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Autora de "La Resta", publicada por Tajamar Editores:

El Santiago de cenizas y números de Alia Trabucco

sábado, 08 de agosto de 2015

Economía y Negocios
Cultura
El Mercurio

En su novela debut, la escritora chilena presenta un relato donde la herencia de la posdictadura une las historias de tres jóvenes.



Se publicó en Chile el jueves de la semana pasada, pero antes de eso "La Resta", novela debut de la joven escritora chilena Alia Trabucco (1983), ya estaba dando que hablar. En España se editó primero por el sello independiente Demipage, y en junio fue parte de una selección de escritores chilenos que destacó el diario El País y que definió como "los hijos de la dictadura chilena".

Trabucco no comparte del todo la frase. "Entre las escrituras más recientes, algunas reflexionan sobre la dictadura y otras, también valiosísimas, no lo hacen. Las resonancias de este tema y el calificativo de 'los hijos' tienen que ver con los silencios que se impusieron durante la posdictadura y su interrogación actual, que se produce desde registros muy heterogéneos", comenta Trabucco.

Pero quienes sí son hijos de la dictadura son Felipe e Iquela, los protagonistas y narradores de "La Resta". El primero está obsesionado con los muertos que se le aparecen de imprevisto (en un parque, afuera de una iglesia) y los números de una resta inventada que nunca da cero, mientras que la segunda es enfrentada al constante atractivo del escape de la rutina y las ansias por encontrar su propia identidad, lejos de las presiones de la historia familiar.

Aunque no son hermanos, es como si lo fueran, con una infancia compartida gracias al vínculo de amistad de sus padres en la oposición a la dictadura. El relato va desde fines de los 80, con recuerdos como la celebración del plebiscito y la primera borrachera a escondidas, a un pasado reciente en un Santiago golpeado por la sequía.

Con la llegada de Paloma, hija de exiliados que también fueron amigos de sus padres, y quien viaja a Chile para cumplir el último deseo de su madre de ser enterrada en su país, la novela se convierte en una road movie poco convencional. Cuando el cadáver es derivado por culpa de la sofocante lluvia de cenizas de la capital al aeropuerto de Mendoza, peligrando el funeral, los tres jóvenes se embarcan entonces en un improvisado viaje en rescate de sus restos mortales, en una narración que salta de Iquela a Felipe.

-En la estructura de la novela se pasa de un narrador a otro. ¿Qué significa cada voz en el relato?

"La estructura surgió a partir de los propios temas de la novela: el intento por cuestionar la autoridad del 'gran relato' de una época. Narrar desde una sola perspectiva, entonces, era imposible. Quería que Felipe, un personaje ambiguo y un poquito delirante, cuestionara el relato de Iquela, más contenido y complicado. Quería que la historia quedara repleta de agujeros negros, de pequeñas fugas".

Hija de la periodista Faride Zerán y el cineasta Sergio Trabucco, la escritora es abogada de profesión, pero hoy se dedica a tiempo completo a la literatura. Tiene un magíster en escritura narrativa de la Universidad de Nueva York y está cursando un doctorado en literatura latinoamericana en el University College London.

-¿Qué te llevó a la literatura?

"'La Resta' es mi primera novela, pero escribo desde muy chica. Trabajé varios años en esta novela y en el proceso me atravesaron muchas preguntas: cómo escribir sobre la posdictadura, cómo alejarse de la nostalgia y usar el humor y el dolor. Solo cuando estuve conforme con el manuscrito lo mandé a varias editoriales, entre ellas Demipage y Tajamar, sellos independientes que permitían la circulación local de sus libros y que andaban en busca de nuevas voces".

-¿Cuánto hay de tu propia infancia en la novela?

"Sigo creyendo en la ficción, sobre todo si se trata de la infancia. La niñez, después de todo, es una gran construcción llena de grietas. Y 'La Resta' intenta instalarse en esas grietas. No pretendía dar cuenta de una 'verdad' generacional, por el contrario: si se ha intentado construir una narrativa oficial, mi intención era contaminarla con desconfianza, incertidumbre, humor y resentimiento".

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