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El delantero militó en el Hertha Berlín entre 1984 y 1985:

La olvidada historia de Diego Castro, el primer chileno que jugó en el fútbol alemán

lunes, 10 de agosto de 2015

Economía y Negocios
Deportes
El Mercurio

Surgió en el desaparecido Aviación, fue compañero del "Cóndor" Rojas, llegó a ser seleccionado juvenil y partió primero al campeonato de EE.UU, antes de pegar el salto a Europa: era el único latinoamericano en la liga germana. Pero después, poco y nada se supo. Hoy, 30 años más tarde, vive en Texas. "Soy como un eslabón perdido", dice, mientras goza con la "colonia" chilena en la Bundesliga.



"Mi error fue no seguir en Alemania. Yo debí haberme quedado allá", plantea al teléfono Diego Castro desde Texas. Su nombre no dice mucho, y de su particular historia en el fútbol europeo -perdida en los libros de estadísticos, langusinos y ratones de biblioteca- poco y nada se conoce.

No fue famoso en Chile, su pase no costó millones de dólares y tampoco tuvo una carrera estelar. Pero Diego Castro fue el primer chileno en jugar en el exigente balompié alemán.

"¡Uf, eso fue hace 30 años! Déjeme hacer memoria y buscar algunos recortes que aún guardo", dice desde su oficina.

Castro tiene hoy 53 años y está radicado en Estados Unidos.

Su carrera como futbolista es poco usual. Antes de pasar a Europa cuando el euro no existía, se fue a Estados Unidos. Tenía entonces menos de 20 años.

"En Chile estuve en Aviación entre 1979 y 1981, pero el año que subí de juvenil al primer equipo, el club bajó de primera a segunda división. Igual jugué, aunque ganaba nada de plata. Estaba Isaac "El Marinero" Carrasco de técnico y entrenaba con Jáuregui, el "Cóndor" Rojas, el "Loco" Fournier y otros. Yo tenía 18 o 19 años, y llegué a una selección chilena juvenil con Carlos "Tanque" Campos de entrenador. Pero al final decidí venir a Estados Unidos", narra Castro.

El ex delantero no era un caso común. "Yo entré a la universidad teniendo 16 años. Estudiaba Química y Farmacia, y al tercer año dejé los estudios por el fútbol", explica.

Cuando partió de Chile a Estados Unidos en 1982, pensó retomar sus estudios. En Norteamérica vivía su madre, una destacadísima máster y doctora de Lingüística, con estudios en Londres, ciudad en la que -antes del fútbol- Castro residió acompañando a su familia.

-Y en EE.UU. otra vez lo atrapó la pelota.

"Claro. Tenía que pagar arriendo y otras cosas, así que me puse a jugar en una liga semiprofesional en que me pagaban unos 400 dólares por partido. Allí me vio un ex futbolista alemán que jugó en el Bayern Munich y me dijo que me fuera a probar a un equipo profesional de Estados Unidos, la NASL, la liga en que habían jugado Beckenbauer, Pelé, Figueroa y otros".

Castro se fue a probar al Chicago Sting, lo aceptaron e inmediatamente firmó contrato. "Era un muy buen contrato. Tenía para comprar casa y auto, un mundo de diferencia con Aviación, donde ganaba una miseria y le tenía que pedir el auto a mi papá o ir a entrenar en micro a El Bosque. En Chicago había varios jugadores alemanes -uno había jugado en el Hertha Berlín- y ellos me dijeron: anda a probarte a Europa. Y partí".

- ¿Cuánto costó su pase?

"Cuando me fui a Europa yo era dueño de mi pase. Había terminado contrato con Chicago Sting. No me acuerdo qué sueldo ganaba en Hertha. Era una combinación de prima y sueldo base, más incentivos por partidos jugados, partidos ganados, etcétera. Además, me pagaban en marcos, la moneda de Alemania en esos tiempos. Calculo que en términos de dólares de 2015 debo haber ganado unos US$ 400 mil por año. Eran otros tiempos y se ganaba mucho menos que hoy, pero me acuerdo que cuando me llevó un representante del club a abrir una cuenta me dijo de broma que yo ganaba más que el gerente del banco".

En el Hertha, de la Segunda División germana, el entrenador era Uwe Kliemann. "Le decían 'Funkturm', que es una torre que hay en Berlín parecida a la torre Entel de Santiago, porque era alto y fornido. El arquero era Andreas Koepke, que después pasó al Nuremberg y fue seleccionado alemán por muchos años. De hecho, estuvo en dos o tres mundiales y hoy es preparador de arqueros de la selección. Otros compañeros fueron Frank Wormuth, que hoy trabaja en la federación alemana de fútbol; Dieter Timme, Grillmeier y Hans Winer, ex compañero mío en Chicago y que me recomendó al cuerpo técnico de Berlín".

- ¿Cuántos extranjeros permitían en Alemania por club?

"Solo dos: un danés y yo. Ni siquiera existían los pasaportes comunitarios como ahora. Bueno, me probé en el Hertha, que había bajado a Segunda División. Para mí fue una aventura tremenda. Ojalá hubiera aguantado más, o me hubiese cambiado al fútbol francés o español. En Alemania estaba solo, era cabro, el frío era terrible, los alemanes eran fríos, el muro de Berlín y las dos Alemanias aún existían y para salir de ahí había que tomar avión. Fue todo un tema. Al principio me quería devolver, pero me quedé hasta 1985".

-Igual jugó 22 partidos.

"Y me molían a patadas. Yo era delantero de encarar y ¡paf! patadas. Así era la Segunda División en Alemania".

Según los langusinos datos estadísticos oficiales enviados a este diario por la Fundación-Museo del Hertha Berlín -un club con más de 120 años de historia-, Diego Castro debutó el 30 de julio de 1984 en un amistoso contra el Tennis Borussia, y su último partido fue el 6 de septiembre de 1985 contra el Hannover 96. En total, jugó 27 partidos por el Hertha, 22 en la Bundesliga 2 -diez veces como titular-, dos en la Copa Alemania y tres amistosos. "A pesar de que fue delantero, anotó un solo gol: fue el 8 de mayo de 1984 en un amistoso contra el Sportfreunde Neukölln. Hertha ganó 2-0", precisan desde Berlín.

El propio Castro regala más anécdotas. "Mi debut oficial fue contra el Nuremberg, jugué con un esguince de rodilla derecha y me perdí el gol del triunfo por no poder pegarle bien a la pelota con esa pierna. Y el último fue contra el Hannover, de visita con 65 mil personas. Me rompieron la misma rodilla con una patada espectacular, y al infractor solo le mostraron amarilla. Ahí dije no más. Estuve dos semanas lesionado, sin entrenar, y decidí volver a Estados Unidos", resume.

Castro guarda buenas amistades y otros detalles.

- ¿Cuáles?

"Fue lindo jugar entrenar, todos los días en el estadio Olímpico de Berlín. Todavía estaba el muro y Berlín era una ciudad ocupada por militares de Estados Unidos, Francia e Inglaterra. Al otro lado del muro estaban los alemanes del Este y los rusos. Era muy difícil jugar como extranjero en Alemania en esos tiempos, más aún para un sudamericano. No había jugadores ni entrenadores de América Latina, y los alemanes te hacían la vida muy difícil. Aun así, los pocos que logramos jugar allá en esos años entendemos mejor que nadie la magnitud del logro de Arturo Vidal o Marcelo Díaz. La cosas han cambiado, pero seguro que no tanto".

- ¿Y cómo le fue de vuelta en Estados Unidos?

"Volví y a los dos años se acabó la NASL. Quebró. Así que me dediqué al fútbol indoor hasta 1994, hice cursos de entrenador y monté una academia de fútbol que surte de jugadores a las universidades. Acá En Estados Unidos me casé y mi hijo Jackson, de 12 años, juega de 10 y es mucho mejor que el papá".

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