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Investigación siguió por un año a más de 400 familias:

La ansiedad matemática de los padres incide directamente en los hijos

lunes, 31 de agosto de 2015

Margherita Cordano F.
Educación
El Mercurio

Un nuevo estudio concluye que la actitud de los apoderados frente a la materia es extremadamente determinante en el resultado académico de los niños. Para revertir el problema no es necesario volverse un experto, sino cambiar la manera en que se abordan los desafíos.



Cuando sus cinco hijos todavía estaban en el colegio, Carmen Lefian eludía los cuadernos si sabía que tenían tareas de matemáticas. "Me dolía la guata pensando en que me iban a pedir ayuda. Sentía que no tenía ninguna capacidad para explicarles", comenta a sus 67 años y con 14 nietos a cuestas.

Aunque reforzaba la idea de que sus hijos debían estudiar para salir adelante, cuando se trataba de números, Carmen se excusaba de colaborar con evasivas relacionadas al trabajo -hasta hoy se dedica al aseo- o diciéndoles que aprovecharan más a sus profesoras.

Sus pretextos no son un caso aislado: según datos publicados por la revista Educator en 2014, cerca del 20% de los adultos se sienten ansiosos al pensar en conceptos matemáticos. Esto va más allá de ayudar a sus hijos con las tareas, volviendo una complicación el hablar de sueldos, calcular lo que deben o sacar porcentajes.

"Esta falta de confianza hace que sean muchas las personas que se complican revisando las compras o tratando de entender su liquidación de sueldo", comenta Margarita Silva, directora de la carrera de Pedagogía Básica en la Universidad San Sebastián, casa de estudios que creó un convenio con la empresa Eulen para reforzar conceptos matemáticos a sus trabajadores. Dos veces por semana, los estudiantes de último año de Pedagogía se reúnen con el equipo y los instruyen en torno al tema.

"Es un proceso de enseñanza donde buscamos quitarle el carácter sancionador a las matemáticas, mostrando con situaciones del día a día lo útil que es no cerrarse y aprender sobre ellas", dice Silva.

Carmen Lefian, que desde hace tres meses participa en la iniciativa, confía en la idea de que pronto podrá ayudar a sus nietos con las distintas dudas que tengan. En caso de no saber las respuestas, le entusiasma poder descubrirlas juntos.

Un ejemplo

Más que ser un especialista en el área, para ayudar a los escolares a no temer a las matemáticas, el primer paso es dejar a un lado frases como "esto es demasiado complicado" o "los profesores están locos si piensan que esto es fácil de resolver". Así lo sugiere Elizabeth Gunderson, profesora del Departamento de Psicología de la Universidad de Temple (Estados Unidos) y una de las autoras de un estudio sobre ansiedad matemática en padres, publicado este mes en la revista Psychological Science.

"Para los adultos que sufren de ansiedad matemática, un simple problema de aritmética implica estar nervioso. Y eso puede que lo reflejen al supervisar tareas de sus hijos con frases como 'está bien, a tu edad yo nunca fui bueno para las matemáticas'. Aunque la intención es entregar consuelo, lo cierto es que este tipo de alivio puede ser muy poco motivante", explica Gunderson a "El Mercurio".

Para su investigación, los psicólogos estudiaron a 438 niños que cursaban 1° y 2° básico a principios y fines del año escolar. A través de pruebas midieron su capacidad y ansiedad en torno a las matemáticas, siendo este último proceso uno que repitieron sus apoderados. Se concluyó que aquellos niños con papás nerviosos tenían peores resultados académicos que los estudiantes con papás que no se angustiaban, incluso si a veces no conocían la materia.

Sin refuerzos positivos ni ejemplos de cómo no dejarse afectar por el miedo, los investigadores descubrieron que los niños de padres ansiosos rendían hasta un tercio menos que sus compañeros, lo que los llevó a concluir que la actitud hacia el ramo pesaba más que la genética. Su sugerencia fue abordar el tema en las reuniones de padres.

"Una estrategia es aprender más del currículo de matemáticas al hablar con las profesoras, preguntándoles cómo alinear mejor la ayuda entre ambas partes. Otra recomendación es que los papás busquen situaciones diarias en las que usen este conocimiento, como cuando se miden los ingredientes al cocinar. Esas experiencias positivas hay que compartirlas con los hijos".

Entretenerse

En el colegio Espíritu Santo de San Antonio -parte de la Red de Escuelas Líderes de Educación en Pobreza- esta idea la refuerzan desde hace más de cinco años, cuando decidieron comenzar con el proyecto de Olimpiadas Matemáticas Familiares. Para preparar esta ocasión (donde papás e hijos disfrutan de un día de competencias numéricas en el establecimiento), durante la semana a los alumnos de enseñanza básica y media se les envían tareas lúdicas que deben resolver en familia.

"La idea es transformarlo en una ocasión para celebrar y estar todos juntos. A nadie se le pide que sea experto en la materia, solo que acepten el desafío y se entretengan en el proceso, para de esta forma ir perdiendo el miedo a las matemáticas", comenta Gabriela Salgado, profesora del área y coordinadora de tercer ciclo en el colegio.

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