El primer emprendimiento del magnate inglés Richard Branson fue una revista universitaria por la que terminó preso al publicar consejos para tratar enfermedades venéreas. Un tiempo después, a los 20, fundó Virgin Records, compañía de discos que finalmente se vio obligado a vender, luego de millonarias pérdidas. Incluso en 1984, cuando intentó conseguir los permisos de operación para su compañía aérea Virgin Galactic, uno de los motores del avión, estalló. Hoy, varias décadas después, Branson es el dueño de una fortuna de más de US$ 5 mil millones y cabeza de un imperio que se ha expandido desde las telecomunicaciones hasta la exploración espacial. Si bien es obvio que son pocos los que logran alcanzar su nivel de éxito, su historia refleja muy bien la importancia que tiene el fracaso para los emprendedores. Según un estudio desarrollado por investigadores de las universidades de Stanford y de Michigan, los emprendedores tienden a ser exitosos a partir de su segundo intento. La investigación se llevó a cabo entre 1990 y 2011 en el comercio en Texas, y mostró que durante esos 21 años, 2,4 millones de negocios fueron abiertos y 2,2 millones fueron cerrados. De ellos, tres de cada cuatro habían sido fundados por emprendedores novatos. El estudio también determinó que de los emprendedores que fracasan, la gran mayoría (71%) opta por dejar de emprender. Sin embargo, entre el 29% que sí se atreve a volver a hacer un negocio existen más probabilidades de éxito la segunda, tercera e incluso la décima vez que emprenden. De hecho, de alguna manera, la tasa de éxito de un emprendedor aumenta con el número de fracasos que lleve a cuestas. Esa investigación mostró también que la experiencia -incluso si no es positiva- se convierte en una herramienta vital para los gestores, incluso para crear un negocio completamente distinto al original. En Chile se castiga Para Paul O'Toole, director del instituto de innovación interdisciplinaria iCubo de la UDD, el fracaso es parte importante del proceso innovador, aunque hace hincapié en que en Chile todavía no se valora lo suficiente. "Es muy importante aprender de esos errores, pero en muchas culturas no se habla de eso, como en la chilena. La gente no quiere verse como un perdedor y no se transparenta mucho", comenta. O'Toole llegó al país en 1998, y desde distintas posiciones ha podido enfrentarse al tema del fracaso tanto en Chile como en Gran Bretaña, su país de origen. "La cultura anglosajona está mucho más relacionada con el fracaso. Creo que eso es así porque está mucho más dispuesta a arriesgarse. Por alguna razón en Chile están menos dispuestos, son más conservadores, y eso significa también que hay menos fracaso porque se van por el camino seguro", afirma, y agrega: "Con la innovación viene el fracaso. Como en los países anglosajones hay más innovación, hay también más ejemplos de fracaso y la gente habla más del tema". Cuenta, además, que en las culturas anglosajonas es también muy importante -y bien visto- darse cuenta rápido cuándo un proyecto no está funcionando, para no perder ni tiempo ni recursos. "Una cosa que yo trato de decirle a la gente es que si pueden emprender cuando están en la universidad, es mucho mejor, porque el costo de oportunidad es bastante menor", explica. Educación es la clave A Dennis J. Tsu, director ejecutivo del Centro de Liderazgo en Innovación de SRI -empresa norteamericana creadora del ratón de los PC o de Siri de Apple-, no le gusta decir que el "fracaso es importante", porque nadie quiere fallar a propósito. Para él, los emprendedores deben enfrentarse al fracaso como un resultado posible y estar muy conscientes y, en lo posible, cómodos con esa posibilidad. "Lo más importante es el deseo de probar algo nuevo y tener éxito". Para él también es necesario separar lo que es el éxito o fracaso personal, de lo que es la compañía. "Puedes tener una empresa exitosa, pero con unos pocos empleados que fallan y necesitan ser reemplazados, o puedes tener a muchas personas que lo hacen muy bien, pero aún así la empresa puede fallar", explica. Tsu conoce la realidad chilena hace algunos años -ha asesorado a la Corfo en algunos programas-, y por lo mismo cree que hay varias cosas que se pueden hacer para reducir el estigma del fracaso para los emprendedores. La primera y más importante es desarrollar un ecosistema de innovación saludable que permita y ayude a los emprendedores a tener éxito. "Chile lleva invirtiendo en esto hace bastante tiempo, y es necesario seguir haciéndolo", asegura. Junto con eso también dice que hay que poner el foco en el sistema educativo, empezando en la escuela secundaria. "Los profesores necesitan crear cursos y mallas curriculares que hagan que los estudiantes intenten cosas, que fallen sin penalización y animarlos a intentarlo de nuevo. La gente necesita aprender que eso es bueno, normal y saludable", explica Dennis J. Tsu. El tercer eje, a su juicio, es el del financiamiento, pues cree que el sistema tiene que evolucionar. "La industria de capital de riesgo en Chile es todavía joven, y Corfo, por ejemplo, ha estado implementando una serie de medidas para seguir fomentándola. Además, sería bueno alentar a los bancos a prestar dinero a personas que han tenido algunos fracasos", recomienda.