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Región Metropolitana registra el quinquenio con menores lluvias en cien años

lunes, 26 de noviembre de 2012

Laura Iriarte y Elisa Villalobos
Economía y Negocios

Las autoridades y expertos coinciden en que, dado que esta realidad es producto del cambio climático, el foco debe estar en hacer un uso más eficiente del recurso.

Durante este último quinquenio, la Región Metropolitana registró el período más seco en cien años, según datos sobre las precipitaciones de la Dirección General de Aguas (DGA). Entre 2008 y 2012, las lluvias en la capital totalizaron 1.198 milímetros de agua, el menor nivel desde el período 1908-1912.

Tanto las autoridades como expertos coinciden en que se trata de una tendencia generada por el cambio climático y el país se debe adaptar. "Los efectos del cambio climático dejaron en evidencia un déficit en infraestructura de riego de prácticamente 50 años", sostiene el ministro de Agricultura, Luis Mayol.

"Las últimas décadas hemos podido ver cómo las precipitaciones se concentran en lapsos más cortos y escurren de manera más rápida, impidiendo que se produzca infiltración y la generación de embalses naturales en la cordillera. Asimismo, la isoterma está cada vez más alta, lo que se traduce en una menor acumulación de hielo y de nieve, necesaria para el período estival", agrega el secretario ejecutivo de la Comisión Nacional de Riego, Felipe Martin.

Aunque la superficie de riego en la Región Metropolitana ha disminuido cerca de un 4% en los últimos 35 años, la extensión plantada y sembrada frutícola ha tenido un crecimiento importante en los últimos 15 años, explica el ex presidente de la Federación de Productores de Fruta (Fedefruta), Antonio Walker.

"El mundo se nos abrió. El Lejano Oriente, Sudeste Asiático y Latinoamérica. Los mercados han aumentado la demanda de frutas, verduras y granos. El problema es que lo que estamos viendo es que nos estamos quedando sin agua. La buena noticia es que Chile tiene agua, y la mala es que la administramos muy mal", afirma.

Por lo mismo, la preocupación está en utilizar bien los recursos existentes, ya que, por ejemplo, Chile tiene una disponibilidad de agua tres veces mayor que Australia, pero posee una capacidad de almacenamiento 20 veces menor a la de ese país y más del 80% del recurso se vierte en el mar. "En este escenario, tenemos hoy 1,1 millones de hectáreas bajo riego, mientras los australianos alcanzan los 5 millones de hectáreas", detalla el ministro Mayol.

Y los efectos se sienten. Walker comenta que la sequía en la RM -que en todo caso se extiende desde la IV a la VIII Región- ha dado lugar a que algunas superficies agrícolas se hayan trasladado a otros sectores del país, donde hay más agua, más mano de obra y más tierra. "En la RM, los agricultores competimos no sólo por agua, sino que por la mano de obra entre el mundo urbano y rural", explica.

Es por ese motivo que los precios de las frutas y verduras han estado subiendo en el último tiempo, agrega el ex dirigente gremial. Esto, porque el principal centro de consumo está en la capital, y los productores que trasladaron su operación ahora deben incurrir en un aumento en los costos de producción reales por los fletes que deben pagar.

Detectada la realidad, agrega la gerenta de estudios de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), Ema Budinich, hay que buscar soluciones. "Hay que ver cuán eficientes somos en el uso del agua. Por ejemplo, en el caso de la agricultura en la zona de riego hay una eficiencia relativamente alta en el uso, pero se puede seguir mejorando. Eso requiere inversiones en sistemas tecnificados de riego".

"Otro ejemplo son los sistemas de agua potable y alcantarillado. En estos sistemas se pierde entre el 25%, 30% y hasta 35% del agua que tratan para entregársela a los usuarios. Las empresas de agua potable debieran mejorar la eficiencia o reducir las pérdidas", propone la experta.

En ese sentido, el Gobierno se ha concentrado en la construcción de cuatro embalses en distintas regiones del país, y han llevado adelante un Programa de Siembra de Nubes para aumentar las precipitaciones en un 10% en las zonas estimuladas artificialmente, explica Martin.

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