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Colegio Hugo Pino Vilches, en la Región Metropolitana:

En esta escuela de Paine se trabaja en equipo para rescatar la historia

lunes, 25 de marzo de 2019

Margherita Cordano F.
Educación
El Mercurio

Una casona de 1861 que alguna vez sirvió como su sede, pero que el terremoto de 2010 dejo inutilizada, fue convertida por padres, niños y profesores en un museo educacional que muestra cómo ha cambiado la sociedad con el paso del tiempo.



A principios de 2016, la comunidad de la Escuela Hugo Pino Vilches de Paine se congregó en la primera sede del establecimiento -una casona de 1861 ubicada en el mismo terreno en el que se construyó su actual edificio-, todos premunidos con escobas, brochas, tarros de pintura y bolsas de basura. La idea era revivir esta construcción vecina al colegio, abandonada en 2005 y que en 2010 sufrió los estragos del terremoto: paredes rotas y escombros por todas partes fueron algunas de las tareas que más de 100 alumnos, apoderados y profesores se propusieron resolver.

A tres años de ese arduo trabajo, la casona hoy está convertida en museo. Mientras que muñecas de porcelana y fotos de mayordomos dan cuenta del rol de hogar que cumplió hasta 1968, ábacos y registros de matrícula son la prueba de su posterior transformación en colegio.

"Cada pieza está decorada con un motivo; algunas con cosas de colegio y algunas con cosas de casa. Está la sala donde dormían los niños, una donde estaban los directores y una que muestra cómo se enseñaba antes", explica Vicente Salinas, alumno de 6° básico y miembro del Taller de Museo que realiza el establecimiento. En esas clases, Vicente aprendió que en el siglo 20 eran comunes los pupitres de madera, las pizarras de tiza y hasta las varillas para golpear a los niños que no cumplían las reglas.

"Hay una que es un palo con agujeros. Y eso era para pegar más fuerte, porque el aire no paraba el golpe", agrega Colomba Yelpi, alumna de 8° básico.

"Durante la restauración de la casona nos dimos cuenta de que teníamos piezas históricas significativas, así que decidimos empezar a trabajarlas pedagógicamente", explica Fabián Santibáñez, profesor de Historia y una de las personas que vieron en la reconstrucción una oportunidad de enseñar con creatividad.

A través del museo, los estudiantes de este colegio municipal -con 440 niños de prekínder a 8° básico y un índice de vulnerabilidad de 79%- no solo han ido aprendiendo historia, sino que han podido mejorar su forma de comunicarse gracias a la creación de minidocumentales en los que relatan lo que ocurre en cada habitación de la casona. También ha mejorado su inglés, porque tras la decisión de abrir el museo a todos los interesados, han recibido a extranjeros con ganas de conocer acerca de las antiguas costumbres de la zona. Muchos llegan después de tours por las viñas de los alrededores.

Objetos familiares

El entusiasmo de los niños por este nuevo proyecto también se vio reflejado en sus resultados académicos. En el Simce del año 2016, los alumnos de 4° básico tuvieron un aumento de 16 puntos en Matemática y de 23 en Lenguaje, en comparación con la medición anterior.

Estos logros de la Escuela Hugo Pino Vilches llevaron a que fuera seleccionado para formar parte de la Red de Escuelas Líderes, una iniciativa que impulsan Fundación Minera Escondida, Fundación Educacional Arauco, Fundación Educacional Oportunidad, Fundación Chile y "El Mercurio". Su objetivo es reunir a colegios de contextos vulnerables que destacan por atreverse a educar a través de propuestas pedagógicas innovadoras.

Aunque para restaurar y mantener el museo contaron con apoyo de la municipalidad y de privados -entre ellos, una de las viñas cercanas-, en el establecimiento destacan la labor de los apoderados, quienes han ayudado a llenar de objetos el museo a través de sus propias contribuciones. "Algunos trajeron álbumes de fotos de los años 50 y otros, vestimenta de época. Todas estas donaciones son muy preciadas, porque nacen del cariño y la confianza", explica Fabián Santibáñez. Mientras habla, recorre la pieza que recrea una habitación de principios del siglo 20. La lámpara, las vasijas y hasta la maleta que descansa en el suelo fueron regalos de papás y abuelos.

A medida que avanzan por la casona de tres pisos, el profesor y algunos niños del Taller de Museo se detienen para explicar qué representa cada salón. El que más le gusta a Amelia Zúñiga, de 6° básico, es el de las tertulias. "Es donde antiguamente se recibía a la gente", explica.

Por eso está decorado con una mesa que tiene "un delicado juego de té", agrega.

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