lunes, 05 de octubre de 2015
El Mercurio
Principales entidades monitorearon la situación hasta el 2 de septiembre, día en que debía hacerse efectiva la paralización.
Si bien la última negociación del contrato colectivo de BancoEstado terminó con un acuerdo de última hora entre la administración y el sindicato único de la entidad estatal, no fueron pocos los actores que debieron analizar un escenario en que la huelga se hacía realidad. Porque la única forma de evitar la paralización de las actividades, que fue votada el 27 de agosto, era llegar a un acuerdo antes del 2 de septiembre, día en que por ley debía hacerse efectiva esta decisión. Como el proceso de los "buenos oficios" de la Dirección del Trabajo tampoco dio frutos, la administración liderada por Guillermo Larraín debió comenzar a preparar un plan de contingencia para garantizar que la cadena de pago continuara funcionando adecuadamente. Este plan incorporaba la asistencia de unos 300 trabajadores para mantener operativos algunos procesos fundamentales para la estabilidad del sistema. Pero no solo fue BancoEstado el que debió analizar este escenario, sino también otros actores de la industria. Conocedores de la situación explican que el Gobierno solicitó a algunas entidades evaluar los efectos que generaría la huelga del banco estatal a nivel nacional y el estrés que podría causar en la operación de la plaza. El impacto que tendría sobre el sistema no sería menor. BancoEstado tiene el 16% de las oficinas y sucursales bancarias del país, maneja más de ocho millones de CuentaRUT y más de 15 mil CajaVecina. Si se hacía efectiva la huelga, varias localidades habrían quedado sin servicios. Por ejemplo, en 96 comunas BancoEstado es la única entidad que tiene sucursales. De haber ido a huelga, estas localidades no habrían tenido acceso a este tipo de oficinas. Pero no solo eso. En los cajeros de BancoEstado se realiza la mitad de los giros del sistema, que equivale a la mitad de los montos transados. En varias zonas se analizó si los ATM de bancos privados estarían en condiciones de afrontar una mayor demanda. Algunos bancos miraron planes de contingencia para enfrentar la presión que generaría la paralización de las operaciones del banco. Por eso, cuando se informó que se había llegado a acuerdo, más de alguno respiró tranquilo.
