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La historia de las Tallas grandes en la moda

martes, 12 de mayo de 2015

Economía y Negocios

El Mercurio

En los últimos años, la industria del estilo y grandes marcas se ha visto obligada a reconocer a un sector de sus consumidoras -despreciadas por largo tiempo- rotuladas como mujeres de "tallas grandes". Polémicas en las redes sociales y grupos que abogan por la diversidad están cambiando el molde del negocio de la moda. Por ejemplo, han dejado de utilizar el anglicismo "plus size", que la misma industria creó en los años veinte para vender ropa a las mujeres que no encajaban con el falso ideal de la perfección física.



A comienzos de abril la línea estadounidense de ropa femenina de tallas grandes Lane Bryant inició una campaña para "celebrar a las mujeres de todas las formas y tamaños, redefiniendo la noción tradicional de sexy en la sociedad con un poderoso mensaje: todas las mujeres son sensuales". En el anuncio aparecen en ropa interior algunas de las modelos más reconocidas de la cofradía de las siluetas más reales. Hasta ahí el mensaje se puede tomar como una señal de integración y defensa de la diversidad; sin embargo, la campaña termina con las modelos declarando "I'm NO angel" (No soy ningún ángel): una directa alusión al concepto publicitario y el imaginario que la marca de lencería Victoria's Secret ha creado con sus anuncios y desfiles saturados de "ángeles": modelos top de siluetas esmirriadas y esbeltez curvilínea. El antónimo de las consumidoras de la ropa de Lane Bryant, las mismas que convirtieron el hashtag
#ImNoAngel en un viral en las redes sociales al subir una selfie de ellas retratadas frente a un espejo.

La estrategia de márketing reavivó la controversia sobre el concepto de moda para mujeres de "tallas grandes" (o plus size, como se llama a nivel internacional) y contra la obsesión por el cuerpo supuestamente perfecto e inalcanzable. Más allá de la atención publicitaria que recibieron ambas etiquetas de moda, lo relevante es que se cuestionó desde el lenguaje publicitario el ideal de la figura femenina y la concepción que tiene la industria del vestuario sobre la humanidad de sus consumidoras. Mujeres que cada vez están más conscientes del valor de la diversidad y critican abiertamente la hipocresía en la escala de tallas que imponen las marcas de moda.

Antes del incidente con Lane Bryant, el concepto de Victoria's Secret ya había sido cuestionado por otra campaña llamada The Perfect Body (El cuerpo perfecto), en donde aparecían modelos con tallas que no superaban la 38 como ejemplos de ese "supuesto" ideal. Según escribió la columnista de The Daily Mail, Sarah Vine, utilizar el concepto de cuerpo perfecto en una publicidad con supermodelos "no sólo es ofensivo para el 99,9 por ciento de la población femenina que no comparte las proporciones 'perfectas' de las modelos, sino también es profundamente irresponsable, si no por completo cruel".

Hay más casos. En febrero de este año, la etiqueta Swimsuits for all publicó un anuncio en la edición de trajes de baño de la revista Sport Illustrated, edición superventas gracias a sus imágenes de modelos en bikini. Se trató de una imagen de la modelo Ashley Graham con un traje de baño negro en una piscina, mientras un hombre cae a sus espaldas. Todo acompañado del hashtag #curvesinbikini (curvas en bikini). Aunque la revista presumió de que por primera vez incluían una modelo de talla grande, lo cierto es que Ashley -quien tiene talla 44 y ha modelado para Vogue, Harper's Bazaar o Glamour- solamente apareció porque la marca Swimsuits for all (literalmente "Trajes de baño para todos") pagó por el aviso.

El año pasado, la firma española Mango presentó su línea Violeta. La prensa aseguró fue creada para mujeres de tallas grandes. La colección en el calendario de la pasarela 080 de Barcelona fue desfilada por  modelos con tallas más grandes de las que suelen aparecer en los shows de moda. La polémica surgió porque los diseños de Violeta partían en el tallaje 40 y llegaban al 52. Que partieran en el número 40 encendió a las redes sociales con comentarios en los que se alegaba porque esa medida no era una "talla grande", sino que representaba a las mujeres normales. En su defensa Mango aclaró que nunca se refirió a su marca bajo ese concepto.

Lo cierto es que cada vez se amplía la mirada y las marcas apuestan por la diversidad en las siluetas femeninas, aunque aún muchas cataloguen como "plus size" a las mujeres cuyas figuras superan la talla 42.
 
Los creadores del concepto

El concepto de "talla grande" o "plus size" fue una creación de la industria textil estadounidense. Curiosamente empezó a masificarse en los años 20, una década del siglo pasado en que la moda rompió con varios esquemas y los ideales físicos de las mujeres de épocas anteriores. Si antes se destacaban las siluetas más curvilíneas -producto del corsé que afinaba la cintura y realzaba las caderas y el busto-, tras la Primera Guerra Mundial se impuso el arquetipo de mujeres de figuras más delgadas, que ocultaban la cintura y el busto, como si fueran eternas adolescentes. Entonces, también se comenzó a apreciar el deporte y el aspecto atlético. Lo curvilíneo dejó de importar.

Fuera de juego quedó la actriz Lillian Russell, quien fue una de las más grandes estrellas de finales de 1800 y principios de 1900, quien llegó a pesar 90 kilos. También, Elsie Scheel, una estudiante de 24 años de la Universidad de Cornell, que según una publicación de The New York Times de 1912 era la "mujer perfecta" y la describió como "una chica de ojos azules, de pelo claro cuya presencia nos habla de una buena salud". La elección la realizó la doctora Esther Parker, entre 400 jóvenes candidatas, como "la mujer con físico casi perfecto" y destacó que tenía proporciones similares a la Venus de Milo.

La contextura de la señorita Scheel -quien se declaraba "ardiente sufragista" y "amante de los filetes"- estaba lejos del nuevo ideal: pesaba 77 kilos y sus medidas eran 89-76-101, muy alejado del 90-60-90 popularizado en las últimas décadas. En enero de 2010, la bloguera Kate Harding calculó el Índice de Masa Corporal (IMC) de Scheel y aseguró: "La señorita Elsie Scheel habría tenido un IMC de 26,8, lo que la habría ubicado en la temida categoría de 'sobrepeso'. En Banana Republic, para recoger una tienda contemporánea al azar, debería escoger un vestido talla 12". Más gráfico aún: esta mujer perfecta de 1912, solo diez años después, encajaría en la categoría de "fornida". Una palabra que comenzó a utilizarse en la industria del vestuario de los años 20, según escribieron las investigadoras de la Universidad de Iowa Carmen N. Keist y Sara B. Marcketti en un artículo publicado en "Clothing and Textiles Research Journal" en 2013. En este texto explican que "fornida" se empleaba para las mujeres con "un aspecto de matrona, con curvas, busto, espalda y cadera generosas, que no encajaban con la figura de moda".

Precisamente en esa época Lane Bryant consolidó su negocio de moda para mujeres "fornidas". Lane era una inmigrante de Lituania, quien comenzó como costurera en 1904 y dos décadas después tenía una cadena de almacenes de ropa maternal. En sus intentos para convencer a los dueños de periódicos y revistas, que entonces se negaban a publicar anuncios de ropa maternal, la señora Bryant propuso emplear el eufemismo de ropa "plus size", que también fue extendido a las prendas de mujeres de siluetas más grandes y fuera del canon físico imperante.

El concepto creado por Lane Bryant rápidamente se extendió a otros empresarios de la confección estadounidense. Según la investigación de Carmen N. Keist y Sara B. Marcketti, varios anuncios comerciales de 1927 revelan que al menos dos tiendas por departamentos del medio oeste, Thompson-Belden en Omaha, Nebraska, y R.F. Herndon & Co. en Springfield, Illinois, vendían abrigos y vestidos para damas de "tallas grandes".

Durante décadas el concepto de "talla grande" o "plus size" se utilizó únicamente para referirse a las prendas de ropa más que a las personas que las vestían. El cambio comenzó a notarse en un comercial que Korell, una marca de confecciones femeninas, publicó en 1953 en el Daily Record de Statesville, de Carolina del Norte, que se refería a una de sus creaciones como "un maravilloso vestido para la mujer de tamaño grande". Fue el salto definitivo para que el concepto comenzara a utilizarse en las pasarelas para hablar de las modelos que tenían siluetas más grandes.

El concepto terminó consolidándose por la agencia de modelos "Plus Management Ltd.", fundada en 1978 en Nueva York por Pat Swift -una modelo que repentinamente subió de peso- y que sólo reclutaba a mujeres con siluetas que estaban fuera del gusto de las revistas y los diseñadores.

Aunque en los años 50, gracias a la industria de Hollywood, se revaloraron las siluetas curvilíneas, con la aparición de la modelo británica Twiggy el mundo de la moda empezó a concentrar sus ideales estéticos en las mujeres delgadas. Esta silueta se implantó como la más deseada. Pero ya en esa época la mayoría de las mujeres no se ajustaba a este molde, y las con curvas se sentían excluidas de la industria.

Un pequeño cambio surgió a fines de los 80, cuando un segmento de la industria textil estadounidense empezó a darse cuenta de que existía un sector ignorado -más bien despreciado- por las marcas de moda, que se concentraban únicamente en tallas pequeñas como si representaran al promedio de la silueta de sus consumidoras.

Algunas etiquetas mayoristas lanzaron colecciones bajo el rótulo XL (extra large). Una de las firmas reconocidas en presentar una colección para mujeres de cuerpos reales fue Liz Claiborne, quien en 1988 creó la línea Elisabeth con diseños que seguían las tendencias pero su tallaje era más sensato.
También, surgieron otras etiquetas como la francesa Jean-Marc Philippe, que impuso el concepto "oversize" (otro anglisismo para hablar de tallas grandes) en Europa, junto a su lema: "La moda no es una talla; es actitud". En 1985, en Italia apareció Elena Mirò, una marca que sigue esta tendencia y hoy presenta sus colecciones en la Semana de la Moda de Milán.

A comienzos del decenio de 2000 las críticas se hicieron más evidentes ante las tallas cada vez más pequeñas de las colecciones de moda -causadas por el influjo tanto de las fábricas del retail concentradas en Asia como por el poder adquisitivo de los compradores de esa región, cuyas siluetas son bastante más menudas-. Comenzó así la contrarrespuesta de algunos creadores que optaron por desarrollar moda para mujeres de figuras más reales o abiertamente de tallas más grandes. La industria dejó de hablar de "plus size" y reemplazó este concepto por "curvilínea" (curvy) que suena menos agresivo y además tiene una connotación más asociada a la sensualidad y al glamour. Estos términos corrientemente no son asociados a la moda para mujeres de tallas más grandes.

En junio de 2011 la edición italiana de Vogue publicó en la portada de su edición de junio a tres modelos -Tara Lynn, Candice Huffine y Robyn Lawley-, quienes posaron para el fotógrafo Steven Meisel. El mismo ejercicio han realizado otras publicaciones como Marie Clarie y Elle. Y cadenas de ropa masiva como H&M realizan campañas para sus líneas de moda para tallas especiales. El año pasado se organizó, en forma paralela a la Semana de la Moda de Nueva York, un evento llamado "Full Figured Fashion Week" ("La semana de la moda voluptuosa"), que mostró desfiles con colecciones de moda en las que las prendas superaban la talla 46 y que fue organizada por Plus-Model, una publicación en línea que The New Yorker describió el año pasado como el Vogue del negocio de la moda curvy.

Las marcas apuestan cada vez más por la diversidad en las siluetas femeninas, aunque aún muchas cataloguen como "plus size" a las mujeres cuyas figuras superan la talla 42.

Hoy se cambió la palabra "Plus Size", por  "curvilínea", que tiene una connotación asociada al glamour.

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