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El avance de un nuevo modelo de investigación

lunes, 27 de julio de 2015

Economía y Negocios
Reportaje
El Mercurio

Si bien en el país existen organismos enfocados en la investigación y tecnologías, Chile ha apostado a traer centros de excelencia internacionales como una forma de acelerar y de reorientar la investigación local, enfocándola en los sectores más productivos.



Los primeros centros internacionales de excelencia llegaron a Chile en 2010. Lo hicieron a partir del Programa de Atracción de Centros de Excelencia Internacional en I+D, que lanzó la Corfo entre los años 2008-2009. Actualmente hay 12 centros de excelencia apoyados por Corfo, y un décimo tercero está a punto de ser aprobado. Detrás está el objetivo de convertir al país en un polo regional de innovación, realizar investigación y desarrollo de calidad internacional en el país y generar capital humano avanzado para Chile.

Si bien a nivel local se reconoce que en el país existen capacidades de investigación e innovación, pareciera que el ritmo no está en línea con lo que aspira el Gobierno.

"Este programa de Corfo se plantea como una manera de acelerar la vinculación, y de reorientación de la investigación que se realiza en las universidades; en hacerla más pertinente a los problemas de los sectores productivos, pero también con problemas que tienen que ver con ámbitos sociales, y el proceso de desarrollo de nuestro país", sostiene Eduardo Bitran, vicepresidente ejecutivo de Corfo.

Agrega que "hoy Chile no solo se ha posicionado como un buen lugar para hacer negocios, sino que también para hacer innovación y emprendimiento. Una de las principales ventajas radica en que las universidades y centros tecnológicos chilenos son capaces de producir conocimiento de alta calidad científica".

Los centros de excelencia que han llegado a Chile en el ámbito agrícola trabajan en un modelo de negocio que implica escuchar el problema de una empresa, levantar los fondos y desarrollar el trabajo. Hasta ahora los tres centros vinculados con el sector están desarrollando actividades en unión con empresas, entidades académicas y estatales chilenas, concentrándose en desarrollos específicos que surgen de necesidades propias de los sectores con que se han vinculado.

Ronald Bown, presidente de la Asociación de Exportadores de Frutas de Chile -Asoex- explica que aún no ha trabajado con ninguno de los centros de excelencia. "No tenemos ningún antecedente de investigaciones en fruticultura en Chile realizada por estos centros. Es probable que ello sea producto del aprendizaje requerido para un sector tan disímil y complejo".

Sin embargo, reconoce que algunos de estos centros han tomado contacto con ellos, proponiéndoles algunos proyectos, pero afirma que "a la hora de analizar los presupuestos y aportes solicitados a las empresas resultan desajustados respecto de los que manejamos vía nuestras instituciones de I+D+i nacionales".

con visión

de mercado

El primero de los centros internacionales de excelencia vinculados al mundo agrícola que se constituyó en Chile fue Fraunhofer, de Alemania. La filial chilena llegó en 2010 y desde ese momento ha establecido alianzas con universidades y empresas, cuenta con varios laboratorios propios en universidades y en la Fundación Chile.

Y ya cuentan con dos patentamientos.

En este tiempo han tratado de replicar el modelo alemán de trabajo. Tienen cuatro líneas: salmonicultura, desarrollo de medicamentos, bionanotecnología y energías renovables. Además, manejan una línea de biomedicina y una línea de agricultura propiamente tal, aprovechando su experiencia en distintas áreas de investigación.

Fraunhofer Chile tiene un equipo de 120 personas trabajando en laboratorios de distintas entidades de investigación. "Nuestros laboratorios están dentro de las universidades, los equipos están. Se han hecho para el bien y para complementar para poder hacerlo mejor", señala Marnix Doorn, gerente de la división Agricultura del Centro para Sistemas Biotecnológicos de Fraunhofer Chile.

Una problemática que han abordado dice relación con el modelo exportador chileno, que tiene una amplia participación del sector frutícola. Y dentro de este, parte de ello se logra con la polinización por abejas.

Paulina Cáceres, gerenta del Consorcio Apícola, cuenta que la experiencia de trabajar con un centro de excelencia -trabajan con Fraunhofer desde 2013- es diferente, pues cuentan "con visión de mercado. A ellos no hay que convencerlos".

Mario Marín, director de proyectos de Fedefruta, destaca la buena disposición que ha tenido la gente de Fraunhofer para acceder a las necesidades y buscar solución a la problemática de los exportadores frutícolas. Actualmente también son parte de los proyectos de polinización y manejo de colmenas para la producción de miel.

Marín reconoce que históricamente han mantenido con el INIA una relación muy positiva en investigación en fruticultura y considera que se debió considerar a ese organismo como centro de excelencia para recibir parte de esos fondos.

"Lamento que parte de los montos considerados para estos centros de excelencia no sean para INIA, para hacer su trabajo en el sector hortofrutícola. Así debería ser", insiste.

Es partidario también de que exista intercambio científico para que, una vez terminado el proyecto, el conocimiento quede en Chile. "Ellos transfieren un poco de conocimiento y se van. Deberían contratar profesionales en Chile y capacitarlos allá. Tener expertise en el país", indica.

Trayectoria histórica

La relación de Chile con la Universidad de California Davis no es nueva. El Dr. Pablo Zamora, director científico de la Universidad de California Davis Chile, cuenta que el primer encuentro partió en la década del 60 del siglo pasado y culminó en 1973. En esta época varios jóvenes investigadores partieron a estudiar doctorados y trajeron a Chile lo que luego sería el comienzo del proceso exportador frutícola nacional, y otros comenzaron la investigación científica en universidades, en el INIA y otros centros de excelencia nacionales.

Si bien UC Davis Chile comenzó oficialmente en abril de este año, Zamora indica que partieron hace dos años investigando proyectos que se podían desarrollar en Chile.

"Como parte de nuestra misión tenemos una relación colaborativa: colaboración empresa-universidad, universidad-universidad. Se identifican necesidades conjuntas y los técnicos participan en la investigación. Las empresas están receptivas a capturar conocimiento", puntualiza Zamora.

Actualmente están trabajando en el desarrollo de herramientas para la detección temprana de los hongos de la madera en las vides, para que no se produzca daño económico en los viñedos; en el análisis de genoma que permita una rápida, y no muy costosa identificación de variedades y clones, y en algunas que permitan un mejor y más eficiente uso del agua para lograr mayores rendimientos y calidades en los viñedos.

Para ello trabajan con las viñas Concha y Toro y Santa Rita, con un grupo de investigadores de ellas junto con los de la universidad, en laboratorios de la de Davis en Chile y en California, porque allá están los equipos de gama alta que permiten completar la investigación.

El proyecto se desarrolla en las mismas viñas, las que actúan como campus pilotos, apoyado por investigadores de las empresas participantes.

Juan Cury, gerente agrícola y de abastecimiento de VSPT Wine Group, explica que "creemos que el aporte y los conocimientos que pueden traer a Chile de la mano de nuestros investigadores locales es muy grande. Deben considerar que UC Davis trabaja en alianza con centros de investigación chilenos, las universidades de Talca, Tarapacá y Andrés Bello. Por lo tanto, este es un centro donde han sido convocados múltiples actores locales, lo que genera sinergia y un nuevo modelo asociativo entre los organismos de la investigación y la industria".

El objetivo de la relación, reconoce Cury, es que "el centro de la UC Davis sea capaz de validarse como uno de los centros de innovación relevantes del país en el área vitícola y enológica y que esto le permita seguir siendo uno de los principales articuladores de la innovación de nuestra industria".

El tercero de los centros de excelencia que está trabajando en agricultura es Wageningen UR Chile. Francisco Rossier, director ejecutivo Wageningen UR Chile dice que junto a INIA, uno de sus socios fundadores, han diseñado nuevas estrategias de logística para optimizar las cadenas exportadoras hortofrutícolas.

"Eso se traduce en la reducción de descartes y la obtención de precios más altos resultantes de la mejora de calidad del producto en destino. También junto con el INIA, trabajamos en la introducción al país de nuevas variedades de quínoa, bajas en saponinas, junto al fortalecimiento de la cadena de suministro para su procesamiento sustentable en nuevos ingredientes con etiqueta limpia. Finalmente, también se ha estudiado la relación entre factores climatológicos y geográficos, y perfiles de compuestos bioactivos a ser extraídos a partir de materias primas chilenas".

En particular, en el Instituto de Investigaciones Agropecuarias, INIA, dependiente del Ministerio de Agricultura, ven con cierta esperanza la arremetida de los centros de excelencia.

Sus investigadores y laboratorios participan en los proyectos que están llevando a cabo estos nuevos actores en investigación y esperan que los resultados de esta participación vaya más allá que solo los resultados específicos de los proyectos.

Iván Matus, subdirector del INIA, dice que esperan que los científicos de estos centros se instalen en forma permanente en nuestro país, para trabajar con sus pares nacionales, y que los expertos chilenos puedan viajar al exterior.

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de los 12 centros de excelencia internacionales que hay en Chile se enfocan en el agro.

Desarrollan
actividades en unión con empresas, universidades y organismos estatales , concentrándose en desarrollos específicos que surgen de necesidades propias de los sectores.

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