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Ilonka Csillag:

Al servicio del patrimonio

sábado, 20 de junio de 2015

Texto, Jimena Silva Cubillos. Fotografías, Viviana Morales R.
Entrevista
El Mercurio

En sus más de treinta años de trabajo en torno al patrimonio nacional, la educadora y fotógrafa Ilonka Csillag -hace cinco al mando de fundación ProCultura- se ha convertido en pieza clave de su rescate, puesta en valor y difusión. Su misión ha consistido en convocar a equipos de expertos y a instituciones públicas y privadas, en el desarrollo de diversas iniciativas que generan identidad y mejor calidad de vida para varias comunidades.



Ilonka Csillag camina por las calles del barrio Lastarria segura de sí misma, relajada; saluda a un señor en la vereda del frente, a otro en la plazuela Vera Cruz y a un tercero que barre calles. Cuando se cruza con una mujer que lleva un pañuelo similar al de ella le comenta: "Tenemos el mismo gusto", y ambas se ríen como si se conocieran. Al volver a su oficina también conversa cariñosamente con Leíto, el longevo conserje del edificio que intenta capear el frío. Por cómo se desenvuelve la presidenta de Fundación ProCultura cuesta creer que sea vecina nueva del sector. "Nos trasladamos con la oficina hace unos diez días. Volví al lugar donde viví tres años; debo haber llegado cuando tenía 22".

De origen húngaro-ruso, Csillag (57) es pedagoga y fotógrafa. Durante 17 años trabajó en el Museo Histórico Nacional donde, entre otras funciones, creó el Archivo Fotográfico Patrimonial, para su conservación y reproducción. En 1999 formó la corporación Centro Nacional del Patrimonio Fotográfico y, como su directora, consolidó la conservación de archivos fotográficos a nivel nacional. La oportunidad de hacer algo más transversal la llevó a asumir la gerencia de la Corporación Patrimonio Cultural de Chile, cargo que dejó por ProCultura. "Creemos en el patrimonio cultural y natural como herramienta de desarrollo sostenible. Nuestro objetivo es vincular a las personas con lo propio para que lo pongan en valor, se identifiquen, potencien su autoestima y mejoren sus condiciones y calidad de vida. Así, por consecuencia, valoren su entorno y su patrimonio".

¿Dónde nace la pasión por la cultura?

-Cuando le pregunté a mi abuela qué se trajo de su país -unos huyeron de la persecución judía en Rusia y los otros de los efectos de la II Guerra Mundial en Hungría-, me respondió: el piano que tocaba todas las tardes con sus padres y siete hermanos; los objetos de plata, pero no por su valor económico, sino porque habían sido de su abuela, bisabuela y tatarabuela, y todas sus fotos. Solo cosas que la acercaban a su gente. Eso de alguna forma marcó en mí la sensación de no saber quién soy. Ella tenía un sentido del arraigo muy fuerte y eso influyó en mi necesidad de tener raíces, buscar mi origen en el ámbito de la cultura.

Según explica, entre las tareas de la fundación ProCultura figura el impulso y apoyo de proyectos relacionados no solo con el patrimonio: "Tienen que ver con la vida en general. Somos un equipo multidisciplinario que se aleja del enfoque tradicional de la gestión cultural; pensamos que la cultura debe alcanzar nuevos ámbitos, como la salud, la educación, la espiritualidad y el espacio urbano. Trabajamos proyectos en tres áreas: restauración y puesta en valor de patrimonio material; difusión cultural en todas sus formas y desarrollo social. Estas líneas no van por separado; siempre se vinculan entre sí. Por ejemplo, en Chépica hicimos un levantamiento de su identidad a través de la fotografía familiar, y casi en paralelo realizamos capacitaciones y talleres de desarrollo personal a sus tejedores a telar para ayudar a perpetuar un oficio poco conocido y valorado.

Desde que se formalizó esta organización, en mayo de 2010, han lanzado cerca de 45 publicaciones, incluyendo 21 libros que abarcan desde la memoria de San Antonio y sus alrededores, al transporte público de Valparaíso desde 1860 a 1960, entre otras temáticas. Asimismo, ProCultura ha liderado la restauración de 17 inmuebles de la talla del Palacio Íñiguez y una ex industria textil en calle Dieciocho, en Santiago; la Iglesia Sagrado Corazón de Jesús, en Valparaíso; las reconstrucciones de la Escuela San Ignacio de Calera de Tango y de la Capilla de la Hacienda Los Lingues, en la VI Región. "Somos un equipo pequeño; la fórmula que nos permite funcionar son las alianzas, tanto con colaboradores como con organizaciones públicas y privadas. Por ejemplo, de no ser por el fondo Puesta en Valor, lo más probable es que aún estaríamos entrampados restaurando esos edificios patrimoniales".

¿Qué balance hace de esta gestión?

-No ha sido fácil y muchas veces la cultura y el patrimonio no son una prioridad. Hemos desarrollado proyectos acogidos a la Ley de Donaciones Culturales, golpeado todas las puertas y postulamos a cada fondo que se abre, ya sea de privados o que provengan del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, la Presidencia, el Minvu, el Fondo Nacional de la Discapacidad, etc., pero obtener los recursos es cada vez más difícil. Soy optimista, luchadora, pero necesitamos más apoyo de políticas culturales del Estado, sobre todo de sostenibilidad y que funcionen en forma transversal, involucrando a todos los ministerios para que trabajen en conjunto. Lo primero para mí es descentralizar realmente Santiago, y en todo ámbito, para que la gente pueda irse de aquí y gozar Chile que es un sueño maravilloso. Segundo, cambiar el currículo educacional; este necesita apuntar menos a fomentar la competitividad y el éxito, y debe ser más transversal y humano, incluir la valorización de las personas, también temas cívicos, volver a poner el arte en carpeta y comenzar a considerar nuestro patrimonio cultural.

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