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Expresidente peruano era implicado en el caso Odebrecht:

Alan García se suicida con un disparo en la cabeza cuando la policía iba a arrestarlo

jueves, 18 de abril de 2019

Jean Palou Egoaguirre
Internacional
El Mercurio

"Estoy seguro que él ha querido dar una lección de dignidad", relató a "El Mercurio" su secretario, Ricardo Pinedo, quien habló con el exmandatario apenas minutos antes de que se quitara la vida.



Considerado uno de los grandes protagonistas de la política peruana durante los últimos 35 años, el dos veces Presidente Alan García (69 años) decidió suicidarse antes que ser detenido por supuestos delitos de corrupción en el marco del caso Odebrecht, de los cuales él se declaró inocente hasta el final.

Hacia las 06:30 horas locales (07:30 horas en Chile), la policía acudió a la residencia de García, en el distrito de Miraflores, con una orden de detención preliminar por la presunta comisión del delito de lavado de activos en una de las aristas del escándalo de la constructora brasileña Odebrecht, ordenada por el juez José Luis Chávez a petición del fiscal especializado José Domingo Pérez. En circunstancias que todavía se investigan, al ser notificado, el exmandatario (1985-1990 y 2006-2011) pidió permiso para hacer una llamada privada a su abogado y subió a su habitación en el segundo piso, donde se encerró. A los pocos minutos se escuchó un disparo de arma de fuego, y los agentes encontraron al expresidente en posición sentada con una herida en la cabeza.

García fue ingresado con vida a las 06:45 horas, en el Hospital de Emergencias Casimiro Ulloa, donde un equipo de 27 médicos intentó salvarlo. El dirigente, que según el primer parte médico llegó al recinto con una herida "con orificio de entrada y salida" en el cráneo, sobrevivió inicialmente a tres paros cardíacos, pero a las 10:05 horas fue declarada su muerte, "por hemorragia cerebral masiva por proyectil de arma de fuego y paro cardiorrespiratorio".

El fallecimiento de García conmocionó a los peruanos, especialmente a sus correligionarios del Partido Aprista, que ayer culparon a la fiscalía por la trágica decisión de su líder. "Es la concreción de todo un mecanismo de persecución y búsqueda de popularidad enfermiza por parte de algunas personas imbuidas de poder que quieren pasar a la historia como carceleros", afirmó el congresista Mauricio Mulder desde el hospital donde murió. "Es el resultado de un pérfido, malévolo y abusivo atropello de una fiscalía que puede meter preso a quien le da la gana", dijo por su parte el excanciller Luis Gonzales Posada.

Ricardo Pinedo, secretario personal de García durante 23 años y miembro del APRA, relató a "El Mercurio" que habló telefónicamente con él la noche del martes -después de que ambos dieron entrevistas televisivas en medio de los rumores sobre su inminente detención- y ayer mismo, apenas minutos antes de que se disparara. "Nos íbamos a encontrar en la fiscalía a las diez de la mañana para una diligencia, pero me llamó a eso de las seis y media para decirme que había un fiscal con una orden de allanamiento", dijo.

"Han sucedido cosas extrañas, que la verdad con el dolor que tengo me da ira", afirmó Pinedo, al denunciar varias irregularidades en el procedimiento, como que el fiscal a cargo no se identificó y tampoco quiso decirle a García que se trataba de una detención y no solo de un allanamiento. También acusó que la diligencia en el domicilio de García continuó a pesar de su muerte, y a él se le negó el ingreso a la casa para ir a buscar la ropa con que se iba a vestir al difunto.

Según Pinedo, el fiscal Pérez -a quien hace responsable por la muerte de García- "creó una tesis" para implicar al expresidente a partir de dos exfuncionarios que presuntamente recibieron sobornos, pero esa acusación "no tiene ningún sustento ni base" y el exmandatario consideraba "totalmente injusto" que se le vinculara con el caso.

"Yo creo que Alan García pensó esta mañana, 'a ver, ¿me están deteniendo por algo que yo he hecho? No, es por una especulación. Y he sido Presidente dos veces. No les voy a dar el gusto de me vean detrás de las barras por una acusación totalmente falsa'", señaló Pinedo. "Para mí esto (el suicidio) fue totalmente sorpresivo. En algún momento conversamos, hace mucho tiempo, sobre otros casos, y me dijo que él no lo permitiría (ser arrestado), que lo impediría. Y nos reímos y nunca más hablamos de ello. Pero si usted me pregunta, con la cercanía que lo he conocido, yo estoy seguro de que lo que él ha querido es dar una lección de dignidad", agregó el asesor.

El propio García, en una entrevista que brindó el martes al canal RPP (ver A6), había dicho que consideraría "una gran injusticia" su eventual detención, y calificó como una "cobardía intelectual y una demagogia jurídica" que se le vincule a sobornos a través de testaferros. "No le temo a una prisión preliminar. No poder salir del país es una forma de prisión también", agregó el exmandatario, recordando que desde noviembre pendía en su contra una orden de impedimento de abandonar Perú por 18 meses, la cual intentó burlar al ingresar a la residencia del embajador de Uruguay en Lima y solicitar asilo como "perseguido político", lo cual fue rechazado.

Hábil y polémico

De estilo altanero y siempre polémico, Alan García se defendió hasta el final de las acusaciones de corrupción. "Otros se venden, yo no", solía repetir, y no temía salir a la ofensiva, como cuando confrontó a periodistas que le encararon que cobró US$ 100.000 por una conferencia en Brasil de la que se sospechaba irregularidades: "Demuéstrenlo pues, imbéciles", les respondió a los reporteros.

Su preocupación principal, sin embargo, era cómo iba a ser recordado: "Necesito dejar en la historia del Perú mi nombre bien puesto", afirmó varias veces.

Esa obsesión llevó a este sociólogo de La Sorbona y discípulo predilecto de Víctor Raúl Haya de la Torre -uno de los fundadores del APRA a inicios del siglo XX-, a convertirse con apenas 36 años en Presidente en 1985, un mandato marcado por sus dañinas políticas proteccionistas y el sangriento levantamiento del grupo terrorista Sendero Luminoso. Aunque tras su primer período el país quedó en la ruina económica, allanando el camino para la década del fujimorismo, García quería su revancha: tras nueve años en el exilio, en Francia y Colombia, en 2001 volvió a Perú aprovechando la prescripción de sus delitos, e hizo gala de su astucia política para reinventarse y, contra toda lógica, volver al poder en 2006. En su segundo gobierno mostró su faceta camaleónica, dio un giro radical respecto del primero y abrió Perú al libre mercado, concluyendo su gestión en 2011 con un crecimiento promedio de 7,2% anual. Pese a que en las elecciones de 2016 fracasó en su intento por un tercer mandato, nadie dudaba de que se trataba de uno de los políticos más hábiles del país, y que no había que subvalorarlo.

"Yo creo que Alan García vivió por y para el Perú", resumió Pinedo. "Con sus errores, porque era humano y todos nos podemos equivocar".

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