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Rafael Guilisasti: "Las expectativas deben moderarse, y tenemos que ser razonables. No podemos encaminarnos a una tragedia griega"

domingo, 19 de julio de 2015

Silvana Celedón y Camila Miranda
Economía y Negocios

El empresario integra dos comisiones de productividad: la del Gobierno y la de la CPC. En el caso de la primera, espera que derive en la creación de una agencia de productividad que, entre otras funciones, tenga la misión de evaluar iniciativas de ley. De haber existido, el proyecto de reforma laboral habría pasado por ese cedazo, afirma.

Hace varios meses que Rafael Guilisasti no hablaba. En ese lapso, la Presidenta Michelle Bachelet realizó su primer cambio de gabinete y se sinceró la situación fiscal para avanzar en las reformas del programa de Gobierno. En lo personal, Guilisasti dejó la mesa directiva de la Sofofa, y su candidato Andrés Navarro perdió tras la reelección de Hermann von Mühlenbrock.

Hoy forma parte del comité de relaciones internacionales del principal gremio de la industria, del cual ha sido consejero durante 16 años, y espera retomar su asistencia a los consejos de la Sofofa. "He estado viajando, pero apenas pueda volveré a ir", señala Guilisasti, descartando que su apoyo al fundador de Sonda haya dañado su relación con la Sofofa. "Los procesos electorales son así", sostiene.

Aunque hoy sus energías están abocadas a las dos comisiones de productividad que integra -la del Gobierno, liderada por el Ministerio de Economía, y la de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC)-, Guilisasti no elude el análisis de la vida pública.

Cauto, describe las señales entregadas por el Ejecutivo como positivas, pero incipientes. "Se está haciendo un esfuerzo que hay que mirarlo con bastante simpatía y colaboración, pero falta (...) es un cambio en proceso".

Además -precisa-, no se puede obviar que la opinión de la población sobre la gestión de las reformas es negativa y que todo lo ocurrido afecta la gobernabilidad y las coaliciones políticas, particularmente por el grado de tensión que se está generando al interior de la Nueva Mayoría.

-¿Estamos ante un nuevo gobierno, o es muy apresurado afirmar eso?

"Es muy apresurado, pero los datos duros están. La inversión ha caído en forma brutal, nadie va a desconocer en su sano juicio que hay elementos del ciclo económico internacional que están afectando, pero a nivel interno tenemos una caída en inversión, consumo, importaciones en bienes de capital y confianza. Se requiere de un golpe de timón, que es lo que se está insinuando".

"Insinuando, porque obviamente viene un ajuste en el gasto del próximo año que se reflejará en el presupuesto. La noción de priorizar apunta a que la gestión de las reformas tomará un rumbo distinto y que el crecimiento recuperará un sitial importante en la toma de decisiones de políticas macroeconómicas y también en la evaluación de algunas reformas".

-¿Hay que pasar ahora de los enunciados a la acción?

"No basta con que nazca un discurso. Existen resistencias al ajuste, y uno ve eso en algunos parlamentarios y voceros políticos".

-¿Cómo afecta esto al Gobierno, considerando que hasta hace poco las reformas y el programa eran sagrados, y ahora se acuña el término de "realismo sin renuncia"?

"Hay un elemento positivo, y es que no hay una ceguera total ante los datos económicos y que la magnitud del giro podría ser mayor de la que se prevé. Otro fenómeno es que la política, en su expresión de partidos, está con un saldo pendiente en recuperar credibilidad y generar confianzas, y a eso apunta la agenda de probidad, que instala el concepto de accountability y que nuestra élite política va a ser distinta en el futuro".

-¿Cree que el empresariado debería hacer un mea culpa porque no logró transmitir bien el impacto que tendrían las reformas en el crecimiento?

"Algunos empresarios, economistas y políticos venían expresando aprensiones frente al impacto de las reformas, pero el problema está en el nivel de credibilidad que tienen para que esas opiniones sean percibidas como tales. Esos fenómenos son más profundos. El marco de la nueva sociedad está para quedarse, y la relegitimización de los actores es fundamental. La crisis de confianza está arrastrando a todos, y ésta puede ser una oportunidad de ir racionalizando y procesando los cambios. Tenemos que hacer cambios, pero hacerlos bien".

"Espero que la comisión de productividad del Gobierno se convierta en una agencia"

-Usted participa en dos comisiones de productividad. ¿Cómo se relacionan ambas y cómo se van a coordinar?

"Son dos comisiones de naturaleza completamente distinta, pero que se asientan en un mismo diagnóstico: hay un trasfondo estructural en nuestro desarrollo económico que desde hace unos 10 años viene adoleciendo de muy bajas tasas de productividad, lo que no ocurrió en la década de los 90. Ha habido un estancamiento y algunas caídas de productividad. Hay abundante literatura sobre donde están los cuellos de productividad: acceso al mercado laboral de jóvenes y mujeres, eficiencia operacional, infraestructura, coherencia regulatoria, trámites, emprendimientos... O sea, los tópicos están.

¿Qué es lo que estamos empezando a hacer? En el caso de la comisión de productividad del Gobierno, hay un objetivo de largo plazo, y que es avanzar en construir una institucionalidad económica más compleja que la que tenemos. No se trata de una o dos medidas puntuales. Hay países que han podido instaurar, más que comisiones, agencias independientes de productividad, como Australia o Nueva Zelandia. Espero que la comisión de productividad del Gobierno se convierta en una agencia cuya misión sea poner las alertas en materia de productividad y evaluar iniciativas de leyes".

-¿La idea es que esta agencia sea una especie de filtro a los proyectos de ley?

"Pongo un ejemplo: la reforma laboral, en una etapa anterior, debería haber tenido un muy serio análisis de una agencia de productividad. Pero esa agencia debe estar legitimada en nuestro sistema institucional".

-¿Cómo concilia, en la práctica, su doble rol en las dos comisiones?

"Lo que estamos haciendo en la CPC son dos cosas: de aquí a cuatro meses nos hemos propuesto tener un levantamiento de los nudos de botella de la productividad, por su impacto en la economía y, sobre todo, por si su desate puede crear potenciales crecimientos. Eso lo vamos a hacer con McKinsey. En concreto, vamos a priorizar y proponerle a la CPC una agenda de productividad para el próximo año concentrada y focalizada en algunos puntos".

"Ojalá pudiéramos instaurar un lenguaje en que logremos conciliar las buenas políticas macroeconómicas con un conjunto de políticas microeconómicas, que nos ayuden a desatar los nudos e ir construyendo el crecimiento adicional que necesitamos (...) Tendremos que ser muy creativos y audaces para proponer políticas que permitan que la economía y la inversión se recuperen".

-Cualquier cambio en productividad requiere de esfuerzos. ¿Cómo cree que sea recibido este tipo de propuestas cuando una gran parte de la ciudadanía está más preocupada de exigir?

"Las cosas no son tan extremas. Se puede mejorar sustancialmente la producción de bienes y servicios. Por otro lado, tal como lo dijo la Presidenta, hay que avanzar con realismo y responsabilidad fiscal. Las expectativas deben moderarse, y tenemos que ser razonables. No podemos encaminarnos a una tragedia griega literalmente".

-¿Siente que se puso en juego la responsabilidad fiscal al impulsar una serie de reformas que implicaban alto gasto?

"Estamos aún lejos de eso. Pero los frenos oportunos se aprecian más que cuando son tardíos".

-¿Ese cambio obedece a la llegada de Rodrigo Valdés a Hacienda?

"Todos conocen a Rodrigo a Valdés, y lo que él ha hecho es enarbolar la responsabilidad fiscal dejando en claro que los recursos no alcanzan y que hay que gestionarlos de otra forma".

"Tendremos que ser muy creativos y audaces para proponer políticas que permitan que la economía y la inversión se recuperen".
RAFAEL GUILISASTI
Ex presidente de la CPC

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