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Emprendimiento es un ejemplo paradigmático de Economía Azul:

Holandeses cultivan hongos comestibles usando restos de café

lunes, 13 de julio de 2015

Economía y Negocios
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio

En un parque acuático abandonado, dos socios iniciaron un negocio en el que reutilizan desechos de café en su ciudad para producir alimentos y generar trabajo.



Los restos que quedan al preparar café, unos apetitosos hongos comestibles y un parque acuático abandonado. Tres elementos que parecían no tener nada en común, hasta que entró en escena Siemen Cox, un ejecutivo financiero holandés cansado de asesorar a bancos y aseguradoras y decidido a reinventarse en una vida más sustentable.

Inspirados por el libro Economía Azul, de Gunther Paulie (ver recuadro), hace dos años y medio Cox y su socio, el biotecnólogo Mark Slegers, decidieron arrendar el abandonado parque acuático Tropicana, un enorme recinto en medio de la ciudad de Rotterdam, en Holanda, cuya cúpula de vidrio dejaba pasar el sol hasta las piscinas. Pero a ellos no les interesaba la luz ni las piscinas ni los toboganes ni las rocas de utilería.

Lo que los atrajo fue el piso inferior, donde alguna vez estuvieron los vestidores, las duchas y unos pasillos oscuros.

Ahí comenzó su negocio azul: RotterZwam, una suerte de granja urbana donde producen hongos ostra ( Pleurotus ostreatus ), variedad comestible cuyo cultivo tradicional emplea como sustrato paja o astillas de madera. Ellos, en cambio, decidieron aprovechar la borra o desecho que queda tras preparar café.

"El café es, después del petróleo, el bien de consumo que más se comercializa en el mundo. Solo Holanda consume 120 millones de kilos de café en grano al año. Pero hacer una taza de café es uno de los procesos más ineficientes que existen: solo 0,2% del grano va a la taza. El 99,8% restante se bota", explica Cox, quien presentó su emprendimiento durante la novena conferencia Encuentros ChileGlobal, un evento que reúne principalmente a chilenos que estudian o trabajan en el exterior y que concluyó el viernes en Rotterdam bajo el lema "Desarrollando futuros sustentables".

Con mentalidad local

En Rotterdam se consumen 6 millones de kilos de café al año. En triciclos o vehículos eléctricos, trabajadores de RotterZwam recolectan los restos que deja la preparación del brebaje en cafés de toda la ciudad. Con ese "alimento" llenan las bolsas plásticas perforadas donde cultivan los hongos, que tras unos días comenzarán a emerger.

"Luego se los vendemos a restaurantes, tiendas y personas de la ciudad. Por lo tanto, producimos alimentos locales", dice Cox. Con esto evitan que toneladas de borra sean incineradas, y la huella de carbono de su producto es mínima.

Sin embargo, este emprendedor reconoce que aun cuando hay un movimiento de personas que están tratando de reducir su consumo de carne reemplazándolo por hongos, los holandeses "todavía no comen tantos hongos como quisiéramos".

Pero eso no lo intranquiliza. Su apuesta va más allá del plato: ya están haciendo pruebas para procesar enzimas de los hongos que podrían usarse para producir bioplásticos o en biodigestores para degradar desechos.

Por ahora -agrega- hay otras aplicaciones. "Los restos que quedan tras cultivar los hongos son ricos en materia orgánica, por lo que sirven para alimentar animales; los animales producen estiércol y del estiércol se obtiene biogás. Lo que pensábamos que era solo desecho, ahora genera alimentos, energía y trabajo. Podemos convertir pobreza en desarrollo y escasez en riqueza", asevera Cox.

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