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Seis de cada diez puestos de trabajo creados durante el último año corresponden a la administración pública

domingo, 24 de mayo de 2015

Pablo Obregón
Economía y Negocios

Según economistas y gremios, esta situación es consistente con un escenario en que el Estado ha acelerado el gasto, mientras el sector privado está esencialmente destruyendo empleos en los sectores dominantes en generación de riqueza.

La economía crece a tasas de 2,4%, la inversión cae, el consumo de los hogares apenas se expande y los brotes verdes parecen no consolidarse. Todo un caldo de cultivo para que el desempleo se dispare. Pero no. La ocupación se muestra invulnerable frente a la caída de la actividad.

En doce meses, el desempleo registra un descenso de 0,4 puntos porcentuales, ubicándose en 6,1%. Esta cifra está por debajo de los promedios históricos del país e, incluso, es inferior a los niveles de desocupación que se alcanzaron a mediados de 2011, cuando la economía se expandió a tasas superiores al 7%.

Para algunos, algo no cuadra. Y prueba de ello es que el 13 de mayo la directora del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), Ximena Clark, concurrió a la comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados para exponer sobre las últimas cifras de
desempleo y aclarar si el INE había hecho cambios en la metodología o cálculos.

Clarke fue tajante:


"No hemos hecho ningún cambio metodológico y no es por ese lado que se tiene que buscar la explicación", señaló.

¿Qué es entonces lo que mantiene la desocupación anclada en estos niveles? Según economistas y dirigentes gremiales, lo que ha ocurrido es que el Estado se ha erigido en el principal generador de empleo neto durante el último año. De los 79 mil puestos de trabajo netos que se han generado entre marzo de 2014 y marzo de 2015, 49 mil corresponden a puestos de la administración pública, según cifras del INE. Es decir, seis de cada diez trabajos (62%). Las cifras de empleo neto corresponden al resultado entre los puestos de trabajo creados durante este periodo, a los que se restan los destruidos.

En contraposición, el sector privado ha generado 29 mil nuevas plazas laborales netas. Esto, sin considerar en el cálculo los puestos de trabajo que se han creado en los sectores Enseñanza y Salud, donde conviven empleadores privados y, mayoritariamente, públicos.

Si se incluyera en el cálculo la Salud y la Enseñanza, la preeminencia del Estado como empleador sería aun mayor, según el Gerente de Estudios de la Cámara de Comercio de Santiago (CCS), George Lever.

Esta situación, agrega el economista, es consistente con un escenario en que el Estado ha acelerado el gasto, mientras el sector privado está esencialmente destruyendo empleos en los sectores dominantes en generación de riqueza, como comercio, construcción, industria y minería (ver infografía).

"A partir del último trimestre del año pasado, se ve un significativo cambio en la trayectoria de la inversión pública, que pasa de contraerse a crecer sobre el 18% en la última parte de 2014 y sobre el 23% en el primer trimestre de 2015", dice George Lever.

Para el gerente de Estudios de la Sofofa, Javier Vega, el aumento del gasto público y la preeminencia del Estado como empleador tiene riesgos: "Es el resultado de una política fiscal ampliamente expansiva (...) Por un lado, presiona al alza a las tasas de interés, puede generar presiones inflacionarias y puede terminar desplazando la iniciativa e inversión privada", advierte.

¿Qué pasaba hace justo un año? A marzo de 2014, la economía había creado 165 mil puestos y, de ellos, solo 8 mil correspondían a la categoría administración pública, cifra que representa solo el 4,8% del total.

Empleos de emergencia se tornan permanentes

En los últimos doce meses también se han incrementado considerablemente las plazas disponibles de empleos de emergencia. Si en marzo de 2014 había 18.944 personas desempeñándose en estas labores, en marzo de 2015 ese contingente llega a 25.978 personas, lo que representa un aumento de 37%, según cifras de la Dirección de Presupuestos (Dipres).

Estos trabajos se insertan en los programas de Emergencia de Empleo de la Conaf y el Programa de Inversión en la Comunidad del Ministerio del Trabajo, entre otros.

En el Ministerio del Trabajo comentan que el aumento de beneficiarios de los programas de empleo se ha dado, principalmente, en las zonas que han sufrido catástrofes naturales: en Tarapacá, producto del terremoto, y en Coquimbo y en la Provincia de Petorca, debido al déficit hídrico. En la Región del Biobío se han activado programas en las zonas dedicadas a la minería del carbón.

Además, en esta secretaría de Estado adelantan que se aumentarán los puestos de trabajo de emergencia en las regiones de Atacama, producto de la catástrofe de los aluviones, y de Los Lagos, debido a la erupción del Volcán Calbuco.

Durante los primeros años del gobierno del ex Presidente Piñera también se produjo un aumento de estas plazas, debido a los efectos económicos del terremoto del 27 de febrero de 2010. Ese año, superaron los 67 mil puestos de emergencia (ver infografía).

Para el economista de Clapes UC, Sergio Urzúa, en casos muy específicos puede ser recomendable generar empleos de emergencia, pero solo de forma transitoria: "Tengo serias dudas de que este tipo de políticas vaya a tener un impacto en el mediano y largo plazo. Por eso me parece clave monitorear constantemente su costo, conveniencia e impacto. La reactivación de la mano del sector privado es la forma más efectiva de generar empleo", señala.

Distinta es la posición del presidente de la Comisión Laboral de la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), Augusto Bruna, quien considera que si los empleos de emergencia se gestionaran de manera eficiente, podrían ser positivos no solo para sus beneficiarios directos, sino para la economía en su conjunto: Hay programas de trabajo intensivos en mano de obra que no tienen por qué ser negativos. Los empleos de emergencia podrían utilizarse en tareas
que el país necesita emprender, señala.

Para el economista de Libertad y Desarrollo, Francisco Klapp, hay otro factor que las autoridades deberían tener presente antes de aumentar estos puestos de trabajo: las dificultades políticas para eliminarlos, incluso en periodos en que el sector privado ofrece empleos de mejor calidad.

De hecho, desde 1975, cuando se creó el Programa de Empleo Mínimo (PEM), estas modalidades de trabajo nunca han desaparecido.
Incluso durante el gobierno de Sebastián Piñera, cuando el país promedió una tasa de crecimiento de 5% y alcanzó cifras consideradas como pleno empleo (por debajo del 6%), se mantuvieron disponibles unas 20 mil de estas plazas de trabajo.

Los defensores de esta modalidad de trabajo advierten que, si bien estos empleos suelen ser de baja productividad y ofrecen salarios
bajos, cumplen una función importante al garantizar ingresos a las familias de más baja empleabilidad, quienes no estarían en el mercado laboral si estas plazas no estuvieran disponibles.

EN MARZO había 25.978 personas trabajando en empleos de emergencia, 37% más que hace un año.

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