Muestra
seguridad: un buen entrevistador es capaz de sacarte
una foto de cuerpo completo y, más encima, de calcular
tu peso profesional a la primera mirada, por lo que es bueno
entrar de ganador desde el primer apronte.
El
saludo: saluda con la mano, nunca de beso. Durante
toda la entrevista debe primar el respeto por la otra persona.
Trata
de hablar con tu cuerpo: la forma de sentarse frente
al entrevistador también dice algo. Una persona echada
para atrás en la silla, o una que por esas cosas de
la vida se le ocurra sentarse sobre el escritorio está
indicando rasgos de su personalidad sin decir ni una sola
palabra.
Responde
lo que se te pregunta: no es bueno hablar de más.
Debes contestar lo que se te pregunta, aunque tampoco se trata
de evitar a toda costa un diálogo profesional. Ten
cuidado con soltar frases ambiguas como 'soy compulsivo' o
'a veces me enojo mucho', porque el entrevistador no tendrá
cómo saber qué es lo que realmente estás
queriendo decir.
Se sabe
de un ejecutivo que en la última entrevista deslizó
la frase 'me gustaría ser independiente' y de inmediato
quedó fuera del cargo, pues confesó que su deseo
futuro era irse del trabajo para el que lo estaban seleccionando.
No
intentes deslumbrar: el uso de muchos términos
en inglés o en otro idioma te puede dejar como un tipo
snob.
Jamás
fumes: durante la entrevista nunca se debe fumar
y el celular, ciertamente, hay que apagarlo.