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El goleador del Sudamericano del 53

"Paco" Molina: "Esta es la generación más rica de la historia del fútbol chileno"

sábado, 06 de junio de 2015

Economía y Negocios

El Mercurio

Pocos jugadores de la Roja pueden decir que le hicieron tres goles a Uruguay en un partido oficial y luego dos a Brasil. Muchos menos, que triunfaron en el Atlético Madrid, sobrevivieron a un bombardeo y cruzaron el Atlántico en el "Winnipeg". Con 85 años, y radicado en Antofagasta, el ex insider es historia viva del balompié nacional.



Paco Molina llegó a Chile escapando de la dictadura de Francisco Franco a bordo del "Winnipeg", en septiembre de 1939. Solo tenía nueve años.

Se hizo jugador de fútbol, se nacionalizó, llegó a la selección, fue goleador del Sudamericano de 1953 en Lima (así se llamaba el torneo que precedió a la Copa América), lo fichó el Atlético Madrid, se convirtió en ídolo "colchonero" y Franco, el mismo que obligó a su familia a partir al exilio, lo fue a ver al estadio.

Pero todo pudo haber terminado en Suria, el pequeño pueblo de Barcelona donde nació hace 85 años. La de Molina estuvo cerca de ser la historia de un niño muerto en la Guerra Civil Española a causa de los bombardeos, el hambre o las balas. "Viví la guerra desde los seis hasta los nueve años y lo que más recuerdo son los bombazos. Y casi muero por correr tras mi perrito, Lulú, que un día se me escapó en plena calle, justo cuando empezaron a sonar las sirenas avisando que venían los aviones. Alcancé a escuchar el silbido del obús, pensé que me caía encima y me tiré a un hoyo. La explosión fue a unos pocos metros. Desperté con los rasguños en la cabeza de alguien que me estaba desenterrando, porque me tapó una montaña de tierra. Me tiró, hasta que me sacó. Ahí perdí la audición de un oído", cuenta el ex jugador de la selección chilena, quien recibió a "El Mercurio" en su casa, en Antofagasta.

La familia de Francisco "Paco" Molina estaba en "el lado rojo, con los republicanos", los que perdieron un conflicto que, se estima, dejó medio millón de muertos. "Empezamos a arrancar a pie hacia Francia, en pleno invierno. Nos hundíamos en la nieve. Los niños caminábamos en una fila, unos metros más allá lo hacían los jóvenes. Había una fila de mujeres, otra de ancianos y otra de hombres. Así evitábamos que los que nos ametrallaban se dieran un festín", continúa recordando.

-¿Vio muchos cadáveres?

"Claro, la sangre resaltaba sobre la nieve. Llegando al lado francés nos metieron en un campo de refugiados".

-¿Cómo los trataban?

"Terriblemente, por ser españoles".

Los gendarmes galos se dieron cuenta del talento del niño para la pelota. Lo invitaron a jugar a cambio de comida. "Estuvimos unos seis meses en ese campo, pasando hambre y frío, pero la pelota nos ayudó". Allí escucharon por primera vez del "Winnipeg", el barco que el cónsul chileno, Pablo Neruda, arrendó para que los vencidos arrancaran a América.

-¿Qué significa Neruda para usted?

"Mucho, él nos sacó del infierno. Nunca dejaré de agradecerle".

El viaje por el Atlántico no fue fácil. Al temor de que los submarinos alemanes los hundieran, se sumaron las enfermedades. Molina contrajo tifus y fue uno de los cuatro niños que estuvieron graves durante la travesía: dos fallecieron en alta mar, y otro en un hospital en Valparaíso. "Un doctor se sentó en mi cama y me dijo: Paco, tus amigos se fueron, pero tú no vas a morir. Me han pasado tantas cosas que he olvidado, pero siempre recordaré al doctor Vizcarra".

Valparaíso, Lima y el regreso a España

A punta de transfusiones de sangre, sobrevivió. "Y pude conocer el paraíso", dice sobre el puerto chileno que lo acogió en su infancia. Entró a la Escuela Pública N° 4. Tampoco fue fácil. "Me agarraba todos los días a combos, porque el profesor de Historia dejaba mal a los españoles, que habían hecho esto y lo otro, que habían matado a Caupolicán...". Una vez más lo salvó la pelota, y, al poco tiempo, todos lo querían en su equipo.

Del Deportivo Roberto Parra, en el cerro Mariposa, pasó a Wanderers y, con 19 años, a la Universidad Católica, en 1950. Y llegó el Sudamericano del 53, en Lima. Molina, que se había nacionalizado en 1942, fue el goleador del torneo, con ocho tantos. "Tenía pie de señorita (calzaba 38), pero convertía la pelota en un obús", comentaba Julio Martínez. Una paradoja para quien casi muere por una bomba.

Los uruguayos, por entonces campeones del mundo gracias al Maracanazo del 50, fueron los primeros en ser "bombardeados" por Molina, quien les hizo tres tantos. Chile ganó 3-2. "La garra charrúa era puro pegar patadas. Recuerdo que anoté el primero, y todos los uruguayos fueron a putear al central que me tenía que marcar, quien me fue a encarar a mí para quedar bien con sus compañeros. Lo mismo en el segundo gol. Ahí le dije: 'Si me seguís jodiendo, te voy a hacer otro'. No lo podían creer".

Luego le haría dos más a Brasil. El Atlético Madrid se rindió ante el talento del insider (así se denominaba a los mediocampistas ofensivos en esa época) y lo llevó de vuelta a España tras el certamen.

El corazón de Alexis

-¿Con cuál jugador de la Roja actual se identifica?

"Con ninguno. No es que yo sea un astro, pero son funciones distintas. Me encanta la garra de Alexis Sánchez, algo que yo no tuve. El corre por todas las pelotas, las pelea. Yo, que me creía muy bueno, si la pelota se iba unos metros más allá, la dejaba y retaba al que me la había tirado".

-Usted vio a gran parte de los mejores jugadores chilenos y jugó con ellos. ¿Quién fue el mejor?

"No me gustan las comparaciones. Alguna vez las hice y me arrepiento. Jugué con grandes, como Raúl Toro en Wanderers, el 'Sapito' Livingstone, 'Cua Cua' Hormazábal y cuántos más. De los actuales, me gusta el corazón que tiene Alexis, corazón de Caupolicán. Lo malo es que pasa mucho en el suelo, pero lo mejorará con más experiencia. También está Arturo Vidal, tremendo. Otro que me gusta es Eduardo Vargas, aunque a veces desaparece".

-Fue amigo de Sergio Livingstone. ¿Era mejor que Claudio Bravo?

"El 'Sapito' fue un gran hombre, un gallo extraordinario y, por si fuera poco, un tremendo arquero. No sé si Bravo tendrá la altura que tuvo Livingstone, pero le está haciendo pelea, porque no es cosa de llegar, hay que superar, y Bravo lo está logrando".

-¿Qué diferencia a esta selección de las de su época?

"Sin ser bielsista ni sampaolista, creo que ellos cambiaron algo. Chile pegó un brinco muy fuerte, porque durante 30 o 50 años, Argentina, Brasil y Uruguay nos daban palizas. Cuando yo jugaba, salían uno o dos jugadores buenos en Chile. Ahora salió un equipo completo, hasta con reservas. Esta es la generación más rica de la historia del fútbol chileno. Ojalá que esta vez ganemos la Copa América".

"Pablo Neruda nos sacó del infierno. Nunca dejaré de agradecerle".

"Me gusta el corazón que tiene Alexis, corazón de Caupolicán. Lo malo es que pasa mucho en el suelo".

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