Nunca olvidó este paisaje. La profesora Andrea Arriagada Mancilla (34) atesora una niñez jugando y corriendo frente a la inmensidad del lago O'Higgins en su casa, en Candelario Mancilla, un lugar llamado así en honor a su bisabuelo, el pionero que hizo patria en esta zona extrema y fronteriza de Aysén, a unos 20 kilómetros del lago del Desierto que Chile perdió en una disputa fronteriza con Argentina. Aunque no dejó de venir, hace siete años Andrea decidió radicarse en la Región de Aysén. Ahora, dice, "es para siempre, de por vida", con un desafío atípico: vivir en la isla central del lago, junto a su hijo Maximiliano de tres años y su madre Susana Mancilla. Ahí intenta emprender un proyecto de agroturismo para difundir un modo de vida sustentable, con huerta en invernadero y crianza de ovejas. Quiere que los visitantes experimenten cómo producir sus propios alimentos, amasar pan y resolver el sustento cotidiano, además de recorrer las 1.300 hectáreas de un área agreste y con zonas escarpadas, estratégicamente ubicada a medio camino de la navegación entre Villa O'Higgins y el afamado glaciar homónimo, uno de los cuatro grandes que nacen en Campo de Hielo Sur. Pero hasta ahora no ha recibido turistas en las dos cabañas que equipó. No tiene cómo comunicarse sin salir de la isla, lo que no es fácil para ella ni para quienes se atrevan a venir, porque se verían obligados a alargar su estadía, ya que la barcaza de integración pasa una vez cada 10 días y a veces no llega. "Lo que más falla es la conectividad", lamenta. Por eso se convirtió en la voz de las 11 familias (24 personas, varios adultos mayores) que habitan en las riberas de este lago binacional, para insistir ante las autoridades que les den más atención: que necesitan instalar pequeños muelles flotantes de acceso, contar con señal telefónica y una conexión lacustre más frecuente para salir y volver a sus hogares. "Estamos en lo mismo que vivió mi bisabuelo hace 100 años atrás. Es lo que les digo a todos los gobiernos que han estado y a la gente que ha venido: yo vivo en el siglo 18 y creo que merecemos subir al 20, no al 21, pero al 20. Conéctennos más, si igual hacemos patria aquí. Santiago necesita un Transantiago, nosotros necesitamos muelles y una lancha, ¡es tan poquito, siento que pedimos nada!", señala en tono de súplica, y contrasta con lo que ocurre en Argentina, donde los habitantes fronterizos en El Chaltén están muy conectados y logran desarrollar sus proyectos. "Si acá no hay más población es porque no hay facilidades para la gente. Nadie va a venirse a un lugar donde no puede comunicarse con su familia o hacer un pago por internet, hoy que está todo conectado", dice. La isla central, donde Andrea tiene hoy su hogar, es una herencia de su padre, un suboficial de Carabineros, quien falleció en 2017 por un cáncer. El funcionario estuvo destinado 22 años en Candelario Mancilla, donde formó su familia y adquirió la propiedad que antes perteneció a un colono que vivía al frente y la usaba para criar animales. "Mi mamá quería vender la isla. Ya no tengo las energías para correr cerro arriba y cerro abajo detrás de las ovejas, me decía. Y yo le dije usemos las ovejas y hagamos turismo", cuenta. "El mayor orgullo" Tras titularse de profesora de Ciencias Naturales y Química y Químico Analista en la U. de Concepción, trabajó siete años en la escuela de Villa O'Higgins y en un liceo de Cochrane, en la Región de Aysén. "Todo el mundo me dice que estoy loca. No entienden cómo teniendo dos títulos y pudiendo estar cómoda y ganar un buen salario, me voy a trabajar a la isla donde todo es en extremo bruto, porque hay que hacerlo todo con brazos y piernas", comenta. Tal vez, explica, es porque algo tiene del espíritu pionero de su antepasado, Candelario Mancilla: "Es todo lo que soy. Para mí es el mayor orgullo ser quien soy y ser la bisnieta de la persona más importante en este sector, el hombre que trajo la frontera aquí, que hizo dos pistas de aterrizaje para que llegase el Ejército y Carabineros a defender nuestro territorio y a cuidar esto, que es uno de los mayores tesoros de la humanidad. Para mí es un honor tener ese gen extraño que tenía mi bisabuelo y hacer cosas un poco más atípicas".