Al menos por televisión, los bolivianos no tuvieron acceso íntegro a las respuestas que Chile planteó ayer ante la Corte Internacional de Justicia.
Cuando faltaban 15 minutos para el término de la segunda ronda de alegatos, el canal estatal BTV (Bolivia TV) interrumpió su transmisión desde La Haya y en su lugar comenzó a exhibir un documental sobre el golpe de Estado de 1973, cuyo hilo conductor era el relato de un historiador chileno exiliado en Bélgica que aún vive en Europa.
Después de unos comerciales, una conductora lamentó tener que interrumpir la emisión porque tenían un despacho en directo desde Brasil, donde el Presidente Evo Morales, invitado por el ex Mandatario Lula da Silva, visitaba una industria pesquera.
Luego siguió un aviso con imágenes color sepia de la Guerra del Pacífico, mientras una voz en off señalaba que "el mar es un derecho irreconciliable".
La programación siguió con imágenes en las que el cantautor cubano Silvio Rodríguez, con el océano Pacífico de fondo, narraba la historia de una niña que se le acercó y le preguntó cómo era el mar. "Desde entonces me recluté completamente para la salida al mar de Bolivia", explicó Rodríguez.
Mientras, en las calles de La Paz suenan bachatas de Romeo Santos y los paceños caminan a paso calmo, sorteando el irregular pavimento de las veredas inclinadas, en medio de una protesta de universitarios que piden autonomía y reclaman por la intervención del Estado en sus facultades.
Los que corren son los funcionarios de Gobierno que consideran que esta semana pasará a la historia como la primera vez en que su aspiración marítima llega a una corte internacional. En ese contexto, Morales ha viajado de un lugar a otro anunciando grandes obras y prominentes amistades que, según él, apoyan a Bolivia. Su objetivo es mostrarle al mundo un país que avanza y que podrá seguir adelante si el "avasallador Chile termina con 130 años de injusticia" hacia Bolivia.
Inquietud por el juez
Detrás de esa imagen, no obstante, subyace la preocupación sobre cómo responder hoy a la pregunta del juez Christopher Greenwood respecto de la fecha en que Chile y Bolivia habrían concluido un acuerdo para negociar un acceso soberano al mar.
En el oficialista partido MAS señalan que lo más probable era que el equipo jurídico de Bolivia se remita al Acuerdo de Charaña de 1974, entre los entonces presidentes Augusto Pinochet y Hugo Banzer.
El diplomático, ex canciller e historiador boliviano Ramiro Prudencio asegura que en ese poblado altiplánico, a más de 4 mil metros sobre el nivel del mar, Pinochet se mostró dispuesto a dar una salida al mar por Arica y Banzer había aceptado en primera instancia el canje territorial que le pedía Chile. Pero cuando la negociación se hizo pública, añade, muchos bolivianos pensaron que era una estrategia de Banzer para perpetuarse en el poder.
A juicio de Prudencio, el Mandatario no fue capaz de hacer ver a los bolivianos "lo trascendental de las negociaciones que estaba llevando a cabo y puso a embajadores militares en vez de diplomáticos que conocieran bien el tema con Chile".
A ello se sumó Perú, que hizo una propuesta que, dice, a todas luces resultaba inaceptable: un territorio tripartido, creando un área de conflicto permanente en Arica sin siquiera darle acceso al mar a Bolivia.