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Transición a IFRS en Chile

La conversión a las IFRS implica un cambio de los Principios de Contabilidad Generalmente Aceptados o PCGA primarios, lo que significa que todos los integrantes de la organización deberán aprender un nuevo lenguaje, una nueva manera de trabajar. El reporte o comunicación de información al mercado se realizará sobre una base totalmente distinta.

En el caso de muchas compañías ello supondrá cambios fundamentales, cambios que repercutirán en todos los aspectos de su actividad desde las relaciones con los inversores hasta los procedimientos cotidianos, y que pueden afectar a la viabilidad de algunos productos e incluso a la utilidad disponible de la propia compañía.

La Superintendencia de Valores y Seguros, tomando en cuenta este escenario, estableció a través del oficio 485 de noviembre de 2008 una flexibilización para la transición a la nueva normativa contable.

Dicha flexibilización consiste en que se le dio a las empresas la posibilidad de presentar en las fechas estipuladas sus balances de dos formas: full IFRS (es decir, cifras 2009 comparativas con 2008, ambas bajo IFRS) o en formato proforma (es decir, cifras 2009 comparativas con 2008 bajo GAAP chileno más IFRS proforma de una sola columna 2009).


Principales diferencias bajo IFRS

La convergencia a IFRS es profunda y representa mucho más que un cambio de las reglas contables. La transición a estas normas implica introducir una nueva forma de medir y de presentar las operaciones de una empresa que trasciende lo “contable” y requiere ser implantado en toda la organización.

Los números cambiarán, pero cambiarán también ciertas formas de trabajar y en algunos casos esto puede obligar a realizar cambios de dirección y estrategias. Sin duda ello representará un desafío en múltiples dimensiones.

No será fácil para los distintos agentes del mercado y stakeholders asimilar un cuerpo normativo que, además de ser voluminoso, introduce ciertas complejidades y reglas que exigirán también un profundo cambio cultural en la materia.

Se utilizará fair value o valor justo (valores de mercado) en muchas áreas donde antes no podríamos haberlos imaginado, se revelará información detallada de cada segmento o línea de negocio y un importante número de diferencias requerirán cambios relevantes en los números de patrimonios y/o resultados que hoy vemos de las empresas.

Pongamos el asunto en su justa dimensión. El cambio es importante y complejo, pero las empresas serán las mismas. Los flujos que generan y el valor que las mismas producen no se alterarán simplemente porque las midamos mediante convenciones diferentes.

El negocio no ha cambiado, sólo se apreciará bajo un prisma distinto, el cual, en muchos casos (aunque con mayor tecnicismo), permitirá transparentar situaciones hoy no reflejadas por los estados financieros.

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