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Tenía 63 años, y murió el jueves por una pancreatitis

La huella indeleble de Carlos Leppe: un provocador del arte

sábado, 17 de octubre de 2015

Romina de la Sotta y Daniela Silva
Cultura
El Mercurio

Hizo del arte una interrogación infinita y cruda, y además produjo una obra significativa. Lo dicen los especialistas.



Alcanzó a cumplir los 63, el viernes 9, pero su salud estaba comprometida; se había agravado su pancreatitis. Tras dos semanas internado, el jueves murió Carlos Leppe, poco antes de la medianoche.

Al mediodía de hoy se realizará en el Parque del Recuerdo la ceremonia fúnebre de este influyente artista que estaba trabajando en un libro con el equipo de Galería Departamento 21, donde expuso por última vez, en 2012. Y actualmente, el Museo de la Solidaridad está exhibiendo dos obras suyas.

Leppe expandió la pintura más allá de la tela. Utilizó -sin piedad ni límites- su propio cuerpo como soporte para la investigación artística, y exploró el happening y la performance .

En paralelo a su carrera artística, fue asesor creativo en TVN, trabajó en publicidad y como gestor. Incluso quedó a cargo del Centro Cultural de Chile en Buenos Aires cuando el gobierno de Piñera lo nombró su agregado cultural para Argentina.

Leppe remeció a la escena local recién egresado de Arte en la Universidad de Chile, con "El happening de las gallinas", en 1974.

"Lo conocí antes de eso, cuando era estudiante, y se podría decir que era superdotado. Sus trabajos de primer año ya eran notables", recuerda Francisco Brugnoli, director del Museo de Arte Contemporáneo.

"La famosa acción en la que caminó sobre gallinas de yeso en la Galería Carmen Waugh fue una obra histórica por el momento en el que se creó y por la juventud de su autor. Pero también por la gran expansión del trabajo, la ocupación implacable del espacio y los valores simbólicos que contenía la acción. Allí Leppe se dejaba ver como el gran artista que era. En Chile es quien hizo más significativa la performance . La llevó a un ámbito amplísimo en el espacio, en la operación con su cuerpo y en su complejidad", agrega Brugnoli.

El propio Leppe recordó en entrevista con "El Mercurio", en 2009, que "la gente enloqueció, los muros y vidrios estaban cubiertos con plumas, me coroné con una corona de luto, hojas de oro y cardos morados (...). El happening es un momento permisivo. Los asistentes pueden sacar sus rabias, pasiones y el artista que lleva adentro".

También marcó la pauta con "El Perchero" (1975), donde colgó fotos tamaño natural de su cuerpo cubierto de gasas y telas, y sometido a la ocultación de su género. Su crudeza estaba intacta, y así seguiría por mucho tiempo. No despreció formato alguno: pintura, collage , videoarte, instalación. Y su capacidad era tal, que el resultado siempre tenía sentido, según Milan Ivelic, ex director del Museo de Bellas Artes. "Leppe es pionero. Desacralizó la institucionalidad del arte; vale decir, los procedimientos con los que habitualmente se hace. Su subversión fue un modo de renovar tanto el concepto de arte como el ejercicio de la actividad. El arte para él fue una interrogación, no una afirmación", asegura Ivelic.

"Nos tocó trabajar juntos en los inicios de Matucana 100, fue muy generoso", dice el ministro de Cultura, Ernesto Ottone, y agrega: "Era un artista muy talentoso, peculiar y rupturista. Esta partida nos afecta profundamente, especialmente por lo que fue su participación en un momento donde prevalecía la censura, y no la libertad".

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