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Los empresarios que convivían en el Banco Internacional

domingo, 28 de enero de 2007

Sandra Novoa Fernández
Enfoques, Economía y Negocios

Cultivadores del bajo perfil, quienes confluyeron por más de una década en el directorio de la institución, una vez concretada la venta se centrarían en sus giros principales.

Construir la malla de negocios de los salientes dueños del Banco Internacional no es cosa fácil, pues la figuración pública está lejos del estilo de estas familias de la comunidad judía. Los Furman, que desde mediados de los "90 controlaron la institución con sobre 65%, fueron uno de los clanes con más fortuna de la colonia en la época previa al "70.

Ese porcentaje les daba para tres directores, asientos que ocupaban los hijos de Jacobo Furman Levy: Alejandro, el presidente de la entidad; Sergio y Gustavo.

El patriarca, Noy Furman -industrial rumano que llegó al país en 1918- fundó una compañía de tejidos, fue el principal accionista de la Compañía Productora Nacional de Aceites (Coprona) y director del Banco Israelita de Chile.

Sus hijos Arnaldo y Jacobo Furman Levy siguieron con los negocios hasta que en el gobierno de la UP decidieron irse a Miami. Allá se asociaron con los Avayú y los Kantor en una constructora del 71 al 77. Pero con la recesión, el negocio se fue al suelo.

De vuelta en el país se dedicaron a rearmar su cartera de inversiones. Siguieron con Coprona, la que en 1989 vendieron a Lever, cuando bordeaba una participación de mercado de 20% en margarinas y aceites (era dueña de las marcas Chef y Cristal).

Formaron Salmones y Alimentos Mainstream, la primera empresa del rubro que tenía filiales dedicadas a todas las etapas de la industria. En 1993 la abrieron a bolsa para enajenar entre 30% y 49% y en el primer trimestre de 1995 la compañía finlandesa Cultor les compró el control.

También se han dedicado a las inversiones inmobiliarias. Participaron en el proyecto Ayres del Pilar, en Argentina, junto al grupo Abumohor, Eduardo Fernández y José Antonio Garcés, entre otros.

Están asociados con la familia Krell en la constructora Los Romeros S.A., que opera principalmente en Ñuñoa. Y comparten a través de Fray León la propiedad de un terreno en Avenida Las Condes, junto a inversionistas como los Platowsky y los Said, que le arriendan a la Universidad del Desarrollo.

Fuentes del sector financiero aseguran que a comienzos de 2000 fueron invitados a crear un banco en Miami.

El diversificado grupo Mathiesen
Los directores Wilfred Hintze y Tomás Böttiger sumaban 16,6% del banco.

Eran los dueños del ex grupo Mathiesen, pero separaron aguas en 1999.

Aunque el origen de este conglomerado data de 1939, vinculado a la importación y distribución de químicos y lubricantes, y en 1962 se constituyó como sociedad anónima Mathiesen Holding, el despegue partió en 1994 con Mathiesen Industrial S.A. Otro hito fue la adquisición de la automotora Maco, en marzo de 1992, que a mediados de la década pasada representaba las marcas Volkswagen, Audi, Skoda y SEAT.

En 2000 la familia Avayú adquirió un tercio de la propiedad de Maco.

También llegaron a representar varias marcas de maquinarias para movimiento de tierras, grúas horquilla y camiones para minería y construcción.

En el negocio de los químicos su principal activo era Artiquim, fabricante de adhesivos industriales. A ésta se sumaban Mathiesen Molypack y Pinturas Stierling.

A través de El Tattersall y Tattersall Leasing comercializaban insumos y maquinarias de exportación, productos agrícolas y hacían corretaje de propiedades.

Con Frima Holding operaban Procarne, la primera en introducir el envasado al vacío y se dedicaron a los frigoríficos. En el rubro financiero tenían Tas Seguros; en supermercados Fullmarket y en panificación O"Clock. Distribuían alimentos a través de Idal S.A., entre otras cosas

Tras la separación cada uno se quedó con cerca de 8% del Banco Internacional y 33,3% de Maco. Hintze -cónsul honorario de Islandia en Chile y a quien en la entidad financiera lo representa su yerno Rodolfo Becker- mantuvo el control de Mathiesen y sus filiales. Mientras que El Tattersall (dedicada a remates, ferias de ganado, rent a car y ventas de terrenos e insumos) y las empresas vinculadas al rubro frigorífico quedaron en manos de Böttiger, a través de MB Holding.

Todos los dueños del banco
La venta del Banco Internacional al grupo de empresarios encabezados por la familia Navarro, Eduardo Elberg, Christoph Schiess y Julio Jaraquemada -que lanzaron OPA el jueves- es el último capítulo de un proyecto que nunca logró cristalizar: la creación de una institución financiera comunitaria potente vinculada a la colonia israelita.

Porque no llegó a construir lazos comerciales con ésta y tampoco consiguió despegar. En el sistema financiero comentan que los controladores, la familia Furman, nunca actuaron como banqueros, que eran demasiado conservadores y no operaban con el concepto de riesgo que requiere el negocio de prestar plata.

"Por eso, al final del día lo vendieron en un valor -se estima que los compradores desembolsarán unos US$ 57 millones- que parece poco para lo que se le podía llegar a sacar a un banco en el mercado local", comenta un ejecutivo de la plaza.

Su origen se remonta a 1944, cuando se creó el Banco Israelita de Chile, que fue el primero en nacionalizarse bajo el gobierno de la Unidad Popular (cuentan que Salvador Allende era cliente).

En los "70 el gobierno militar lo reprivatizó con la idea de transformarlo en un banco regional y se cambió la razón social a Banco Internacional.

En 1983 fue intervenido durante la crisis del sistema financiero, y tras varias abortadas negociaciones, en 1985 surgió el interés de un grupo de empresarios por retomar presencia en la actividad financiera. Estaba liderado por Marcos Pollak (de Tricot) y León Dobry y se incorporaron 300 familias por capitalismo popular.

La intervención se levantó en mayo de 1986, cuando asumió un directorio 100% privado que representaba a los nuevos dueños: lo encabezaban Boris Subelman, presidente, y Marcos Pollak, vicepresidente. Como directores participaron Jorge Breitling, Alberto Mois, Lázaro Ergas, Herman Schachner, Jacobo Furman Levy y Salo Wurman.

En marzo del "90, el grupo Schachner ya reunía el 22,5%, mientras que la familia Furman estaba en 25,74%. Y siguieron aumentando sus participaciones: en junio del mismo año Machasa, de los Calderón Link, les traspasó su 9%.

En noviembre de 1994 los Furman, que ya eran dueños del 42%, consolidaron su control al adquirir las participaciones de los Schachner (22%) y de Renato Ferretti (8%), anunciando que traspasarían parte a un tercer inversionista. A la semana siguiente el grupo Mathiesen entraba con 9,2%.

Alejandro Furman, respaldado ahora por 62,1% de las acciones en poder de su familia, asumió la presidencia y puso como primer vicepresidente a su abogado Luis Alejandro Silva (cargos que ocupaban hasta ahora). El último trimestre del "96 el banco concluyó el pago de la deuda subordinada.

Los dueños de Dijon
El cuarto accionista que tenía asiento en el directorio del Internacional es Salo Wurman, con 7,5%, quien junto a sus hijos León e Isaac controla Ronitex, la dueña de las tiendas Dijon. Pero la historia no partió así.

Wurman llegó a Chile procedente de Rumania cuando la II Guerra Mundial asolaba a Europa. Lo trajo su primo Herman Wurmann (los apellidos difieren por error del Registro Civil) a trabajar en la firma que él había creado, Confecciones Ronitex. Con sus ahorros Salo adquirió una tienda de casimires y después formó una fábrica de tejidos, que más tarde fusionó con la empresa de su pariente

En 1978 se les ocurrió abrir una tienda: Top Shop, en Huérfanos, que pronto pasó a constituirse en una cadena con 18 locales de Arica a la Antártica, en los que fueron pioneros con el concepto de tiendas de descuento. Esa fue la base para crear Dijon.

Hasta 1998 mantuvieron la propiedad compartida con Alberto Wurmann, hijo del fundador, quien se fue de la empresa tras 20 años como gerente general.

A comienzos de los 2000 hubo un nuevo remezón familiar. Salieron de la propiedad uno de los hijos de don Salo, Abraham, y su yerno Sergio Ventura.

Contrataron a Mario Bascuñán para que los asesorara en un cambio estructural. Entre 2001 y 2003 la firma pasó de un millón de dólares en pérdidas a utilidades.

Si bien a nivel de Dijon no han hecho cambios en la línea de la grandes multitiendas, y siguen apostando a los segmentos C2, C3 y D, han desarrollado el área de las licencias a través de dos filiales: Induropa, que maneja las licencias infantiles Disney, Warner y Barbie; e Intermundi, a cargo de marcas de ropa adulta como Naf-Naf, que reintrodujeron a fines de 2005.

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