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La Presidenta Bachelet dijo que enviará contingente a partir de 2016:

Los escenarios que esperarían a las fuerzas chilenas en las misiones de paz en África

domingo, 11 de octubre de 2015

GASPAR RAMÍREZ
Internacional
El Mercurio

La ONU tiene nueve operaciones en el continente, donde actúan casi dos tercios de los 125 mil efectivos con que cuenta en el mundo.



El anuncio lo hizo la Presidenta Michelle Bachelet durante la última Asamblea General de Naciones Unidas: a partir del próximo año, y en tres etapas, fuerzas chilenas participarán en algunas de las nueve misiones de paz que la ONU tiene en zonas de África donde hay conflictos étnicos, religiosos, disputas por recursos naturales, y con mandatos que van desde protección a civiles a operaciones de contraterrorismo y contrainsurgencia.

Chile aporta actualmente 372 efectivos (360 hombres y 12 mujeres) a misiones de paz de la ONU, la mayoría en la Minustah de Haití. Sin detallar cifras ni precisar fechas, la Mandataria dijo que en la primera parte Chile aportará "una compañía de ingenieros de construcción horizontal del Ejército" y cuatro oficiales de estado mayor que se desempeñarán en cuarteles generales de la ONU en lugares por definir. Luego, un grupo mediano de helicópteros de apoyo ayudará en operaciones humanitarias, y en la tercera etapa, el país colaborará con una unidad militar y civil médica de apoyo a las operaciones de paz.

125.000 soldados, policías y civiles trabajan en las 16 operaciones de paz que tiene la ONU en el mundo. Casi dos tercios de estas fuerzas se encuentran en las misiones de República Centroafricana (RCA), República Democrática del Congo (RDC), Sudán del Sur, Sudán, Darfur, Sahara Occidental, Mali, Liberia y Costa de Marfil (ver infografía), cada una con sus complicaciones y desafíos.

En cuanto al nivel de peligro que enfrentan las fuerzas de paz, Martin Roberts, experto en África de la consultora IHS, dice que la operación en Mali es, "por mucho, la más riesgosa". Esa misión registra 40 víctimas mortales por "actos maliciosos" entre 2013 y el 30 de septiembre pasado, mientras que en ese mismo período hubo 25 muertos en Darfur, 10 en Sudán del Sur, 9 en RCA, 7 en la RDC, y ninguno en Liberia y Costa de Marfil.

Sin embargo, Roberts dice que "curiosamente", lejos, el mayor riesgo para las fuerzas de paz en prácticamente todas las operaciones en África son las "muertes por accidentes o enfermedad".

Juan Álvarez Cobelas, experto español autor del libro "El fracaso de la modernidad: 'Estados fallidos' en África subsahariana", dice que en el extremo opuesto se encuentran Liberia y Costa de Marfil, las dos operaciones de consolidación de la paz que la ONU tiene en África. Estos son conflictos finalizados donde es necesario "reconstruir todo", partiendo por el propio Estado, la desmovilización de los combatientes, infraestructuras, política de reconciliación. "En otras palabras, reconstruir Estados fallidos", explica.

Álvarez dice a "El Mercurio" que estas son las más fáciles de manejar, ya que operan sobre Estados en paz y "en ellas existe una voluntad política de solución y reconciliación".

Roberts coincide y agrega que las misiones de la ONU funcionan mejor en países como Liberia y Sierra Leona, donde la guerra civil efectivamente ha terminado, y el papel de la ONU es "simplemente para mantener la paz entre los bandos que tienen poco interés en volver a tomar las armas", y pueden hacer el trabajo que "sin duda hace mejor": ayudar a entrenar ejércitos nacionales y fuerzas policiales y fortalecer las instituciones del Estado.

Funcionamiento

En cuanto a la efectividad de las misiones según su mandato original, Roberts opina que es "algo complicado". La alta tasa de bajas en Mali y Darfur se debe a que los cascos azules operan con un mandato que solo les permite "responder al fuego cuando es en defensa propia", por lo que "básicamente están sentados esperando a ser atacados" por terroristas o insurgentes.

El experto británico agrega que en la medida que la ONU tampoco intervenga para evitar que los insurgentes se ataquen entre sí o a los ejércitos nacionales, las misiones seguirán siendo "bastante inútiles" en resolver asuntos de seguridad en los países donde los grupos armados ("terroristas o no") "anden por ahí corriendo, matándose entre ellos y disparándoles ocasionalmente a las fuerzas de paz".

Un caso complejo es el de Darfur -dice Roberts -, que parece "completamente intratable", ya que hay muchas pruebas de que el gobierno sudanés respalda a la milicia que ataca a las fuerzas de paz, y además la administración sudanesa "no tiene interés real en tratar de resolver la situación", sobre todo mientras el Presidente Omar al Bashir enfrente acusaciones por delitos de genocidio y crímenes de guerra en la Corte Penal Internacional (CPI).

"Lo mejor que se puede decir de la ONU en Darfur es que probablemente ha evitado una serie de masacres de civiles desarmados, por el solo hecho de estar allí, en la misma línea de lo que están haciendo en la República Centroafricana", señala Roberts. El experto agrega que, sin embargo, si mañana la ONU se va, "difícilmente podrá decir que ha hecho una gran diferencia".

Difíciles y complejas

Álvarez señala que las misiones en la RCA, RDC ("la operación más larga y que absorbe más recursos de la ONU") y Mali son "conflictos todavía vivos", que Naciones Unidas lleva a cabo junto con la Unión Europea y EE.UU., "muy difíciles y complejos de manejar (solucionar es imposible), ya que mezclan problemas internos de guerra civil-étnicas, con delincuencia organizada y terrorismo yihadista".

Sobre Mali, Roberts dice que la ONU "no está haciendo mucho" y que los islamistas "solo son puestos en jaque" por las fuerzas francesas, que tienen su propio mandato ofensiva bajo la Operación Serval que "localiza y destruye a terroristas y sus equipos".

La única misión de la ONU en África con un mandato ofensivo es la de la RDC, que se ha visto envuelta en acusaciones de uso excesivo de fuerza, como denunció este jueves el gobernador de la provincia de Kivu del Norte, quien afirmó que cinco civiles murieron en un ataque con helicópteros de cascos azules contra los rebeldes. La ONU desmintió esa acusación.

Pero por lo general las críticas más frecuentes son por no usar la fuerza suficiente, con el genocidio en Ruanda de 1994 como el caso más notorio.

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