jueves, 20 de noviembre de 2014
Arturo Cifuentes
Director Académico CREM/ Facultad de Economía y Negocios Universidad de CHILE
Partamos con los datos duros. Sotheby"s acaba de vender US$ 422 millones en la subasta de arte impresionista y moderno, y US$ 344 millones en la de arte contemporáneo, totalizando US$ 766 millones. Christie"s -su eterno rival-totalizó US$ 1.019 millones divididos en US$ 166 millones de los impresionistas y modernos más US$ 853 millones de arte contemporáneo. Al igual que el año pasado, Christie"s lo hizo mejor en el arte contemporáneo, mientras que Sotheby"s dominó el segmento impresionista y moderno.
Las grandes estrellas de estas ventas fueron una escultura de Alberto Giacometti y una de Amedeo Modigliani. La de Giacometti (Chariots), un bronce de un metro y medio y que mostraba a una figura flacuchenta haciendo equilibrio entre dos ruedas desproporcionadamente grandes, se vendió en US$ 101 millones de dólares, a pesar de no ser una pieza única (hay seis versiones). La de Modigliani, una cabeza de mujer esculpida en piedra y que medía poco más de 70 centímetros, se vendió en US$ 71 millones.
En pinturas, Andy Warhol fue el gran ganador. Un retrato triple de Elvis salió en US$ 82 millones mientras el de Marlon Brando (cuatro caras) llegó a US$ 70 millones. En total, 34 pinturas superaron los US$ 10 millones. Entre estas hubo 7 Warhols, 3 Rothkos, 3 Lichtensteins, 3 Richters y 3 de Koonings.
En general, es complejo establecer si existe una burbuja en un mercado. En mercados con índices transparentes y bien estructurados (como el accionario y el S&P 500, o el inmobiliario y el Case Shiller) esto es difícil. En el mercado del arte, donde los índices existentes son opacos y no están bien estructurados, esta tarea es aun más difícil.
Sin embargo, algunas conjeturas son posibles. Por ejemplo: este año las mejores pinturas de Lichtenstein se vendieron bordeando los US$ 20 millones (aproximadamente a 650 dólares por centímetro cuadrado). Hace diez años, los respectivos valores eran aproximadamente US$ 4 millones y US$ 250 /cm2. Sin embargo, la inflación en Estados Unidos durante el mismo periodo ha sido solo del 26% y el crecimiento del PIB cercano al 40%. Estas cifras sugieren aumentos de precios sospechosos.
Lo mismo, las mejores pinturas de Monet, hace veinte años, llegaban a un poco más de US$ 7 millones (la mejor se vendió por US$ 1.150/cm2). Este año Monet vendió 4 pinturas por más de $ 20 millones. La más cara, vendida en US$ 54 millones, corresponde a un valor de US$ 6.135/cm2. Es difícil explicar este incremento de precios apelando a la inflación que solo fue del 61% en el mismo periodo. Algo similar ha sucedido con artistas de menos envergadura. El pintor cubano Tomas Sánchez, por ejemplo, ha visto sus precios más que duplicarse en el mismo periodo.
Ahora bien, que alguien haya pagado recientemente casi US$ 7 millones por una fotografía de Cindy Sherman (dejando de lado que en los 90s se vendían por menos de US$ 30 mil) o que las fotos en blanco y negro de John Baldessari se vendan en medio millón, hablan de una exuberancia que no solo es irracional sino derechamente de mal gusto.
Que los artistas contemporáneos han ido desplazando a los impresionistas es un hecho más claramente establecido. De hecho, (volviendo a las subastas de Noviembre ya mencionadas), entre las 34 pinturas que superaron los US$ 10 millones, solo hubo tres impresionistas: dos Monets y un Manet. Y Manet (objetarán algunos puristas) no es cien por ciento impresionista. Más aun, el ya mencionado Manet, que salió en US$ 65 millones, fue solo la octava pintura en precio este año. Las siete primeras posiciones fueron ocupadas por contemporáneos, con Francis Bacon ocupando el primer, cuarto y quinto lugar (US$ 142, US$ 81 y US$ 42 millones, respectivamente).
A qué se debe este cambio de gusto? Hay varias teorías. Una lo atribuye a que los más recientes compradores serían operadores de Wall Street, que solo tienen dinero pero no cultura, y no saben distinguir entre lo bueno y lo malo. Un defensor de esta hipótesis me lo explicaba usando los retratos de Andy Warhol como ejemplo. Recientemente, los retratos de figuras públicas conocidas (Brigitte Bardot, Marlon Brando, Elvis Presley y Jacqueline Kennedy) se vendieron muy bien. Sin embargo, el retrato de Goethe pintado por el mismo Warhol, no encontró comprador. "Lo que pasa,"me decía el susodicho, "es que no saben quién es Goethe."
Otra hipótesis, también discutible, es que la preferencia por artistas más recientes se debería a que en general es más fácil establecer la autenticidad de sus obras. Se estima que la cantidad de pinturas falsas que circulan en el mercado secundario es de un 20% (en el mercado Australiano la cifra sería un 30%).
Por último, entre las cien obras más caras de este año solo hay una perteneciente a una artista mujer. Joan Mitchell figura en la posición 99 con una cifra de US$ 12 millones por una pintura vendida en Mayo en Nueva York.
Volviendo a la pregunta inicial (existe una burbuja en el mercado del arte?) es difícil responder en forma tajante. Tal vez una pregunta mejor sería: existe una burbuja en el mercado de ciertos artistas? Es razonable que el mercado ponga a Newman, Wool o Doig a la par con Picasso, Monet y Matisse? Bueno, sobre gustos no hay nada escrito. Baste recordar que a fines del siglo diecinueve los pintores llamados impresionistas (un nombre que se les impuso para ridiculizarlos) luchaban por legitimarse y lograr el reconocimiento de la crítica establecida. En tanto que los pintores que exhibían en el Salón, el lugar oficial sancionado por los expertos, lograban la aceptación incondicional del público. Irónicamente, hoy día nombres como Degas, Renoir y Monet son reconocidos incluso por gente lejana al mundo del arte. Sin embargo, quien se acuerda de Biard, Protais o Knaus, contemporáneos de los impresionistas y miembros del Salón? Los gustos y estándares de calidad en el mercado del arte son claramente volátiles.
