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Papel bioactivo:

Todo el poder de las algas

lunes, 15 de abril de 2019


Ediciones Especiales
El Mercurio

Este novedoso papel para envolver la fruta es biodegradable y actúa sobre la base de compuestos químicos naturales, no sintéticos, obtenidos a partir de algas chilenas.



A la tradicional idea de que el cartón y el papel son los mejores aliados a la hora de transportar o de almacenar algo se agrega la opción de un papel confeccionado en base a algas. Se trata de un papel bioactivo y sustentable que permite que la fruta llegue en mejores condiciones a sus mercados de destino y, de paso, protegen el medio ambiente.

Este papel bioactivo es el resultado de un proyecto iniciado hace tres años en el Centro de Biotecnología de la Universidad de Concepción, en la Región del Biobío. La iniciativa tuvo como objetivo reciclar y disminuir el uso de plástico en el rubro frutícola y, por otro lado, aportar en la disminución de enfermedades y problemas que surgen durante el viaje de las frutas, en que se generan pérdidas que varían entre el 3% y 5% del volumen que se exporta cada año.

Este novedoso papel para envolver la fruta es biodegradable y actúa sobre la base de compuestos químicos naturales, no sintéticos, obtenidos a partir de algas chilenas, por lo que su uso puede ser muy bien valorado en los mercados de destino, ya que también se está usando un material reciclado.

Si bien el nuevo papel todavía no tiene un nombre comercial, ya está validado a nivel de laboratorio y en la etapa piloto permitió una reducción en la pérdida de frutas de entre 50% y 70%, al evitar problemas por presencia de hongos, bacterias y oxidación. Actualmente, los impulsores buscan los fondos para su escalamiento industrial.

Durante los tres años de trabajo en el desarrollo del papel, en la Universidad de Concepción lograron demostrar su capacidad bioactiva en distintas frutas, en que las pérdidas se redujeron como mínimo en 50%. En pruebas de campo, en tanto, hasta ahora lo han validado en pomáceas, específicamente en peras y manzanas, ya que se trata de frutas grandes y redondas, que se pueden envolver de a una.

Los creadores de este producto esperan este año validarlo en uvas de mesa, especialmente en las de alto valor, las que van a un segmento premium, en que se envuelve en forma individual cada racimo. Dentro de los planes está avanzar ahora en desarrollar un formato de embalaje especial para frutas como las cerezas y arándanos, que tienen pérdidas por la presencia de hongos, como la botrytis, pero que no se pueden envolver una a una.

En el Centro de Biotecnología esperan para el 2020, tener establecidos los formatos para cada especie y contar con una cantidad significativa de papeles, para distintas frutas y exportadoras.

Con la evidencia obtenida sobre la efectividad de las propiedades de las algas para controlar hongos y bacterias en las frutas durante la poscosecha, entre los próximos pasos de los investigadores está aplicar esos conocimientos en el control en huertos, utilizando los mismos extractos de algas.

Pero no es el único foco. En el caso puntual del papel, uno de los objetivos es diversificar la línea de productos disponibles para la industria frutícola con las mismas propiedades bioactivas, por lo que pretenden fabricar cajas y cartones, ya que se trata de adaptaciones de manufactura que no requieren más innovación científica.

También está el interés por mostrar el impacto positivo que puede tener en la industria forestal y de la fruta un desarrollo que realizaron antes del papel, pero también enfocado en reducir el uso de plástico en el sector.

Uno de ellos son las bolsas para las plantas de los viveros, que se degradan después de 120 días y contienen componentes bioactivos que protegen a la planta de enfermedades, por lo que no es necesario retirarla cuando se planta en el terreno definitivo.

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