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José M. Piquer: Democracia Inteligente

martes, 02 de junio de 2015


IT-Talk ltda


De todas las áreas que se han visto impactadas directamente por las TICs, la
política ha soportado muchos cambios: las redes sociales, la transparencia y
los datos abiertos han generado gigantescos cambios en nuestra sociedad. A
modo de ejemplo, ¿habría una crisis política hoy en Chile sin TICs?

Prácticamente todos los escándalos han salido a la luz pública gracias a las
capacidades investigativas y tecnológicas de las que hoy día disponemos.
Sin embargo, hay una parte del sistema que ha resistido casi sin cambios
desde el siglo XIX los embates del tiempo y la tecnología: la democracia
representativa, basada en votaciones en papel, urnas de madera y libros de
registro firmados y guardados celosamente entre elecciones. Si uno lo
piensa, hay pocos sistemas tan importantes que hayan sobrevivido casi sin
cambios por tantos años. ¿Será que las TICs no tienen nada que aportar para
hacer de las votaciones un sistema más confiable, rápido y barato?

En un mundo en que la política se ve cada vez más cuestionada, en que los
jóvenes participan cada vez menos, los días de elecciones los locales de
votación parecen residencias geriátricas. Las TICs pueden salvarnos al
permitir que votar sea trivial, desde el teléfono inteligente y desde
cualquier parte en que haya conexión a Internet. Para los jóvenes, lo que no
se puede hacer desde su teléfono, no existe. La tecnología existente hoy
permite dar la confianza suficiente para autentificar al votante y
garantizar la unicidad y el anonimato del voto.

Yo participo en un emprendimiento que provee votación electrónica vía
Internet, http://www.evoting.cl, y los resultados han sido impresionantes:
la participación efectivamente aumenta en forma significativa,
principalmente en los jóvenes. Por otro lado, para mantener la participación
de los mayores, es necesario también tener votación en papel, lo que
requiere compatibilidad entre ambos sistemas.

Aunque parezca extraño, algunas propiedades de un sistema en papel son muy
difíciles de implementar en un sistema computacional. El simple acto de
separar el voto de la colilla con el número, antes de ponerlo en la urna, es
lo que permite que el voto sea secreto a la vez de garantizar que es el
mismo papel que se le entregó al votante antes de entrar a la cámara
secreta. Si el voto ahora es un archivo computacional y yo sé quién lo
generó (ya que tuve que verificar que el votante estuviera en el registro)
no tengo cómo garantizar que voy a separar ambas informaciones de forma de
no poder juntarlas más. Siempre el computador puede sacar una copia, generar
una bitácora, y finalmente violar el secreto del voto. Por ello, si les van
a vender un sistema de votación por Internet, siempre pregunten cómo
garantizan el secreto del voto, y no les crean que es fácil. La buena
noticia es que se puede, ya que existe la tecnología hoy para generar la
mayoría de las buenas propiedades de un sistema de votación.

Lo que falta aún lograr es el control del dispositivo que usaremos: si es un
smartphone o un computador cualquiera, siempre se puede mostrar el voto y
siempre podría generarse un programa malicioso que se instale en el
dispositivo y cambie el voto al momento de marcarlo. Para controlar esto en
una elección muy relevante, no nos queda más que tener computadores
especiales para votar, con un ministro de fe que garantice que la persona
votó sola y en secreto.

Para el resto de los casos, la necesidad de votar desde cualquier lugar y
desde cualquier dispositivo resulta tan apremiante, que es razonable correr
ese riesgo. Sindicatos, colegios profesionales y municipios han sido los que
más usan estos sistemas.

Para la institucionalidad completa del país, desde plebiscitos hasta
elecciones presidenciales, donde la creciente abstención mina las bases
mismas del sistema, resulta interesante preguntar si es factible utilizar
TICs para aumentar la participación. En esto, hay varias partes que podrían
automatizarse, y todas ayudan en crear un sistema más simple:

1) Registro Electrónico: aunque la base de datos del Servel es digital, son
los libros de las mesas los que controlan quién vota y dónde vota. Si
reemplazáramos esos libros por un sistema en línea, podríamos votar en
cualquier local de votación y, dentro de ese local, en cualquier mesa. Esto
ayudaría enormemente en la eficiencia para el votante: voy al local más
cercano y busco la mesa con menos cola. Hace más fácil también atender a los
chilenos en el extranjero, usando el mismo sistema.

2) Urna electrónica: en vez de marcar un voto en papel, se marca en una
pantalla digital. Esto es muy importante en caso de ser una elección con
distritos: si podemos votar en cualquier parte, ¡ahora tendríamos que tener
tantas versiones de los votos como distritos hayan en el país! La pantalla
de votación debe imprimir el voto para que el votante lo revise y luego se
va a una urna como antes. Esto tiene lo mejor de ambos mundos: la pantalla
tiene el recuento final de inmediato y mantengo la urna con los votos si
quiero auditar posteriormente.

3) Voto por Internet: en vez de tener que ir a un local de votación, me
autentifico y voto desde mi dispositivo favorito. Es el sueño de todo
ciudadano moderno y existe una gran demanda por este servicio. El problema
es que pierdo la garantía de que no le mostré mi voto a nadie y permito
fraudes masivos a través de programas maliciosos instalados en mi
dispositivo.

Muchos países han implementado los pasos 1 y 2. Muy pocos (Estonia es
probablemente el ejemplo más notable) han ido por el 3. Al final, es un
balance de riesgos: ¿es más peligroso que nadie vote o que pueda haber
fraude?

En el caso chileno, creo que la abstención es un riesgo serio para la
estabilidad democrática y nuestro sistema de votación es realmente poco
amigable. Cualquier paso que haga que sea más fácil y rápido votar, sería
muy bienvenido. Flexibilizar las mesas y los locales de votación acercan
las urnas al votante y eso ya ayuda mucho. Debemos ir caminando hacia un
sistema más moderno y amigable, que incentive la participación y demuestre
que la clase política de verdad quiere que la ciudadanía vote masivamente.

Por mientras, los partidos políticos debieran integrar masivamente estas
herramientas a su vida: consultas a sus bases y a la ciudadanía se vuelven
triviales y pudieran ser algo habitual, lo que antes era tremendamente caro
y difícil de lograr. Esto, claro, en el supuesto de que realmente les
interese saber lo que piensa la gente.

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