Dólar Obs: $ 947,68 | -0,10% IPSA -0,25%
Fondos Mutuos
UF: 37.242,15
IPC: 0,40%
Los chilenos y sus pensiones: Tres factores importantes

martes, 10 de diciembre de 2013

Arturo Cifuentes
Director Académico CREM, Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile


Haciendo algunas suposiciones básicas se pueden sacar conclusiones generales. Consideremos como referencia el caso de una persona que inicia su vida laboral ganando $500 mil (de hoy) y que trabaja cuarenta años. Supongamos además que sus fondos de retiro le rinden, en promedio, un 5% al año (en términos reales) y que la comisión a la AFP es 1,5%, o sea, el promedio entre el máximo y mínimo permitido.

¿Es alta la comisión de la AFP?

En general, el costo por administrar una cartera se expresa en puntos base (basics points) por año y se usa como referencia el valor de esta. Por ejemplo, 50 puntos base, en el contexto de una cartera de $100 millones, significa pagar $500 mil al año de comisión (100 puntos base = 1%). Una comisión típica, usando como parámetro los fondos de inversión activos del mercado global, es entre 50 y 100 puntos base.

Si "traducimos" la comisión de nuestro ejemplo a los términos convencionales llegamos a la conclusión que ésta fluctuaría entre 30 y 60 puntos base, dependiendo de la evolución del sueldo del afiliado. O sea, una comisión del 1,5% (en términos chilenos) está alineada con los estándares internacionales.

Evidentemente que bajar las comisiones de las AFP (suponiendo que el afiliado aprovecha esta rebaja para hacer un aporte equivalente adicional a su fondo de retiro) aumentaría la pensión. ¿Pero en cuánto?

La verdad es que no mucho. Disminuir la comisión del 1,5% a un 1% solo implicaría un mejoramiento marginal en la pensión (inferior al 5%). Mucho más importante es el retorno de la cartera del aportante. Siguiendo con nuestro ejemplo: un retorno promedio del 6% (en vez de un 5%) aumentaría la pensión en aproximadamente un 20% a 30%, dependiendo de cómo evoluciona el sueldo durante la vida laboral del afiliado. En síntesis, mejorar las pensiones no tiene mucho que ver con disminuir las comisiones a las AFP. Y esto nos lleva a considerar los meritos de la inversión pasiva.

En términos generales, los fondos de inversión se dividen en activos y pasivos. En los fondos activos (el caso chileno) el administrador de la cartera intenta "ganarle" al mercado (tener un retorno mejor que este). En el pasivo, el administrador intenta replicar el retorno del mercado (siguiendo un índice como el S&P 500 o IPSA), pero no "ganarle." La estrategia pasiva depende mas de algoritmos computacionales y modelos matemáticos que de la intuición de un analista para "adivinar" que acciones o bonos van a subir de precio. La evidencia empírica es abrumadora en favor de la estrategia pasiva en plazos largos.

Desgraciadamente, los fondos de inversión chilenos no ofrecen esta posibilidad, y los reguladores y políticos no han considerado la necesidad de introducir esta alternativa. Tampoco figura en la agenda de las candidatas presidenciales. Otra ventaja de las estrategias de inversión pasiva es que en general son mucho menos volátiles que las activas. Por ultimo, las comisiones por administración de los fondos pasivos son también inferiores a las de los fondos activos (aunque como se indicó, este factor tiene un efecto menor en la pensión del afectado). Esto explica la gran popularidad que han tenido en el mercado estadounidense los fondos de inversión pasiva y los Exchange Traded Funds (ETF). En Chile, sin embargo —tal vez por falta de conocimiento— estas opciones no logran entusiasmar a muchos.

Veamos ahora la tasa de reemplazo. Esta se define como el cuociente entre la pensión (mensual) que recibirá el afiliado y su último sueldo. El ideal es que la tasa de reemplazo sea lo más alta posible. ¿Qué sucede cuando una persona tiene aumentos de sueldo importantes?

Lo cierto (aunque parezca contra-intuitivo) es que la tasa de reemplazo se deteriora. Es decir, una persona que experimenta grandes aumentos de sueldo pero continúa aportando un 10% de su ingreso, verá su tasa de reemplazo deteriorarse progresivamente. Dicho de otra manera, lo lógico es que el afiliado aumente su cotización en forma más o menos paralela con sus incrementos de sueldo.

En resumen: el tema de las pensiones es más que nada un problema de matemáticas aplicadas —mezcla de estadística, probabilidades, y finanzas—. La pensión de una persona, al final de cuentas, depende de dos variables: (1) la magnitud de sus contribuciones al fondo de retiro; y (2) la rentabilidad de su cartera de inversiones. Aquí no hay soluciones mágicas; los números no mienten. Es difícil pensar que una AFP estatal pueda alterar esta aritmética básica.

 Imprimir Noticia  Enviar Noticia