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Errázuriz, Keller y Pacheco narran sus historias y definen sus anhelos para Chile

domingo, 24 de marzo de 2013

A. González, V. Ibarra y C. Miranda
Economía y Negocios

El presidente ejecutivo de Sigdo Koppers, Juan Eduardo Errázuriz, comenzó su vida laboral como ingeniero en Rancagua y hoy comanda una verdadera multinacional.

Thomas Keller: "No hay mayor orgullo para un chileno bien nacido que trabajar en Codelco" "Soy porteño. Nací en el Cerro Alegre, en la avenida Alemania, en el Hospital Alemán", cuenta Thomas Keller Lippold (56 años, tres hijas), presidente ejecutivo de Codelco. Hijo de padres germanos que llegaron por separado a Chile en los 50, que se conocieron y se casaron acá. Él, Arnold Keller, doctor en física y profesor por 30 años en la Universidad Federico Santa María; y ella, Claire Lippold, una tecnóloga médica que trabajaba en el Hospital Alemán.

"En la casa se hablaba alemán. Hasta el día en que murió mi madre -un día antes de que se firmara el acuerdo entre Codelco y Anglo American-, yo hablaba alemán con ella", cuenta Keller, sobre una infancia que se desarrolló primero en el Colegio Alemán, aunque a los 14 años partió a un internado en Alemania, cerca de Hannover, por su interés en perfeccionar el idioma. Allí, en los 70, también estudió flauta traversa y fue una época que lo marcaría a fuego en su afición por la música. Al volver, terminó en los Sagrados Corazones de Valparaíso.

Tenía bastante mala conducta. "En esa época no se sabía lo que era el déficit atencional, pero de todas formas debo haberlo tenido. Era muy inquieto: desconcentrado, conversador, pero no era revoltoso de maldad. Las notas eran muy promedio, aunque después -un poco más maduro- eso se me pasó, y de ahí para adelante tuve siempre buenas notas", rememora.

Al salir del colegio, no tenía muy claro qué hacer, pero sí lo que no quería: nada con las "ciencias duras". Y medio por corazonada eligió ingeniería comercial en la Universidad Adolfo Ibáñez. Allí fue compañero de conocidos hombres de negocios como Nicolás Ibáñez (Walmart Chile), Gonzalo Bofill (Carozzi) y Gonzalo López (Lápiz López).

Tras salir el 79, tuvo su primer trabajo como analista de estudios en el entonces grupo BHC, lo que le permitió arribar a un entorno marcado por importantes figuras como Alfredo Vidaurre (el fallecido socio de Viña Montes), Vittorio Corbo, Klaus Schmidt Hebbel y Sebastián Edwards, entre otros.

Especializado en el área forestal, Keller llegó a Inforsa, que era el brazo forestal de ese grupo en esos años. Tras un posgrado en Chicago, se integró a Shell, que en ese tiempo tenía una unidad forestal en Chile. La multinacional lo trasladó a Londres y de un plan original de irse por dos años, terminaron siendo cuatro.

De vuelta a Chile, siempre en la angloholandesa, aterrizó en la gerencia de finanzas de Forestal Santa Fe y luego dio el salto a la minería, pues Shell tenía entonces una participación en lo que sería Collahuasi. Keller llega a finanzas para armar la estructura de financiamiento de este mega proyecto.

Tras un breve paso por Ultragas, del grupo Von Appen, Keller regresó. Esta vez, cuando se avecinaba la fase de ejecución de Collahuasi: uno de los trabajos que a Keller le ha dejado una de las mayores satisfacciones. "Cuando yo llegué a esa compañía, éramos 15 personas, y cuando dejé Collahuasi -casi 14 años después-, se habían invertido casi US$3 mil millones y estaba produciendo 500 mil toneladas de cobre fino. Tengo un cariño enorme por Collahuasi", cuenta.

De ahí migraría hacia otros sectores: a Cencosud, al área supermercadista, vacante desde la partida del histórico Claudio Haase; y luego Brookfield, para desarrollar infraestructura en Latinoamérica.

¿Por qué hizo carrera en sectores tan distintos? Responde que por dos motivos. Uno, la gente: "A mí no me gusta trabajar solo, lo encuentro muy aburrido, no serviría para trabajar en un banco de inversiones, sentado en una esquina, ideando grandes negocios". Lo segundo: "Me gustan los fierros, hacer realidad proyectos. Estoy esperanzado ahora con Ministro Hales, que espero echarlo en marcha a fines de este año", dice.

Y entra de lleno a su última y actual ocupación como mandamás de Codelco, revelando por qué aceptó dejar el mundo privado ante un llamado directo de Diego Hernández. "Es como si llamaran para jugar en la Selección. No hay mayor orgullo para un chileno bien nacido que trabajar en Codelco. Es la empresa que más contribuye al erario nacional, es la mayor productora de cobre del mundo, y es también una forma de devolverle a Chile todo lo que Chile me ha dado. Soy hijo de inmigrantes. Mis papás cuando llegaron tenían una posición económica bien modesta, y este país les dio la oportunidad de ser felices. Trabajar en Codelco es poner el talento que uno tiene a disposición de una actividad que realmente da bienestar a todos los chilenos", dice.

Este último período en la estatal estuvo marcado por la negociación con Anglo American, para poner término al conflicto que se había desatado por los términos del ingreso de Codelco a la sociedad dueña de Disputada de Las Condes. Pese a lo álgido del conflicto, Keller se ríe de ciertos episodios... como cuando se frustró un viaje a Nueva York porque no tenía visa.

"Soy terriblemente desordenado. Y revisando mis cosas, me di cuenta la noche anterior a reunirme en Nueva York con Peter Whitcutt, en abril, que la visa para EE.UU. estaba vencida. Íbamos a negociar, era la primera reunión con Anglo, estábamos pitucos pitucos y... no tenía visa. Yo sabía que la gente de Anglo iba viajando (de Inglaterra) a Nueva York a esas alturas... Me puse a llamar como loco, pero no había nadie, y decidimos que nos juntaríamos en Londres, porque ahí no necesitaba visa. Y yo tratando de explicarle a la gente de Anglo que tenía este problema. Los negociadores de Anglo llegaron a Nueva York y se tuvieron que devolver a Londres. Elegí esa ciudad porque era reconocer la culpa mía, y era ir a verlos a su casa, porque Nueva York era un lugar neutral", relata.

Hoy, Codelco enfrenta otra coyuntura. Por un lado, "un período muy desafiante", dice Keller, en alusión a las inversiones históricas y proyectos estructurales, pero también aspectos menos gratos. "Se esperan cosas de Codelco que la empresa no está en condiciones de hacer. Muchas veces se confunde a una empresa del Estado -como Codelco- con un ministerio o una repartición pública, y no somos eso".

-Respecto de la movilización que convocó la FTC, ¿están en condiciones de responder a sus reivindicaciones, como AFP estatal, renacionalizar el cobre, refinar el cobre en Chile?
"No vemos ninguna razón para que haya una paralización en Codelco, porque muchas de esas demandas no tienen mucho que ver con la compañía. No podemos hacernos cargo de esas peticiones, porque superan lo que podemos hacer como Codelco. Con respecto a las demandas propias de la compañía, estamos súper abiertos a discutirlas, y disponibles al diálogo, a buscar consensos. Pero no configuran un cuadro que pueda justificar un paro. Hay situaciones puntuales que se pueden entender en Chuquicamata, porque está pasando por una transformación importante para recuperar competitividad y transitar hacia la minería subterránea".

"Si bien es entendible que sus trabajadores estén preocupados, estamos abiertos al diálogo y al acuerdo. Justamente llegamos a un acuerdo luego de una negociación colectiva bien compleja en diciembre, definimos un comité para hacer esta transición y se entregó un bono histórico de casi $19 millones, que pagamos con recursos de todos los chilenos. Pedimos que todas las partes respeten lo que firmamos de común acuerdo hace apenas dos meses".

-¿Influyen las elecciones?
"Puede ser, pero no nos corresponde en Codelco hacernos cargo de eso. Temas como AFP estatal, renacionalizar el cobre, refinar todo el concentrado de cobre en Chile, escapan a lo que podemos hacer como compañía. Los temas que pueden complicar están concentrados en Chuqui y no justifican un paro. Estamos viendo cómo concretamos la instauración de mesas de trabajo, donde logremos avances concretos".

-¿Cómo van a enfrentar el caso de El Salvador?
"Estamos trabajando para asegurar la continuidad operacional, lo que pasa por revisar el modelo de negocios. Acá estamos hablando de qué pasa en el 2014 y 2015, y el año en que puedan entrar a operar los nuevos proyectos, que pasa también por ver cómo resolvemos el suministro eléctrico a costos competitivos. Soy optimista de que vamos a configurar un modelo de negocios que nos permita extender las operaciones en El Salvador más allá del 2015, pero obviamente que se va a requerir conversar con los trabajadores".

-¿Puede frenarse Andina por los temas ambientales?
"La vamos a realizar cumpliendo rigurosamente la legislación ambiental, y con el menor impacto posible sobre las comunidades y el medio ambiente. Si no se hace este proyecto, ponemos en riesgo el liderazgo de Codelco como primer productor mundial de cobre y su capacidad de generar más recursos para el Estado. Sería una mala decisión para el futuro de Chile, y pésima para miles de compatriotas que todavía esperan que el crecimiento llegue a sus familias, a sus vidas".

-¿Le gustaría quedarse en Codelco?
"Yo, hoy, estoy feliz trabajando en Codelco. Y sí, me gustaría seguir".

-¿Cambiaría mucho Codelco si gana Bachelet, Allamand o Golborne?
"Una de las cosas más importantes que se han hecho en Codelco en mucho tiempo es la instauración y el funcionamiento del nuevo gobierno corporativo, en 2010. Una gran ventaja es que hemos desacoplado un poco los tiempos de minería, y de Codelco en particular, de los tiempos políticos. Pero eso no quiere decir que esté eternamente en el cargo. El directorio está evaluando continuamente, y generalmente lo hace una vez al año. Afortunadamente, mi gestión ha sido muy bien evaluada en el 2012".

Las "propinas" en el hotel Terrado y su desayuno con Paulmann
Fanático de la música, Thomas Keller canta y toca piano, guitarra y flauta traversa. Y esta afición le ha significado varias anécdotas en su vida. Cuando trabajaba en Collahuasi, se alojaba en el hotel Terrado en Iquique y allí aprovechaba de tocar en el piano del complejo, "de un cuarto de cola, Yamaha", especifica.

"Una vez, un par de pasajeros me dejaron unos billetes de cinco lucas. Lo cual, lejos de ofenderme, me pareció algo importante", cuenta entre risas.

La sensibilidad por la música viene de ascendencia paterna, ya que su padre era "un gran músico, eximio pianista y jazzista. Muy genio loco", cuenta Keller.

También incidió la estadía que pasó en Alemania de joven, en los 70. "En esa década se creó la mejor música de todos los tiempos", dice. Se confiesa fanático de Peter Gabriel - su músico favorito "por lejos. Después vienen todos los demás"-, sin perjuicio de gozar con Pink Floyd, grupo que, cuenta, vio en "una de las primeras actuaciones en vivo de The Wall, que fue en Nueva York en el año 70 y tantos", dice.

"Cada vez que salgo fuera de Chile trato de ver si es que hay algún evento musical", narra. ¿Uno de los últimos conciertos? George Michael en Londres, en octubre del 2012.

En el área profesional destaca que le hubiera gustado en algún momento haber hecho un post grado en leyes. Y cómo fue su llegada al grupo Cencosud. Ocurrió por medio de Fernando Matthei, headhunter , por quien se entera de que Cencosud estaba buscando un ejecutivo. Resultó que Horst Paulmann lo citó a su casa, un sábado a las 8 de la mañana.

"Conversamos una mezcla entre alemán y castellano. Me invitó a tomar desayuno. A la semana siguiente me junté de nuevo a las 8 de la mañana, pero esta vez con él y con sus hijos".

Y si bien en Cencosud trabajaba más con Laurence Golborne (en esos años gerente general del holding), Keller también se juntaba con Paulmann para aprender. "Salíamos los fines de semana a recorrer supermercados y era lo más entretenido que hay", rememora. Thomas Keller tiene una hermana, Eva, que se desempeña como oftalmóloga en Viña del Mar.


De la isla Tenglo, a pescador, buzo de salvataje y empresario portuario El nombre lo pusieron formalmente en el 80. Era un derivado de la palabra océano, "pero por consejo de amigos, que nos dijeron que tratáramos de meterle x al nombre. Porque en Estados Unidos había un estudio de márketing que decía que las empresas con x llegaban más fuerte a sus clientes. Viendo que la empresa era mínima, le pusimos dos x".

La explicación del nombre de la firma es de Jorge Pacheco Alvarado (55), fundador junto a su hermano Ivar (57) de la empresa Oxxean, cuya historia de negocios tiene todos los ingredientes del arquetipo del emprendimiento.

Nació en la isla Tenglo, frente a Puerto Montt, y es hijo de pequeños agricultores que vivían de la venta de hortalizas. Jorge, siguiendo los pasos de su hermano, tuvo que migrar a Puerto Montt, para continuar los estudios, porque en la isla la escuela llegaba hasta sexto básico.

En los meses de invierno, tomaban pensión en Puerto Montt, y en primavera, el traslado era en bote a remo, a diario.

Al pasar ya al liceo de hombres en enseñanza media, Pacheco cuenta que le empezó a encontrar poco sentido al estudio y se trasladó a Frutillar, a una escuela industrial, y el último año de estudios lo terminó en Puerto Montt.

Pero en paralelo, y desde los 13 años, Pacheco empezó a trabajar en pesca. Con su hermano vieron que en esta actividad había oportunidad de obtener recursos más inmediatos que en el ciclo agrícola. Se hacían a la mar en las tardes, pescaban toda la noche y a la mañana siguiente vendían en Angelmó y "veíamos el dinero rápidamente", dice. Esto los obligaba a ausentarse bastante de la escuela, "hasta no quedar repitiendo por inasistencia", dice.

Era una época en que en Chiloé comenzaba a popularizarse el buceo, con la explotación del erizo. "Nos atrajo mucho y comenzamos a evaluar por qué en vez de solo pescar, también bucear". Compraron un equipo usado y sin más, su hermano mayor y un primo se lanzaron al mar sin ninguna instrucción, lo que les implicó accidentes a ambos.

Jorge, por ser el menor, no repitió la experiencia, y se asesoró por un instructor local. Y así pesca y buceo fueron el puntapié inicial de diversos negocios que fueron probando: extracción de cholgas, erizos, congrio, todas especies que eran mejor pagadas en el mercado que la pesca común.

Los Pacheco vislumbraron que habría aún mejores oportunidades si lograban convertirse en buzos profesionales. Se enteraron de que la Armada, por primera vez, abriría un curso para ser buzo de salvataje para civiles, en la Escuela de Ingeniería Naval de Las Salinas (Viña del Mar).

Ivar, con generosidad y viendo que era imposible que pudieran costear el curso para ambos, envió a Jorge a la escuela, mientras él continuaba trabajando para mandarle el dinero que Jorge necesitaba para subsistir durante dos meses de instrucción.

"Es la vez que he pasado más hambre en mi vida. Porque la Armada nos daba almuerzo de lunes a viernes, pero sábado o domingo no tenía clases, tenía que almorzar por mi cuenta. Ahora voy a reuniones de negocios a Viña y digo, "pensar que aquí pasé tanta hambre"", rememora Jorge.

El impulso
De regreso a Puerto Montt, ya con un título de buzo de salvataje, viene el giro de negocios para los Pacheco, porque les permitió diversificar negocios.

Profundizaron la extracción de más especies bien remuneradas: merluza en Chiloé y Aysén, la captura del loco -retratada en la película "La fiebre del loco"-, y algas. Pero además se les abrió el campo para proveer a navieras que recalaban: revisar hélices y cascos, terminales; dar servicios de salvataje ante siniestros a buques encallados; y servicios a industrias. Por ejemplo, Oxxean fue contratista de Sigdo Koppers cuando esta construyó la central Canutillar, en el lago Chapo.

También vendría la salmonicultura. Primero incipiente, y luego como una explosiva actividad, y en la que los Pacheco -pues Ivar pronto accedió también al título de buceo- se transformaron en grandes proveedores de toda clase de servicios: instalación de jaulas, transporte de cosechas, de peces, entre muchos.

"Puerto Montt, siendo un puerto importante, no tenía una empresa de buceo de salvataje con base allá. Todas las pegas que había las iban a hacer gente de Punta Arenas, que eran de Enap, o de Valparaíso. Y nosotros nos instalamos", cuenta Pacheco.

El despegue de Oxxean -que se instaló como empresa de buceo de salvataje en 1980- no estuvo exento de tropiezos serios.

En una ocasión, embarcado en el negocio de las algas, extrajeron cerca de laguna San Rafael. Y una vez acopiadas unas 10 toneladas en Puerto Montt, sorpresivamente Sernapesca los fiscalizó. Y al constatar que no tenían las guías que documentaran la fecha de extracción -necesarias para controlar la veda-, les decomisó el cargamento. Los Pacheco las habían extraído en época permitida, pero por la distancia no habían hecho el trámite, pues hubieran tenido que navegar 10 horas hasta Aysén o Puerto Aguirre para oficializar el documento.

"Lo único que logro es que queden en una bodega segura y no en un patio municipal. Porque yo quería acreditar que esas algas se habían sacado en tiempo permitido. Constantino Kochifas nos facilitó su bodega", cuenta Pacheco. Pero enfrentado al tribunal, el juez decidió que la mercadería no se devolvía. "Se me viene una carga emocional muy fuerte y me pongo a llorar. Habíamos apostado todo a ese negocio, como todo en nuestra vida", cuenta Pacheco. Venía la Navidad y Año Nuevo, y sin mercadería los Pacheco no tenían con qué pagar a la gente que trabajaba con ellos.

En un giro inesperado, el juez le pregunta a Jorge Pacheco si podía traer testigos que acreditaran la extracción en tiempo permitido. Y echa pie atrás en la decisión de decomiso.

En otra ocasión, extrajeron demasiados locos, sin contar con que no había capacidad de planta en Puerto Montt para procesarlos. Pasaron dos días angustiosos en que la mercadería corrió riesgo de perderse, si no hubiera sido por Multiexport, que los manda a una planta de Talcahuano.

Las anécdotas brotan de la boca de Pacheco por montones: En otra oportunidad, viendo la hazaña de Víctor "Tiburón" Contreras, que cruzó el Canal de Chacao a nado, a Pacheco -que en ese momento trabajaba en la firma de transbordadores Cruz el Sur- se le ocurrió intentar el mismo desafío. Junto con un amigo de Transmarchilay entrenaron duro todo el verano, hasta que se lanzaron al mar. "Él pasó y yo no, llegué hasta la mitad, me rescató un bote", cuenta entre risas.

Puertos y marinas
Hoy Oxxean está diversificada, debido a la experiencia de los socios de no poner todos los huevos en una canasta, lo que les ayudó durante la crisis del virus Isa.

Los servicios a salmoneros son cerca de la mitad del negocio, pero maneja otros. Tres puertos en la zona sur, uno en Puerto Montt, y otro en Puerto Chacabuco, ambos están especializados en la industria del salmón y, por lo mismo, se han certificado como bioseguros, a tono con las nuevas normativas regulatorias post Isa.

El tercer puerto está hoy en desarrollo en la bahía de Chincui, un proyecto que se orientará a la internación de graneles (fertilizantes demandados por la industria agrícola, por ejemplo), que hoy se ingresan por el puerto fiscal de Puerto Montt, y cuya capacidad está sobrepasada.

Pacheco avizora una segunda etapa en Chincui, una vez que evalúen el primer año de operación de este nuevo complejo, que está planeado para recibir el primer barco en diciembre. Y desliza el interés de ir tras un cuarto puerto en el futuro, debido a las necesidades que ve. "Tenemos claro lo que más necesita el sur de Chile: más puertos", dice.

Oxxean incursionó también en las marinas privadas, con una en Puerto Montt, y evalúa hacer más, orientadas al turismo en zonas como Tortel, debido al alza en el tráfico de yates.

"Oxxean es una de las empresas que más conoce el sur de Chile, desde Valdivia al Cabo de Hornos. La hemos buceado, navegado y recorrido", dice Pacheco. Con cuatro hijos, todos profesionales y con Oxxean con oficina en Santiago, él continúa viviendo en isla Tenglo.

El despegue de la ONG Canales para mejorar la educación técnica
Incentivado por su propia experiencia, Jorge Pacheco hace ya tiempo que impulsa en paralelo otro proyecto, de tipo social y que cristalizó en marzo del año pasado: la ONG Canales, una iniciativa que reúne a empresarios desde Valdivia a Magallanes, con 43 empresas socias, y que busca colaborar con la calidad de la educación técnica para que la enseñanza impartida sea coherente con las necesidades productivas.

Su objetivo es asesorar a colegios para dar prácticas efectivas, confeccionar mallas curriculares pertinentes a las necesidades productivas y dar clases de emprendimiento en tercero medio como ramo para facilitar la empleabilidad en diversos sectores productivos.

"Por cada industria, creamos comités técnicos que trabajan con un ejecutivo que genera la relación con colegios y universidades. Es un modelo que hemos ido perfeccionando y tenemos relación con Nueva Zelandia y Alemania", cuenta Pacheco, presidente de Canales.

Canales ya se encuentra colaborando con 25 colegios industriales desde Osorno a Chiloé, y la idea de los asociados -donde también están Constantino Kochifas hijo, James Ackerson, entre otros- es llegar a más. Pacheco anhela organizar una gran institución desde Valdivia a Magallanes.

"En la escuela tuve la suerte de tener una profesora en quinto y sexto básico que nos enseñó sobre personalidad. Nos hacía hacer escenas, comedias. Esto tiene que ver con cómo uno se comporta y se atreve. Y he hecho cursos: "Cómo los gerentes pueden hablar mejor a su gente". Otro como técnico en máquinas marinas, logística. Y un diplomado en la Universidad de Chile para proveedores del salmón. Ahí conocí a Endeavor", cuenta Pacheco.


"Tenemos el desafío de crecer al doble, ser una empresa de US$6 mil millones" "Yo he tenido un solo empleador", dice con humor Juan Eduardo Errázuriz. Al recibirse de ingeniero civil sísmico de la Universidad Católica, postuló a tres empresas: CAP, Corfo y Sigdo Koppers. Esta última fue la primera en responderle que estaba aceptado, así es que nunca supo cómo le fue en las otras dos. Arrepentido no debe estar. Hoy, la empresa que fundaron Sergio Ossa, Domingo Santa María y Andrés Donoso (Sigma), y que a finales de los 50 se unió a la norteamericana Koppers, tiene una valorización bursátil de US$3 mil millones, está en 13 países y da empleo a 20 mil personas.

Esa primera pega, como ingeniero de estudios, marcó su devenir. Recién casado, lo llevó a Rancagua, luego a Concepción y a Rengo. Volvió a Santiago a hacerse cargo de los talleres Neptuno del Metro. En 1972, Sigdo Koppers pasó a manos de Corfo, y ésta la puso a la venta dos años después.

Junto a otros 11 socios (Norman Hansen, Mario Santander, Naoshi Matsumoto, Eduardo Frei, Ramón Aboitiz, Gonzalo Rojas (padre del director de Bethia), Jorge Elgueta, Héctor Campos, Julio Diestre, Gustavo y Horacio Pavez) se embarcó en la compra. "Nos decían los 12 apóstoles, pero no sabíamos quién era Judas", bromea.

"¿Que de dónde sacamos los recursos?... pregúntele a mi señora. Tuvimos que vender todo, hipotecar la casa", agrega.

No fue fácil, además, por la situación del país. "Hubo un reordenamiento radical de la economía chilena, un shock del petróleo, y frente a esa disyuntiva teníamos que decidir qué hacer: mantenerse, achicarse o crecer". Optaron por crecer y diversificarse, de manera de lograr una continuidad de trabajo, ya que la ingeniería y la construcción siempre han sido cíclicas. Algo que estos doce socios vivieron apenas compraron la empresa. SK contaba con varios contratos en marcha al ser adquirida, de los cuales dos de ellos fueron cancelados: la construcción del edificio de la CAP en Lo Curro y una planta de renio y molibdeno de la misma empresa.

De la decisión de ampliarse nació SK Comercial, la más antigua de las filiales. La primera representación fue de la marca de maquinarias International Harvester, luego vino Fiat, que había cerrado su planta de Rancagua, donde se hacían los 125. En los 80 vino la compra de CTI, la creación de una serie de subsidiarias, y en el siglo XXI la compra de Magotteaux, en US$740 millones, que puso a SK en los cinco continentes.

-¿Imaginaron la dimensión que tendría la empresa casi cuarenta años después?
"En los últimos siete años, sí; y en los últimos tres años, también. Nosotros tenemos el desafío de crecer al doble de aquí al año 2017, y estamos en eso. Eso lo dijimos hace un año. Dijimos que queremos una empresa de US$6 mil millones".

-¿Cómo lo harán?
"Invirtiendo en forma orgánica en las empresas en que estamos, focalizándonos en hacer las mismas cosas que hacíamos en Chile, en Perú, en Colombia, y parcialmente en Brasil, donde estamos focalizados en servicios a la minería. Queremos potenciar todas las filiales que tiene Magotteaux, en Asia. Y creemos que lo que se está gestando a través de la alianza del Pacífico tiene un potencial enorme, y estamos deseosos de que avance (...) Queremos crecer muy fuerte en el rubro en que está Enaex, en que está Magotteaux, en SK Comercial, SKC Rental, y en Ingeniería y Construcción, en que estamos en Chile y Perú solamente, creemos que podemos avanzar más en otros países de la región".

-Además de un problema de escala en Chile, ¿qué hace más atractivo a otros países para invertir?
"La energía. La energía es clave. Sin energía no tenemos inversión, no tenemos pyme, no hay educación, no tenemos inversión minera. Yo he sido harto catete con esto. Poco a poco se ha generado conciencia, pero no se hacen las cosas".

Tras una pausa, agrega: "Si pudiéramos tener energía y desarrollar todos los proyectos de inversión que el país tiene, la generación de impuestos que eso genera y royalty, da para financiar todos los programas sociales que el país necesita: educación, salud, etc. Para mi gusto, ¿cuál es el problema? Energía. En primer, segundo, cuarto y quinto (lugar)".

"La energía chilena hoy día cuesta tres veces más que la peruana. Y si piensa que en la industria, a lo menos entre el 5 y el 10% del costo es energía, una empresa que gane más del 5% de las ventas es casi imposible competir".

Agrega que las energías nuevas -como la solar o la eólica- se están haciendo cada vez más competitivas, porque sus costos de inversión han bajado, pero no se deben dejar de estudiar todas las energías; "incluso la nuclear", precisa.

-¿Ha faltado iniciativa política o fuerza para seguir con los estudios?
"Yo creo que ha faltado de todo un poco. Además, éste es un tema que transciende los gobiernos. Siempre hubo en Chile una planta hidroeléctrica grande en construcción. Siempre. Y esto se paró en 1996, cuando se eliminó la fuerza mayor por sequía extrema, para la tarifa. Para mí, el tema energía es clave".

-¿Esperaría que la energía fuera un tema de campaña?
"Espero que no sea de campaña, que no sea un tema político, sino política de Estado. Ojalá que en esta época de elecciones presidenciales abordemos las cosas con seriedad".

"El mayor riesgo es dejarse llevar por el populismo"
-¿Qué evaluación hace de este gobierno que ya está en la etapa final?
"Creo que ha sido un muy buen gobierno, que ha comunicado muy mal lo que ha hecho, porque la gente no percibe los avances que ha habido en todos los ámbitos. Nuestro Presidente ha hecho una labor espectacular, que hoy se traduce en un favorable crecimiento de nuestra economía, un bajo índice de desempleo y mayores posibilidades para todos los chilenos, lo que cada vez nos acerca más a ser un país desarrollado".

-¿Cuál es el mayor riesgo para Chile este año?
"El mayor riesgo es olvidarnos de lo que hemos construido con un gran esfuerzo de todos, lo que nos ha permitido mantenernos bastante ajenos de las crisis externas, y dejarnos llevar por el populismo, dado el clima eleccionario que se impondrá a partir del segundo semestre".

El encuentro con Bergoglio cuando el nuevo Papa era cardenal
Juan Eduardo Errázuriz es el sexto de seis hermanos -"y el único que nació en una clínica, el resto lo hizo en la casa", cuenta-, uno de los cuales es el cardenal Francisco Javier Errázuriz.

En una semana marcada por la elección del nuevo Papa, el presidente de SK revela que tuvo la ocasión, hace unos años, de conocer y saludar al actual Sumo Pontífice, cuando Jorge Mario Bergoglio era cardenal. Fue en 2007, cuando el cardenal Errázuriz era presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y le correspondió preparar una conferencia del episcopado latinoamericano, que se celebró en el Santuario de Aparecida, en Brasil. Allí Juan Eduardo Errázuriz concurrió como peregrino, con su familia.

"Lo conocí en la micro, subiéndome al bus. Lo saludé. Me lo presentaron. Nada más", detalla sobre su breve encuentro con Bergoglio.

-Ahora, en esta ocasión, ¿hubo una conversación más personal con su hermano por la elección del Papa?
"La vez pasada hubo. Yo le preguntaba a él, bueno, quién puede ser. Y me decía "aquí hay un solo latinoamericano que es de excelencia, y es de un país vecino". Nada más. Los cardenales no dicen nada. Nunca me ha dicho nada".

Sus ocho hijos y el protocolo familiar
SK es un grupo de empresas profesional y, por lo tanto, si algún hijo quiere ingresar, se debe someter a postulación como cualquier ejecutivo, recalca Juan Eduardo Errázuriz.

Por esto, agrega, en el grupo están estudiando, de acuerdo a la nueva normativa de la Superintendencia de Valores y Seguros referente a este tema, un procedimiento en que más bien (los hijos o los accionistas) estén en los directorios, que en cargos ejecutivos. "Sin desmerecer el hecho de que si hay algunos que cumplen con todas las competencias, lo hagan", precisa.

En efecto, su hijo Francisco trabaja en el área automotriz del grupo, y Juan Pablo Aboitiz, gerente general de SK, es hijo de unos de los "doce apóstoles", Ramón Aboitiz, quien falleció.

"Los accionistas deben ejercer su derecho a través de la junta de accionistas nombrando a los directores", agrega Errázuriz, quien revela además que al interior del grupo están trabajando para plasmarlo en una suerte de protocolo.

El empresario tiene ocho hijos: Juan Eduardo, quien está a cargo de la sociedad de inversiones familiar de los hermanos, llamada Los Ángeles; Francisco, quien trabaja en SK Bergé; Carmencita, María José, Teresita (quien vive en Phoenix, Estados Unidos); Tomás, quien vive en Sao Paulo, en Brasil, pues trabaja en el grupo Latam Airlines; María Paz, que se dedica a la Fundación Complementa; y María Jesús, recientemente egresada de la universidad.

Al margen de SK, Juan Eduardo Errázuriz también participa de otros negocios. "Soy accionista de la Viña San Pedro Tarapacá, chiquitito, y con mi cuñado tenemos una sociedad de campo, en Rengo, llamada El Delirio, donde producen uva de exportación, caquis, cerezas".

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