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La Araucanía:

Un futuro promisorio para los frutales y la modernización de los cultivos

lunes, 03 de agosto de 2015

Economía y Negocios
Especial Aniversario
El Mercurio

* En 170% creció la fruticultura en los últimos ocho años. El fuerte avance del avellano europeo, sumado a la expansión de los berries y la llegada de cerezos y viñas están cambiando la fisonomía tradicional y perfilan un panorama auspicioso para la fruticultura en la región en los próximos años.



El clásico paisaje amarillo que se repite a ambos lados de la Ruta 5 después de cruzar el río Malleco hacia el sur a comienzos del verano, con el trigo esperando la cosecha y grandes maquinarias en movimiento por la autopista ha comenzado a cambiar. En los últimos años se intercala con el color verde de los huertos de arándanos, avellanos europeos y una que otra viña que asoma por el oriente.

El nuevo panorama avanza desde los caminos interiores, especialmente en el norte de La Araucanía, donde esas plantaciones y otras de cerezos y manzanos se imponen con más fuerza que en la carretera.

El cambio -que por estos días se camufla entre el hielo y la escarcha de las bajas temperaturas invernales- es más que una esporádica sensación visual. Solo entre 2006 y 2012, la superficie de frutales de la región se duplicó, superando las siete mil hectáreas. Y entre ese año y 2014 creció 40% más, hasta llegar a 10.238 hectáreas, según estimaciones preliminares del Centro de Información de Recursos Naturales, Ciren. Un aumento de 170% en apenas ocho años, en una región donde la superficie destinada a la fruta apenas superaba las 500 hectáreas en 1982, según los registros oficiales más antiguos (ver infografía en página 20).

Las razones detrás de la transformación no responden solamente al cambio climático -en Temuco, el volumen de precipitaciones anuales ha caído 300 milímetros anuales en sesenta años, entre 1950 y 2013-, sino que también es parte de la diversificación que ha experimentado la fruticultura en todo el país durante las últimas décadas, con la introducción de especies como el arándano y el avellano europeo, los que más han crecido en la Novena Región y que actualmente dominan en superficie, con más de cuatro mil hectáreas en conjunto.

Y el potencial para la fruticultura en la zona está lejos de tocar techo. Por el contrario, se estima que recién está partiendo y que están dadas las condiciones de suelo y clima para crecer; solo en avellanos, por ejemplo, en unas 30 mil hectáreas más si es que existen las oportunidades de mercado para el fruto seco.

Pese a este despegue de la fruta, los cultivos anuales que tradicionalmente hicieron de la región el llamado "granero de Chile" no han desaparecido ni han perdido relevancia, y los productores comentan que cada vez es más común ver una mezcla de granos y frutales en los campos. En el trigo -el principal cultivo de La Araucanía-, a pesar de la baja de 39% de la superficie sembrada en los últimos 35 años, los rendimientos se han triplicado y en la última temporada promediaron 55,5 quintales por hectárea, según el INE, aunque en algunas zonas, con la incorporación de riego y maquinaria especializada, más el apoyo de nuevas tecnologías, se superan los 100 quintales.

Sin embargo, el promisorio futuro agrícola de La Araucanía enfrenta obstáculos. De acuerdo con la visión de los gremios, empresas y productores regionales, el conflicto con algunas comunidades mapuches es por lejos el mayor, sobre todo por la creciente violencia de los enfrentamientos y porque existirían unas 75 mil hectáreas productivas entregadas por la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi) que no están siendo utilizadas, según el Barómetro de Conflictos con Connotación Indígena elaborado por la Sociedad de Fomento Agrícola (Sofo).

Como una segunda traba mencionan la necesidad de contar con un embalse para asegurar la disponibilidad de agua para riego en los meses de verano, especialmente después de la sequía estival de 2014 y este año. También consideran que es urgente que las carreras agrícolas de las universidades de la zona se adapten más rápido a estos cambios, ya que hasta ahora tienen apenas una clase, durante un semestre, dedicada a la fruticultura.

La capital del avellano

Manuel Moller es ingeniero civil y llegó al campo familiar que mantenía arrendado cerca de Gorbea el año 2000, desde Santiago, luego de que quebrara su empresa constructora. Tenía 58 años y quería reinventarse en la agricultura. Al visitar a un productor de la zona le llamaron la atención unos avellanos europeos plantados en un rincón, pero no logró obtener más información sobre ellos. Averiguó en el Inia Carillanca, donde recién comenzaban a investigar la especie. Terminó organizando una gira técnica a Europa y plantando ocho hectáreas en su predio para saber cómo se comportaban.

Tras esos primeros pasos se transformó en el presidente de Avellanos Europeos del Sur, la asociación que hoy reúne a 64 productores del fruto seco entre Mulchén y Osorno, que en 2011 se asoció con Pacific Nut para comercializarlos y que hoy exporta buena parte de la producción a China, creando una alternativa al mayor poder comprador del país, AgriChile, del grupo Ferrero.

Manuel Moller actualmente tiene cien hectáreas plantadas y entre los socios suman tres mil hectáreas. Procesan la producción en una planta que construyeron en la entrada de Gorbea, poco después del letrero que dice "Capital Nacional del Avellano Europeo". Comenta que para este año los viveros en todo Chile están con las plantas agotadas, por los altos precios de la temporada 2014/2015, y reconoce que existe mucho potencial para seguir creciendo en superficie en La Araucanía, sobre todo por la mecanización, ya que una persona puede manejar diez hectáreas.

"Nosotros somos los que más promocionamos las plantaciones, porque lo que producimos en Chile es nada y hay un mercado potencial enorme en el exterior. Además, tenemos mucha facilidad para pasar de los cultivos tradicionales al avellano en esta zona. Todos los años se suman productores", comenta, aunque advierte que la mayor barrera es la inversión inicial y los años de espera para ver los retornos.

Aunque las cifras oficiales dan cuenta de 2.251 hectáreas plantadas en La Araucanía hasta 2012, se estima que ya bordean las cuatro mil hectáreas este año y que los suelos aptos para el frutal permitirían llegar hasta las 30 mil hectáreas.

"Tenemos un potencial enorme y lo importante es elegir bien las localidades para plantar. Según los antecedentes que tenemos, hay toda un área entre Pitrufquén, Gorbea y Loncoche que tiene muy buenas condiciones", detalla el investigador de Inia Carillanca Miguel Ellena, quien está desarrollando un programa de mejoramiento genético del avellano europeo, que permitiría contar con una variedad chilena dentro de los próximos diez años, con un árbol de menor tamaño, más productivo y adaptado a las condiciones del sur del país.

Además, comenta que este año establecerán los primeros huertos con portainjertos en la IX Región, que extenderán a otras zonas el próximo año, y que están esperando la obtención de la patente para una tecnología de polinización asistida que lanzarán al mercado en dos años más, junto con la empresa Grafosur. "Todo esto va a marcar una nueva base para el avellano en Chile y va a permitir que nuestra industria sea más competitiva", asegura Miguel Ellena.

Alto potencial, baja capacidad técnica

Si hasta ahora la producción de frutas de La Araucanía representa en torno al 2,4% del total del país, se espera que en diez años suba a 3,5%, según las estimaciones de la agrupación Araucanía Frutícola, que reúne a 32 productores de la región.

Para impulsar ese crecimiento están desarrollando un proyecto en conjunto con Ciren para definir cuáles son las aptitudes de los distintos suelos de la región, que lanzarán en diciembre y permitirá que, al ingresar el rol de un predio, los agricultores sepan qué especie es la más conveniente para su terreno, qué variedades y sus necesidades de agua.

"El estudio evalúa las potencialidades de un grupo de frutales frente a las características del suelo y clima de la región. Las especies que se consideran son las más promisorias, como arándanos, avellanos, cerezos, frutillas, moras, frambuesas, nogales y vides", detalla el ingeniero agrónomo de Ciren Horacio Merlet, a cargo de la iniciativa, a la que se accederá a través de internet y en la que se han invertido $300 millones.

En la empresa Huertos Collipulli exportan los arándanos, cerezas y manzanas que sus seis socios producen en 710 hectáreas, la mayor parte de ellas ubicadas en la zona norte de La Araucanía. Desde 2011 exportan las frutas en forma directa, en la última temporada enviaron los primeros arándanos orgánicos desde Chile a China, y están convencidos de que la región tiene un futuro promisorio que recién se comienza a explorar. De hecho, pretenden seguir creciendo en plantaciones, principalmente de arándanos y manzanos, a pesar de la falta de mano de obra calificada que muchos ven como limitante.

"Es un problema en todo Chile, pero en nuestro caso, como somos más tardíos, competimos en los arándanos con huertos más sencillos de cosecha en la zona central, y en marzo acá nadie quiere cosechar arándanos, porque quieren irse a la manzana... Es una competencia entre regiones y entre cultivos, pero no lo vemos como una limitante porque se soluciona con la capacitación, que debe realizarse todos los años", asegura el director comercial de la empresa, Cristóbal Duke.

El presidente de Araucanía Frutícola, Carlos Inostroza, cree que la falta de capacitación en la mano de obra es un punto que podría limitar el crecimiento de los berries. Sin embargo, agrega que esa formación no debe darse solo a nivel de temporeros, sino que también en las universidades de la región, que no han incorporado a la fruticultura como un área fuerte de sus mallas.

"A los que egresaron hace cuatro años de Agronomía en la zona nunca les enseñaron de podas ni fertirriego, recién están agregando algún ramo de fruticultura y creo que nos falta incorporar esa cultura entre los profesionales. Lo que está frenando que se acelere el avance de este rubro es la falta de capacidades técnicas, porque al que le interesa tiene que irse a estudiar a Talca o Santiago y experimenta con las condiciones de allá, pero no con la realidad local", critica, y plantea que hay oportunidades en especies como las frambuesas y frutillas para los pequeños agricultores, nogales y castaños para huertos más grandes, y en frutos nativos, como la murtilla, que cultiva desde hace seis años y exporta a Estados Unidos, con sus empresas Murtilla Carahue y Delight Berries.

Cultivos 2.0

Si bien hay consenso en que la rentabilidad de los frutales en el mediano plazo es más alta que la de los cultivos anuales, tanto empresarios como especialistas y gremios creen que su avance en La Araucanía será un proceso lento y que la región no dejará de ser el granero de Chile.

Sin embargo, advierten que vienen cambios para los cultivos, para seguir avanzando en la modernización que se ha observado en los últimos diez años, con la incorporación de herramientas de precisión, semillas de calidad, maquinaria de última tecnología y la llegada de la agricultura de contratos, que proyectan como la mejor fórmula para el desarrollo del rubro.

El riego es el aspecto que marcará la diferencia en los rendimientos futuros. Es el salto que viene, ya que hasta ahora solo el 30% de la superficie de los grandes agricultores lo tiene, el 25% de los medianos y poco más del 5% de los pequeños, según datos de Cotrisa.

Las diferencias que se obtienen al incorporarlo son, a lo menos, atractivas. El productor de Ñuble César Guíñez, en la Región del Biobío, siembra unas 700 hectáreas de trigo y comenta que en la superficie bajo pivotes obtiene rendimientos de 120 quintales, en comparación con los 80 que logra en un suelo similar sin riego, una situación parecida a la que ha experimentado en la zona de Malleco, en La Araucanía, el productor Germán Siegmund. "No hay nada más tranquilizador que saber que tienes el agua en el momento preciso que necesitas aplicarla", dice.

El gerente de Empresas Agrotop, Alex Strodthoff, comenta que el rendimiento del trigo puede subir 15% con riego, que se traduce en 40% más de rentabilidad, sin considerar las ventajas en la calidad de los granos, y añade que en la avena y raps se obtienen aumentos de la misma magnitud.

"Sin embargo, la discusión en Chile en este momento no está en torno a hacer embalses, sino en los derechos de agua subutilizados, cuando en esta región el 93% del agua que sale de la cordillera va al mar en forma súper ineficiente. El riego ya es importante y va a serlo cada vez más", critica.

El presidente de la Sofo, Marcelo Zirotti, cree que la falta de un embalse en la región es una de las mayores limitantes para la agricultura. "Su construcción es algo imperioso y es una decisión que se debe tomar hoy, por el tiempo que toma construir el sistema de canales asociado a él y su entrada en pleno funcionamiento. El proyecto existe desde 1958, y hay que tomar estas decisiones ahora, porque nos estamos quedando atrás respecto de los países vecinos", plantea.

Pero la mayor limitante que observan los distintos actores es el conflicto con comunidades mapuches, especialmente entre los productores de cereales -algunos piden mantener su nombre en reserva-, ya que consideran que políticamente no se han dado las soluciones adecuadas, lo que ha generado una escalada de violencia.

Desde el punto de vista de la industria, el gerente de Agrotop -empresa que compra la producción de unas 50 mil hectáreas, de la cual el 70% proviene de La Araucanía- asegura que muchos de sus proveedores han vendido sus campos o reducido sus siembras en los últimos años, hasta tener hoy el 10% o 20% de lo que cultivaban tradicionalmente.

"Esta problemática nos pega por el abastecimiento, porque si productores importantes de la zona tienen que vender sus terrenos o irse de la región no sabemos cómo nos vamos a seguir abasteciendo", explica, aunque la empresa inaugurará en los próximos meses una planta para producir aceite de raps, con una inversión de US$ 10 millones.

Los socios de Huertos Collipulli también comenzarán a operar este año una planta para aceite de raps, con una capacidad de procesar 1.500 kilos por hora, en una apuesta por desarrollar un mix entre fruticultura y cultivos anuales con valor agregado. Reconocen que el panorama es difícil por los problemas sociales -tienen generadores por los constantes cortes de luz en el verano, por los incendios intencionales-, pero Cristóbal Duke cree que la decisión de seguir invirtiendo se debe a que los socios son de la región y quieren sacarla adelante. "La mayor limitante es este conflicto porque no hay inversión ni inclusión, es lo que tiene todo estancado y afecta al desarrollo de la región y su potencial, pero lo vemos como una dificultad con la que hay que lidiar", plantea.

La superficie de frutales llega a 10.238 hectáreas. En 1982 apenas superaba las 500 ha.

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