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Se estrenó el viernes:

"Rusalka" sedujo al público del Teatro Municipal

domingo, 10 de mayo de 2015

Economía y Negocios

El Mercurio




Casi un poema sinfónico con forma teatral, "Rusalka" (1901), de Anton Dvorak, se estrenó en Chile y en Sudamérica el viernes 8 de mayo, en una producción que tuvo triunfos en varios aspectos. Partiendo por el trabajo de la Orquesta Filarmónica que, bajo la dirección de Konstantin Chudovsky, viajó con envolvente sonido y efusión lírica por el mundo de contrastes que propone una partitura algo reiterativa y alargada, pero también abrumadora en variedad atmosférica y cambios de estados de ánimo, y que cuenta con melodías y ritmos que configuran una narrativa musical compleja donde se imbrica la personalidad artística de Dvorak con múltiples referencias a técnicas de composición anteriores. Es patente el homenaje a Wagner en un cierto uso del leit motiv, aparte de que el preludio del tercer acto recuerda a "Siegfried" y el final de la ópera termina en un resplandor en la línea del "Ocaso de los dioses", pero también se adivina la música programática de Liszt, y algunas frases de Rusalka al término del segundo acto tienen la vena urgente del Verdi de la época media. Chudovsky -mejor en la apoteosis sonora que en las filigranas de filiación impresionista- dio cuenta de tal convergencia estilística, logrando dar estructura sólida a este universo variopinto, en un trabajo donde se lucieron todas las familias instrumentales (en particular, las cuerdas graves) y en el que, a pesar de tempi demasiado lentos para las frases elegíacas de la "Canción a la luna" y del hímnico dúo final, se consiguió transmitir el poder seductor de esta ópera.

La producción tuvo por director de escena a Marcelo Lombardero, quien sitúa "el mundo de los humanos" en los comienzos del siglo XX, de manera que hay guiños al Art Nouveau y a la escuela de Secesión austríaca, y también a las figuras del pintor y decorador checo Alfons Mucha para sus célebres carteles, en especial aquellos para la Primavera (1896), que identifican a las ondinas y a las ninfas (lujoso vestuario de Luciana Gutman). La puesta -detallista y simétrica- tiene momentos de sugerente belleza gracias al notable uso de multimedia, con proyecciones en movimiento (Diego Siliano) que permiten al público adentrarse en los distintos planos de acción. Transparencias en tonalidades variadas de azul, gris y algunos verdes remiten al mundo acuático de los espíritus y al bosque, mientras que la escena se vuelve roja y oscura para el triunfo de la muerte y el instinto (luces de José Luis Fiorruccio). No faltan tampoco detalles kitsch, expresados en aspectos de la régie, como el octeto de criadas que acompañan al Príncipe y a Jezibaba, manoseadas por el primero y más tarde degolladas. Ellas mismas son protagonistas de una interesante coreografía de cuchillos y de una rara y perturbadora danza robótica. El ballet del segundo acto (Ignacio González) funcionó bien como muestra del tormento de Rusalka, acosada por el deseo sexual frustrado, por la burla y la soledad.

Estupenda protagonista, Dina Kuznetsova transitó con matices expresivos de alto nivel y sutilezas vocales por una partitura de muchos escollos para la soprano; cantó siempre inspirada y con entrega. El exigentísimo papel del Príncipe fue adecuadamente servido por el tenor Peter Berger, cuya voz alterna un centro robusto pero duro con agudos líricos de sorprendente facilidad. Elena Manistina fue una Jezibaba imponente, severa y hasta simpática, a pesar de sus tenebrosos requerimientos. Seductora, atractiva y con una voz dramática y extensa que se quisiera volver a escuchar, Natalia Kreslina encarnó a la Princesa Extranjera. El sólido bajo Micha Schelomianski fue Vodnik, al que sirvió con su amplio registro, material de bello color y evidente capacidad comunicativa. Cecilia Pastawski resultó encantadora como el Aprendiz de Cocina, liderando la escuadra de roles secundarios, todos de alto compromiso y muy bien en voces de Javier Weibel (Guardabosques), Ramiro Maturana (Cazador), Andrea Aguilar (Ninfa 1), Pamela Flores (Ninfa 2) y Gloria Rojas (Ninfa 3).

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