Este año se han vendido cerca de ocho millones de discos LP de vinilo, un alza de 49% comparado con el mismo periodo el año anterior, según datos de la industria. La gente joven, especialmente los fanáticos de rock alternativo, están comprando más cantidades de discos, atraídos por la percibida calidad de sonido superior del vinilo y el ritual de poner la aguja en acción. Sin embargo, aunque nuevos LP (del inglés Long Play) llegan a las tiendas todas las semanas, las destartaladas máquinas que producen los discos no han sido fabricadas en décadas, y una sola empresa provee aproximadamente 90% del vinilo no procesado que la industria estadounidense necesita. Por tanto, las cerca de 15 fábricas en operación en Estados Unidos que producen discos enfrentan obstáculos diarios debido a averías y escasez de suministro. Sus esfuerzos ponen de manifiesto un problema que está afectando un segmento curioso de la industria musical. El negocio de la producción de discos de vinilo está cobrando vida, pero sigue subsistiendo con su último aliento. La docena de empleados de Robert Roczynski trabajan tiempo extra en una pequeña fábrica en Hamden, Connecticut, para fabricar partes para los productores de discos estadounidenses que se esfuerzan para seguir el ritmo del renovado interés por los LP. La firma de Roczynski dice que los pedidos de moldes de acero, que les dan a los discos su forma plana y circular, se han triplicado desde 2008. "Están intentando, tratando de revivir la industria, pero la era ya ha pasado", dice Roczynski, de 67 años, presidente de Record Products of America Inc., uno de los pocos proveedores de partes estadounidenses para la industria. Muchos productores, incluyendo el más grande de EE.UU., United Record Pressing, de Nashville, Tennessee, están agregando maquinaria de producción, pero aún no se ha concretado una gestión importante por parte de emprendedores para inyectar capital y confianza a esta industria principalmente artesanal. A los inversionistas no les interesa destinar cantidades importantes a una industria que representa 2% de las ventas de música en EE.UU. Los sellos discográficos están esperando meses para recibir pedidos que solían ser entregados en semanas. Esto se debe a que las máquinas producen solo unos 125 discos por hora. Para impulsar la producción, las fábricas de discos están utilizando sus máquinas a un ritmo tan intenso -a veces las 24 horas del día- que deben destinar sumas cada vez mayores para mantenimiento y reparaciones. Los pedidos grandes de superestrellas crean cuellos de botella, al mismo tiempo que los fans de la música inspeccionan las disquerías en vano en busca de nuevos lanzamientos de The War on Drugs, un grupo alternativo de Filadelfia, o del dúo electrónico francés Daft Punk. Los pedidos de LP exóticos -multicolor, perfumados, o que brillan en la oscuridad- atoran el proceso incluso más. Para conseguir más maquinaria, los propietarios de fábricas de discos han salido en busca de aparatos fuera de servicio, comprándolos por entre US$ 15 mil y US$ 30 mil, e invirtiendo aún más para modernizarlos. Otras industrias han logrado reinventarse y atraer inversiones de emprendedores, afirman especialistas. Por ejemplo, los relojes mecánicos suizos o las lapiceras a tinta. Pero hay muchos obstáculos para la reinvención de los discos de vinilo. Una sola empresa, Thai Plastic & Chemicals, que tiene una tienda con tres empleados en Long Beach, California, provee la gran mayoría -hasta 90%, dice la firma- del compuesto no procesado de policloruro de vinilo que se necesita para hacer discos en todo EE.UU. Las cosas pueden salir mal fácilmente. En octubre, un camión que transportaba vinilo crudo a Quality Record Pressings (QRP), una planta en Salina, Kansas, se descompuso justo cuando la planta intensificaba su producción para el Viernes Negro, el día que inaugura la temporada de compras navideñas. "Casi nos quedamos sin vinilo", expresa Gary Salstrom, gerente general de QRP. Otro paso inicial en el proceso de producción de discos -producir el disco "máster" del que se derivan las copias- es incluso más arcaico. Len Horowitz, de 62 años, forma parte de un puñado de personas que saben cómo arreglar componentes electrónicos delicados que se utilizan para masterizar discos. En septiembre, el torno vertical de una firma de masterización -que se utiliza para grabar música de una cinta analógica o un archivo digital a un disco en blanco que se convierte en el máster- se averió. Tomó semanas para que volviera a funcionar. El proceso de imprimir discos es sorprendentemente arduo. Durante una visita a Brooklynphono, una planta más pequeña en Nueva York, las máquinas de impresión requerían de un monitoreo constante. Pequeñas cosas salían mal una y otra vez, lo que requería que los trabajadores realizaran ajustes. "Las cosas se destartalan", dice Thomas Bernich, que dirige la planta junto con su esposa Fern. Podría fabricar una máquina nueva, pero le costaría más de US$ 250 mil, lo cual es demasiado caro. Una vez que el equipo está instalado, se necesitan técnicos para capacitar al personal más joven. Pero mantener el capital humano de la industria a medida que los veteranos como Roczynski se jubilan es otro desafío. INVERSIÓN Para impulsar la producción, las fábricas usan sus máquinas hasta 24 horas del día y destinan altas sumas para mantenimiento y reparaciones.