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Goleó por 5-0 a Palestino en Viña del Mar:

Universidad Católica se acostumbra a los títulos y se queda con la Supercopa

domingo, 24 de marzo de 2019

Martín Browne Enviado especial a Viña del Mar
Deportes
El Mercurio

Con una actuación brillante, los cruzados sumaron la primera corona bajo la tutela de Gustavo Quinteros. El equipo se enfoca en la Libertadores y el torneo local.



"D ale campeón, dale campeón". El grito se escucha cada vez más seguido en Universidad Católica. Ayer no fue la excepción: hinchas, jugadores, cuerpo técnico y dirigentes gritaron a todo pulmón la obtención de la Supercopa en Viña del Mar. Otro título para el conjunto de la franja, que sigue haciendo olvidar las viejas etiquetas. Y de la mejor forma: levantando copas y con una aplastante goleada.

Los dirigidos de Gustavo Quinteros se impusieron 5 a 0 a Palestino en el estadio Sausalito, en un encuentro que dominaron cómodamente. Solo hubo nervios y errores al principio, pero Matías Dituro estuvo sólido para atajar dos mano a mano de Roberto Gutiérrez y un tiro a quemarropa de Luis Jiménez. La seguridad del portero se traspasó a los jugadores cruzados, que no tardaron en tomar el control del partido y sacar ventaja con un tanto de Benjamín Kuscevic, luego de un rebote que cedió Ignacio González.

Con ese impulso, la UC sacó su mejor versión y los rendimientos individuales llegaron a tope. César Pinares, una de las figuras de este equipo, convirtió un tiro libre inatajable desde el borde del área, haciendo que la suplencia de Diego Buonanotte, uno de los referentes del plantel, no llame la atención.

En el complemento, un desconcertado y golpeado Palestino desapareció, y Sebastián Sáez convirtió el tercero, de cabeza. Así se acabó el encuentro: el resto del segundo tiempo fue un trámite y se convirtió en la espera para ver a la UC dando la vuelta, algo que se hace cada vez más habitual. El juvenil Diego Valencia puso el cuarto, a minutos del final, y al poco rato Buonanotte anotó el quinto con un golazo, dejando en claro que su equipo está para cosas grandes y con un nivel superior al que se acostumbra ver en el fútbol chileno.

Los viejos motes y chistes que le hacían al conjunto cruzado dejaron de tener sentido. Es marzo y la UC ya levantó una copa. Un trofeo de poca tradición, pero que significa mucho: la confirmación de una década en que ver a un jugador con la franja y una medalla es ya una constante.

La Libertadores y el torneo nacional son los próximos desafíos de un equipo que ya no carga una mochila ni siente presión. Por eso, la afición cruzada tiene motivos de sobra para ilusionarse.

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