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La notable historia del ganador del concurso de relatores

viernes, 16 de octubre de 2015

Felipe Ogrodnik
Deportes
El Mercurio

Fabián Martínez partió narrando a los 14 años en Punta Arenas y perfeccionó su técnica con un ingenioso juego llamado "fosforódromo".



Pareciera que Fabián Martínez aún no despierta de su sueño de haber relatado en vivo una carrera en el Club Hípico de Santiago, tras ganar el concurso que organizó la institución. "Me preparé bastante. Ya relataba la carrera en el auto rumbo al Club (risas). Quería alistar el timbre y la voz. Estar en la caseta y escucharte por los parlantes fue maravilloso", señala Martínez, de 42 años, y profesor de Lenguaje y Comunicación.

-¿Quedó conforme con su estreno?

"Sí. Era el debut y no era fácil. Recibí muy buenas críticas de otros relatores y de gente del medio. Me siento preparado para dedicarme al relato de carreras el día que se necesite a un nuevo narrador, creo que con más oportunidades lo haría cada vez mejor".

-¿Cómo partió con el relato?

"Es un tema que siempre llama la atención de los hípicos. Cuando era pequeño, con unos 14 años, imitaba a los relatores de las carreras chilenas y luego estuve unos meses probándome en el hipódromo de Punta Arenas. Pero mi técnica la perfeccioné con un juego hípico que inventé".

-¿Y de qué se trataba?

"Se llamaba el 'fosforódromo'. Era una especie de hipódromo virtual en el cual hacía 'correr' una serie de fósforos a través de una tabla, mediante un golpe con la pared. Los fósforos se deslizaban y competían entre ellos. Era muy entretenido. Yo relataba las carreras y con el tiempo el asunto empezó a tomar vuelo".

-¿Cómo así?

"Aunque cueste creerlo, había fósforos más rápidos que otros. Recuerdo unos marca Omega, que eran argentinos y que llegaban por la Zona Franca. ¡Eran unos aviones! De los chilenos, los mejores eran los Copihue con cabeza roja. Eran los alazanes (risas). Yo los bautizaba con nombres de caballos reales, tenía stud, haras, carreras condicionales, hándicaps, clásicos. Alcancé a tener unos cinco mil fósforos en training ".

-¿Y qué pasó con el 'fosforódromo'?

"Cuando me vine a Santiago le dejé los fósforos a mi mamá y ella los usaba en la casa. No queda vestigio alguno. Creo que no existe comparación alguna con cualquier otro juego hípico inventado por un niño. Y ahora, con la tecnología, es aún más complejo que vuelva a haber algo así, porque los niños prefieren el computador o internet".

-¿Cuál es su impresión de los narradores nacionales? ¿Tiene algún referente?

"El nivel en Chile es muy alto comparado con el de otros países, donde incluso a veces son un poco pintorescos. Acá siempre se trata de nombrar a todos los caballos, y por su nombre, pues en Argentina solo se pronuncia el número, por ejemplo. Mi referente es Fernando Poblete, por algo se le llama 'La voz de América'".

-¿Qué le han dicho su familiares y conocidos por esta experiencia?

"Están bastante orgullosos. Lo mismo mis alumnos. Me molestan diciendo el clásico 'partieron' en clases, pero a la vez me hace muy feliz que esto sirva para que ellos conozcan el maravilloso mundo de la hípica".

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