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La fiebre por cultivar avellanas se instala entre empresarios chilenos

lunes, 13 de abril de 2009

Francisca Vega W
Economía y Negocios

Jürgen Paulmann, la familia Böttiger y Eduardo Elberg están entre los que han apostado por este fruto. Se estima que una hectárea requiere de US$ 1.500 de inversión, dinero que a su término deja una utilidad de US$ 3.000.

El empresario Jürgen Paulmann -dueño de la aerolínea Sky-, la familia Böttiger -que maneja Tattersall- y Eduardo Elberg -ex dueño de Santa Isabel- son algunos de los que se han dejado seducir por el cultivo de avellanas.

En el sur del país, más específicamente entre Curicó y Osorno, ellos son apenas una muestra de los que hoy dedican su tiempo a este cultivo, el que promete ser muy lucrativo en los próximos años.

Pequeños y grandes empresarios ven en este cultivo una gran oportunidad. Y las razones son claras: "Son de fácil manejo, requieren de poca inversión, un avellano produce durante más de 60 años y los retornos son muy buenos", dice Carlos Cruzat, de la consultora Aquavita, que posee plantaciones ubicadas en una zona cercana al lago Villarrica.

"Nosotros comenzamos a estudiar el tema en 1993, al año siguiente compramos tierras y las plantaciones comenzaron en 1995", agrega. En términos generales, se calcula que la cosecha se puede efectuar después de siete años a muy bajo costo. Se comenta que una hectárea requiere de US$ 1.500, dinero que a su término deja una utilidad de US$ 3.000.

El empuje de la italiana
Aunque no hay estimaciones oficiales, algunos hablan de que actualmente existirían unas 10.000 hectáreas de plantaciones de avellanos en Chile y prometen ser muchas más.

Según antecedentes de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) del Ministerio de Agricultura, se proyecta que hacia el 2020 Chile podría superar las 20 mil hectáreas plantadas de avellanos, ya que cada año se agregan entre 800 y 1.000 hectáreas.

La fiebre comenzó en la década de los noventa, cuando en 1991 la empresa Ferrero -gigante de la chocolatería italiana- se estableció en el país como AgriChile. Según antecedentes de la FIA, la italiana hoy posee una superficie superior a las 3.000 hectáreas entre las regiones VII y IX. También, Ferrero ha promovido que productores independientes comiencen la producción y a cambio les entrega plantas y les asegura la adquisición de sus productos. Por ejemplo, Cruzat se ha unido con 20 productores independientes para vender avellanas a la italiana.

Hoy, de los US$ 7,1 millones que exporta Chile, US$ 6,7 millones van directo a Italia.

Otros de los que han entrado es Hazelnut Growers of Oregon (HGO), que abastece a la industria chocolatera, pastelera y de snacks en Estados Unidos.

Entre los cultivadores, se dice que Elberg entró al negocio a mediados de los noventa y tiene plantaciones en Caburgua, mientras que Paulmann tiene 200 hectáreas plantadas en las tierras del Fundo el Toqui, en Talca.

Según datos de la FIA, los posibles competidores de Chile en el Hemisferio Sur son Australia y Nueva Zelandia.

Australia y Nueva Zelandia podrían ser los posibles competidores en el Hemisferio Sur.

Ferrero, la fortuna más dulce del mundo
Fundada por el italiano Michele Ferrero, se habla de su familia como la riqueza más dulce del mundo. No es para menos: su familia, entre la que se encuentra su nieto Pietro Ferrero, amasa una fortuna superior a los 7.000 millones de euros. Con ello logró superar en 2008 al mismísmo Silvio Berlusconi en el listado de la revista Forbes.

El origen de los chocolates Ferrero está cimentado en las manos de la familia, dueña de un laboratorio, una fundación social y de una tienda de repostería que abrió en Alba, en 1946, luego de probar suerte en Cuneo, ciudad de mayor tonelaje que le da el nombre a la provincia donde está incrustada.

Ferrero -un hombre que siempre se caracterizó por lo silencioso y discreto, además de ajeno a toda entrevista- fue el inventor de la crema de chocolate con avellanas, que en 1964 se convirtió en Nutella, la más vendida del mundo. Su familia es la que también dio vida a Ferrero Rocher, Zinder y Mon Cheri. Con todo, su negocio absorbe un tercio de toda la producción anual de avellanas del planeta.

La familia Ferrero se divide entre Bruselas, Mónaco, Capo Ferrat y Alba. Domicilios dispersos para uno de los negocios más cosmopolita y profundamente enraizado en el Piamonte.




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