viernes, 28 de octubre de 2005
CHRISTIAN VON DER FORST ATEAGA
Publicidad y Marketing,Economía y Negocios
Declaraciones de amor. Dioses griegos y latinos. Mitos que buscan ahuyentar ladrones y azarosos incendios forman parte del increíble origen del nombre de algunas marcas famosas en Chile y el mundo.
"Mi Amor Verdadero Es Rosa". Detrás de esta declaración de amor hay una marca, aunque usted no lo crea. Se trata de las iniciales de Maver cuyo nombre nace de un romántico socio que quizo ponerle así en honor a su señora. Este hecho es cierto, pero sigue con una historia que está en la categoría de mito.
Años después, otro socio de Maver estaba con una crisis en su matrimonio y aprovechó el lanzamiento de un nuevo producto (futura estrella) para hacer lo mismo... y le puso Tapsin, acrónimo de "Te Amaré Por Siempre Nora".
Sorprendentes, exóticos, originales y lúdicos. Otros, demasiado simples para ser ciertos.
Así son los orígenes de los nombres de una serie de marcas nacionales y extranjeras presentes en Chile.
En los 60 lo que fuese o pareciese extranjero mataba. Por ello, Marcelo Calderón le puso Johnson a su tienda de ropas (en honor a Lyndon Johnson, Presidente de Estados Unidos entre 1963 y 1969) y Ripley a su multitienda, tras ver en la calle Broadway, en Nueva York, un letrero alusivo al programa "Ripley, aunque usted no lo crea", y que hacía referencia a cosas increíbles, pero ciertas.
Así de azaroso. Tanto como el origen de la marca Danky. Ésta, de hecho, nunca debió nacer. Le tenían tan poca fe que iba al final de una lista con una serie de nombres que incorporaban el concepto "cono", "cone" y otros parecidos. Pero los ejecutivos los objetaron por demasiado genéricos y Danky quedó por descarte.
Con el origen de "Super 8" no se han puesto de acuerdo: en Nestlé, unos dicen que se debe a la cantidad de capas de galleta y crema que lo componían, y, otros, a que uno de los responsables de su creación era fanático de filmar con su cámara de video Super 8. El misterio continúa.
Tampoco se han puesto de acuerdo con el de la marca Jeep. Una de las historias proviene del ejército estadounidense y obedece a la transformación del acrónimo G.P. (que se pronuncia Yi-Pi) y que significa "General Purpose" (Propósito General). No en vano, se pensó como un vehículo para la guerra. Otros dicen que la palabra proviene del personaje Eugene the Jeep, de Popeye el Marino, un pequeño animal que tenía el poder de resolverlo todo.
Lucky Strike significa "Golpe de Suerte", y es eso lo que tuvo el dueño de un galpón en el que guardaba tabaco y que al incendiarse arrojó un producto ahumado que encantó a quienes lo probaron posteriormente.
OMO significa Old Mother Owl ("viejo búho madre"). Curiosamente sus primeros envases mostraban los ojos del búho en cada letra "O", y la "M" completaba su cara.
Demasiado simple
Algunos orígenes de nombres de marcas resultan demasiado simples, que cuesta creerlo.
Mampato le llaman a los caballitos enanos que pasean a los niños en el campo chileno. Tierno, y tan simple como la génesis de Apple (Manzana), fruto favorito de su cofundador Steve Jobs, quien tenía un huerto.
El origen del nombre y de la sirena de Starbucks, viene de un personaje de la novela Moby Dick. Sólo eso.
Las raíces griegas o latinas también son inspiradoras: Xerox viene del griego "Xer", que significa "seco", "simplemente para dejar en claro que esta marca hacía copias secas, no como otras", dicen en la empresa. Otros tiempos... De Nike "todos piensan que es una simplificación del apellido de su fundador (Knigh), pero en realidad es un tributo a la diosa griega de la victoria", dice Fernando Felicevich, de Marka, firma experta en branding.
Una diosa eslava también está presente en el nombre Lada.
Dos socios compartían una fábrica de automóviles en Alemania. Le pusieron el apellido de uno de ellos: Horch (escuchar). Cuando se separaron, este socio conservó el nombre y el otro construyó una nueva compañía, y para molestarlo la nombró "Audi"... que significa lo mismo, pero en latín.
En el Londres de la época victoriana (1891), el joven Marcus Samuel inició un pequeño negocio de antigüedades, curiosidades y conchas marinas del Oriente. Al poco tiempo se sumó el petróleo. Son los orígenes de Shell, que utilizó la concha marina para dar mayor énfasis visual a la palabra. Además, cada barco de Samuel tenía el nombre de un molusco.
El mundo del vino tiene tres buenas historias para el paladar.
Don Melchor Concha y Toro -asesorado por expertos franceses de la época- inició en 1883 la producción de vinos de alta calidad, los cuales guardaba en su bodega personal. Pronto comenzó a tener el problema de que algunos inquilinos le robaban, por lo que ocupó su ingenio y difundió entre los trabajadores de la viña el rumor de que el diablo se aparecía en esa bodega. Fue la solución al problema y el nacimiento del reconocido Casillero del Diablo.
El nombre de la Viña Tres Palacios se origina de la promesa de Patricio Palacios, su mujer y cuatro hijos de llevar este proyecto hasta las terceras generaciones, mientras que la Viña Chocalán recibe este nombre, porque "Chocalán" significa "flor amarilla" en mapudungún y le fue dado a la zona -cercana a Melipilla- por arbustos que prosperan en el valle.
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La tierra y el ego
Sin duda, los principales motivos de inspiración son la tierra natal y el apellido. El pueblito de Daiquiri (Cuba), Cadillac (al sur de Francia) y Fuji (la montaña más alta de Japón) fueron algunos motivos de inspiración. La argentina Arcor (Dos en Uno) proviene de Arroyito (AR) y Córdoba (COR).
El apellido y la familia también pesan (abundan en vinos y autos). Pero hay historias con agregado: Bacardi es el nombre del fundador, pero el dato sabroso se lo puso su señora, Amalia, que observó que en el techo de la destilería adquirida por su marido vivía una colonia de murciélagos, hoy símbolo de la marca de ron.
