La Reserva Federal deberá sopesar nuevos interrogantes sobre la salud de la economía estadounidense antes de determinar en su reunión del 16 y 17 de septiembre si llegó el momento de subir las tasas de interés a corto plazo por primera vez desde 2006. El mercado laboral de EE.UU. reveló en agosto un descenso del desempleo, pero también una desaceleración de las contrataciones de personal, un par de señales contradictorias que pone a la Fed en la necesidad de dirimir en esa crucial cita si la economía interna ha mejorado lo suficiente como para absorber un alza de tasas o si la fragilidad global y de los mercados hace conveniente una mayor dosis de paciencia. Cuando han transcurrido más de seis años desde el fin de la recesión en EE.UU., la cantidad de empleados a tiempo completo superó en agosto por vez primera el máximo de antes de la recesión y está en un nivel récord. La desaceleración de China, que ha golpeado a las empresas manufactureras y de minería; el fortalecimiento del dólar, y la caída en los precios del petróleo han sido las razones por las que, según el Departamento del Trabajo, las empresas estadounidenses agregaron apenas 173 mil empleos el mes pasado. La generación de trabajos en otros sectores, en especial servicios como salud y restaurantes, que no han sentido los efectos de la desaceleración global, redujo la tasa de desempleo de 5,3% a 5,1%, su menor nivel desde 2008 y un dato que la Fed define como pleno empleo. La creación de empleo en agosto fue inferior al promedio mensual de 218 mil nuevos puestos que prevaleció en los primeros siete meses del año, lo que planteó la preocupación de que un menor crecimiento en algunos bolsones de la economía global puede estar afectando a empresas estadounidenses. El sector manufacturero, por ejemplo, recortó 17 mil empleos el mes pasado, luego de más de dos años de crecimiento mensual. La industria automotriz atenuó la tendencia al añadir 5.700 posiciones, mayormente por efecto de la demanda interna. Pero el sector minero eliminó nueve mil trabajos en el mes, un efecto de los menores precios del crudo. Las cifras de empleo divulgadas el viernes también sembraron confusión entre los inversionistas. El Dow Jones cayó 1,7%, mientras que los contratos a futuro mostraron que la probabilidad de que la Fed eleve las tasas en septiembre es de 28%, según los operadores, comparado con el 50% de hace un mes. ¿Menos razones? William Dudley, presidente de la Reserva Federal de Nueva York, dijo el mes pasado que los últimos acontecimientos han hecho que las razones para subir las tasas de interés sean "menos persuasivas", y le restó importancia al informe de empleo de agosto, puesto que contiene cifras "obsoletas". Sin embargo, Jeffrey Lacker, presidente del Banco de la Reserva Federal de Richmond y uno de los defensores más ardientes de un alza de las tasas, enfatizó el viernes que las cifras son positivas. Otros funcionarios del banco central han resaltado en las últimas semanas el repunte consistente del mercado laboral, aunque han advertido que cualquier aumento de los intereses será paulatino. El momento que la Fed escogerá para subir las tasas sigue siendo incierto, pero las cifras del viernes agregaron nuevos elementos al panorama para los inversionistas. Es probable, por ejemplo, que persista la volatilidad de las bolsas. El Dow acumula un descenso de 12% desde su máximo de mayo y muchos inversionistas indicaron que las cifras de empleo son lo suficientemente robustas como para que la Fed suba las tasas este mes si solo toma en cuenta la salud económica de EE.UU. No obstante, las dudas sobre el enfriamiento de China y sus consecuencias en el resto de los mercados emergentes podrían hacer que la entidad postergue la decisión. La incertidumbre resultante sienta las bases para nuevos episodios de volatilidad en los mercados. "Cuando hay un punto de inflexión en la política monetaria, eso acentúa la volatilidad", dijo Mike Ryan, estratega jefe de inversión de UBS Wealth Management Americas. Aunque las acciones estadounidenses podrían caer a corto plazo, muchos gestores de fondos son optimistas a largo plazo. La economía del país es lo suficientemente dinámica como para justificar un incremento en las ganancias de las empresas, lo que apuntala los precios accionarios. Otro viento a favor de las bolsas es la política monetaria de estímulo que impera en las economías desarrolladas. Es probable que la Fed suba las tasas en forma gradual y las mantenga bajas mientras que el Banco Central Europeo acaba de señalar su disposición a expandir las políticas de crédito barato si lo estima necesario. Los bonos, por otra parte, siguen siendo una buena apuesta. Cualquier retraso de la Fed en aumentar los intereses y las turbulencias en los mercados financieros beneficiarían a la inversión en renta fija, al menos a los instrumentos de menor riesgo, como los Bonos del Tesoro estadounidense. El rendimiento del Bono del Tesoro a 10 años cayó a 2,127%. -Ben Leubsdorf y Jon Hilsenrath contribuyeron a este artículo.
Los bonos siguen siendo una buena apuesta. Cualquier retraso de la Fed en aumentar los intereses y las turbulencias en los mercados financieros beneficiarían la inversión en renta fija.