoy obligada a vivir dos vidas, porque no he querido renunciar a mi primera vida profesional. Esto es algo que me hace de verdad sufrir. Y mientras más tiempo pasa, más sufro. Mi respuesta es casi una broma, porque suena muy banal. Pero, en verdad, no he tenido costos. Lo que es penoso o difícil, a veces, es el trabajo de escribir, la escritura. Esta especie de honestidad absoluta que yo quisiera lograr. En el caso de "La vida sexual de Catherine M", fue una investigación que yo hice sobre mí misma y mi entorno, para intentar verificar los hechos y ser lo más exacta posible. De hecho, fue algo bastante lúdico. El momento de la escritura demandaba una precisión difícil de conseguir, pero, globalmente, fue un período muy lúdico de mi vida. En revancha, en el libro sobre los celos, realmente tuve que trabajar sobre mí misma, hacer resurgir sensaciones que me habían sido extremadamente dolorosas, penosas. Y que yo había intentado enterrar en mí misma.

Catherine, quien está casada desde hace 24 años con el crítico y ensayista francés Jacques Henric -y con quien mantuvo una relación abierta desde que se conocieron en 1971-, cuenta que, para escribir "Celos" (2008), que consiste en el relato descarnado de la mayor crisis de celos de su vida, ocasionada por la constatación de que su marido estaba encandilado por otra mujer, hizo muchas cosas para ella muy difíciles. Como cuando tuvo que reabrir un cajón donde guardaba cartas que daban cuenta de este enamoramiento de su marido. "Yo las había leído muy rápidamente porque ellas me causaban terror... Entonces cuando quise citarlas, tuve que leerlas de nuevo. Y estuve días y días rondando el cajón, preguntándome si lo abría o no lo abría. Y había que abrirlo". Dice:

-Y otra cosa difícil fue asegurarme de ser siempre honesta en relación a mí misma. Una cosa que me ayudó es que hice varios años de psicoanálisis. Así aprendí que el primer recuerdo que viene a la memoria no es necesariamente el correcto, muchas veces es fabricado. Hay que volver a los propios recuerdos: despojarlos, limpiarlos de ese tipo de mentiras. Eso es difícil y se traduce en un trabajo muy lento. Todo trabajo de escritura obliga a revisar lo escrito y corregirse, pero en mi caso, ese trabajo es de proporciones enormes. De hecho, eso es lo difícil. El tener que estar segura de mi pequeño núcleo de verdad.

-Usted ha hablado del efecto de seducción que buscan el arte y la literatura. Desde su libro sobre Dalí hasta "La Vida Sexual de Catherine M", ¿ha buscado usted la seducción en su obra?

-¿Podemos llamar seducción al hecho de que un autor busque retener a su lector con frases con las cuales ese lector se sienta bien? ¿Es eso seducción? Me acuerdo de que mientras escribía "La vida sexual de Catherine M" tenía esa preocupación. Estaba consciente de que algunos temas que yo abordaba y ciertas escenas que describía podían eventualmente desagradar a ciertos lectores. Mi preocupación era que el lector pudiera seguir leyendo sin tener el reflejo de cerrar el libro diciendo: 'Ah, es un libro pornográfico, no tengo ganas de leer un libro así'. Por eso, intenté instalar a mi lector en una lectura confortable: no siempre tuve éxito. Seguramente hubo quienes cerraron el libro descontentos. Cuando yo trabajo, me parece que el lenguaje que empleo es el justo, es exacto en relación a su objeto, solo cuando tengo la impresión que me lleva como si yo fuera un barco sobre el mar. Y si yo trabajo con esa imagen en la cabeza, es porque yo deseo que mi lector sienta la misma sensación de ser transportado por un barco seguro sobre un mar calmo. No sé si eso es la seducción. Lo que es seguro es que es una búsqueda de complicidad con el lector.

-¿Qué rol cree usted que juega el sexo en la creación y en su obra?

-La líbido es el motor de todo. La literatura es un desvío de la pulsión sexual. Para dar una respuesta más precisa, fue recién escribiendo mi libro sobre Salvador Dalí, y después el sobre los celos, que comprendí hasta qué punto la función de la mirada era importante en mi sexualidad. Ahora bien, evidentemente yo soy una crítica de arte, por lo que ejerzo mi profesión a través de mis ojos. Pero pienso que los ojos son un órgano sexual muy poderoso. Es algo que comprendí escribiendo.

Cuando la vida duele

Descarnadamente -y con honestidad, dicen los críticos- Millet ha relatado en sus libros el ambiente de violencia familiar en el que vivió mientras crecía. El desamor reinaba entre sus padres -burgueses sin mucho dinero- y ambos cultivaron relaciones sentimentales paralelas mientras vivían bajo el mismo techo. Catherine creció en Bois-Colombes, un suburbio a trece kilómetros de París, y aprendió a hacerse fuerte entre las disputas. Cuando ya era independiente, su padre murió y su madre se suicidó.

-Usted vivió en un ambiente de violencia en su infancia, que después revivió con una de sus parejas. ¿El artista tiene que ser sufriente?

-Usted sabe, no hay que solamente sufrir para escribir, sino también sufrir para vivir. Lo viví en mi infancia, y muchos lo hemos conocido. Ha habido ciertos escritores que han estado en prisión, que han conocido la represión, la guerra. Yo pertenezco a la generación que nació después de la guerra. Nuestra experiencia de sufrimiento es muy limitada en relación con ellos. Yo no pienso que sea necesario sufrir para cumplir una obra o hacer un trabajo. Mientras menos se sufre, es mejor. Es una visión romántica esa del sufrimiento obligatorio.

-¿Le ha servido el arte como escape del dolor?

-Sí, yo creo que el arte y la literatura es lo que nos ayuda a vivir. De todas maneras.

-En 2014 publicó su tercer texto literario, "Una infancia de sueño". ¿Cómo le influyeron su familia e infancia para mirar el mundo como lo mira usted?

-Antes de lanzarme en la escritura de este libro, no tenía juicios a priori, solo la idea de internarme hasta el fondo de mi infancia. Ahora, el libro no es solo sobre mi infancia. Va hasta hablar de mis años de adolescencia. De hecho, ¿intenté explicar esa persona en quien yo me convertí, en el libro? No creo... Estoy mucho más alejada en el tiempo de esa pequeña niña que de la mujer celosa de mi libro anterior ("Celos", de 2008). El objetivo que descubrí, mientras escribía, fue el de cómo pude entrar en mi vida de adulta sin tener juicios morales a priori. Está claro que si yo tuve esa vida sexual tan libre fue porque nunca estuve entrabada por principios morales que me hubieran inculcado en mi educación. La cosa se explica porque mis padres vivían bajo el mismo techo, pero con una vida amorosa y sexual por separado, lo que creaba muchos conflictos. Y no se escondían delante de sus hijos. Yo veía a mis padres discutir y hasta pegarse, lo que me hacía sufrir, como todo niño sufre al ver a sus padres desgarrándose. Pero, finalmente, creo que me hicieron un favor. Me expusieron, no me mintieron sobre lo que era la vida, no me dieron ninguna explicación, me mostraron la realidad de la vida... Muchas veces, los padres cuentan cuentos y, con el propósito de dar una buena educación a sus hijos, les mienten. El matrimonio no es el crisol del amor y la sexualidad. Muchas veces te pone en conflicto con los otros.

-Su mamá se suicidó y su hermano murió muy joven. ¿Qué influencia tuvieron esas experiencias en la escritora que es hoy?

-¡Justamente es el propósito de mi libro! Un niño sufriente se inventa vidas paralelas, inspirado en el cine y la literatura. Así fue como tomé el gusto por la lectura y, más tarde, por la escritura. Pero era un gusto impuro: ¡no solo soñaba con ser escritora, también quería ser famosa, como Françoise Sagan, con una vida mundana y brillante! No me convertí en mundana, pero escribo.

-De su escritura se dice que es "fría y ardiente" al mismo tiempo. ¿Está de acuerdo?

-Es mi manera de escribir. Trato de cultivar una posición muy ambivalente, que consiste en extraer una verdad desde lo más profundo de mí misma, para, después, describirla como si fuera un personaje de novela. Me parece que es de esta manera que un testimonio personal puede pretenderse universal.

"llegó un momento en que el discurso sobre la sexualidad y la liberación sexual me irritó. Encontraba que las personas no siempre eran honestas".

"en el libro sobre los celos, realmente tuve que trabajar sobre mí misma, hacer resurgir sensaciones que me habían sido extremadamente dolorosas, penosas".

"yo soy una crítica de arte, por lo que ejerzo mi profesión a través de mis ojos. Pero pienso que los ojos son un órgano sexual muy poderoso".

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