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Posgrados para chilennials

sábado, 23 de marzo de 2019

Por Nicolás Lazo, Ilustración Francisco Javier Olea
Reportaje
El Mercurio

En cinco años, los millennials serán la principal fuerza laboral en el mundo y se están preparando para asumir el liderazgo. Durante la última década han repletado los posgrados y diplomados en Chile, demostrando inquietudes diferentes a las de la generación que los precedió. ¿Qué buscan? ¿Dónde buscan? Y sobre todo: ¿por qué?



Macarena Mallea (28 años, licenciada y magíster en Literatura) no está dispuesta a sentir ansiedad. Aunque en algún momento de su vida quisiera dedicarse a la docencia e investigación universitarias, sabe que es muy difícil abrirse paso en el mundo académico, más aún en la disciplina que escogió. Mientras, trabaja en una librería de Providencia y cursa el doctorado en Literatura, mención en Literatura Chilena e Hispanoamericana, que imparte la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, pues de todas formas ha decidido insistir en esa línea.

-No sé si es en respuesta al contexto de hoy, pero sí es una manera de cultivar una disciplina diferente que, de algún modo, es inútil -sostiene, haciendo una pausa en su turno de la librería-. Creo que va por ese lado: hacer caso a los gustos propios y no a esta máquina económica que está rodando.

Un caso distinto es el de Eduardo Ganem, ingeniero civil industrial de la Universidad Diego Portales y estudiante de segundo año del Master of Business Administration (MBA) de la Pontificia Universidad Católica. A sus 34 años advierte que para postular a altos cargos corporativos, como gerencias o subgerencias, la mayoría de las empresas pide un posgrado o una especialización. "Se trataba de una herramienta necesaria para no detener mi futuro laboral", explica un martes por la noche, de regreso a su departamento tras asistir a clases.

Por su parte, a medio camino entre la curiosidad de Mallea y el pragmatismo de Ganem, Sebastián Zúñiga (30 años, ingeniero civil electrónico y magíster en Ciencias de la Ingeniería Electrónica) optó por explorar un área que, gracias a las condiciones geográficas de Chile y a una creciente inversión en tecnología, tiene un potencial inmejorable para el desarrollo científico nacional: oriundo de Coquimbo, Zúñiga hoy es candidato a doctor en Astrofísica por la Universidad de Valparaíso. A esta disciplina, cuenta, pretende aportar sus conocimientos como ingeniero para mejorar los instrumentos que se usan en la observación del universo.

Esa idea, la de cruzar fronteras profesionales para contribuir al desarrollo colectivo, también la tuvo la abogada Andrea Medina, de 32 años. Paralelamente a su trabajo en el Servicio Evangélico Migrante y en una oficina privada, el año pasado se interesó en el diplomado en Gestión de Cooperativas y Economía Social y Solidaria, dictado por la Facultad de Administración y Economía de la Universidad de Santiago. El objetivo era profundizar su conocimiento sobre el emprendimiento social y, de paso, diseñar e implementar un modelo de mediación para ser aplicado al interior de cooperativas.

Los caminos que han tomado Mallea, Ganem, Zúñiga y Medina representan apenas una muestra del enorme crecimiento y diversificación de la oferta de posgrados y postítulos en el país. Son reflejo, además, de las inquietudes de una generación -la que creció durante las últimas dos décadas del milenio y hoy tiene entre 24 y 34 años-, en cuya concepción de mundo está incorporada la importancia de la especialización académica, tanto para asegurar su competitividad en el mercado laboral como para satisfacer sus múltiples intereses.

-Es una generación con altas expectativas de sí misma, que espera alcanzar grados de especialización más altos que los de la generación anterior -señala Mauricio Salgado, académico y director de la Escuela de Sociología de la Universidad Andrés Bello-. Tienen confianza en sus capacidades y, además, en Chile están mejor informados que los millennials del resto de América Latina respecto al mercado laboral.

En la actualidad, los millennials chilenos -o chilennials - han manifestado una tendencia ascendente al estudio de posgrados y postítulos. De acuerdo con datos de la División de Educación Superior del Ministerio de Educación (Mineduc), entre 2009 y 2018 las matrículas en programas de magíster y doctorado aumentaron de 28.357 a 46.820. El salto más notorio, no obstante, lo dieron los inscritos en diplomados de un semestre o más de duración: de 5.790 a 17.158 en el mismo período, lo que equivale a un aumento del 196,3 por ciento de los alumnos que siguen algún programa de educación continua.

Lo anterior también implica la creación de ofertas que intentan cubrir nuevas inquietudes, como ocurre con el postítulo y el magíster en Coaching Ontológico de la Facultad de Psicología de la Universidad San Sebastián, orientados al estudio del lenguaje como instrumento central en el liderazgo social y empresarial. La oferta también se ha adaptado al avance de internet, un fenómeno que la generación millennial ha conocido de cerca: así, por ejemplo, la Universidad Finis Terrae dicta cursos de postítulo sobre manejo de redes sociales, estrategias de marketing digital y reputación digital corporativa.

En otros casos, como en el magíster en Estudios de Género y Cultura de la Universidad de Chile, la propia coyuntura ha hecho más visibles los temas que aborda el programa, que encuentra un respaldo en la importancia que da el segmento millennial a las reivindicaciones feministas y de las disidencias sexuales.

-En una primera etapa, buscan mejorar las competencias en su ámbito de trabajo y especializarse mucho más en lo que estudiaron, pero luego tienen ganas de aprender otras cosas que no están directamente relacionadas con su tema laboral -señala Susana Cáceres, autora del libro Generación Y a la chilena (2018)-. No quieren necesariamente estar toda la vida haciendo lo mismo.

Aunque abundan ejemplos del estudio por gusto, aún predominan los posgrados y postítulos que ofrecen perfeccionamiento en una materia académica o profesional específica.

-Los millennials llevan dos años trabajando y ya están en un diplomado, y dos años después están pensando en el magíster -agrega Cáceres-. Saben que, como están todos en la misma, eso los va a diferenciar. Tienen claro que son más competitivos si tienen más estudios.

Precisamente, la clave parece estar en la diferenciación, pero también en la capacidad de vincularse con otros estudiantes. Apenas se le presentó la oportunidad, Eduardo Ganem se fue de intercambio durante tres meses a la Universidad de Carolina del Norte, en Estados Unidos, en el marco de su MBA de la Universidad Católica. Sabe que, además de un determinado plan de estudios, un posgrado es sobre todo eso: redes de contacto.

Que no quieren seguir demasiadas reglas. Que no respetan las jerarquías. Que aspiran a ser jefes lo antes posible. De los millennials se dicen muchas cosas, pero principalmente una: que no tienen entre sus planes ser empleados toda la vida.

Para los expertos, esa voluntad de autonomía aparece todavía con más fuerza en el área de los negocios, donde existe una alta competencia por el ascenso individual.

-Esta generación no se ve teniendo un jefe encima, sino que con su propio negocio, incluso con uno que no tenga nada que ver con su profesión -comenta Susana Cáceres a partir de las entrevistas que hizo para su investigación-. Los millennials que trabajan en el mundo operativo también se ven en cinco años más con un emprendimiento.

Esto explica, por ejemplo, la alta convocatoria que reúnen anualmente programas como el MBA de la Universidad del Desarrollo, el magíster en Dirección de Empresas de la Universidad Diego Portales o el diplomado y el magíster en Innovación de la Universidad Católica. Según el Mineduc, cerca de un cuarto de los magísteres elegidos pertenece al área de administración y negocios.

Sin embargo, no hay consenso sobre si el impulso emprendedor es mayoritario en la generación millennial local. Un estudio de la consultora GfK, titulado "Chilennials: rompiendo mitos", expone que "el emprendimiento hoy ha perdido fuerza en el ideal de los chilennials y lo ha ido ganando en los mayores", dado que en los jóvenes aún prevalece una expectativa práctica sobre el empleo, basada en la obtención de un sueldo fijo.

-En un país como el nuestro, de clase media y clase media baja, la relación con el trabajo es súper funcional, concreta -confirma Catalina Correia, de GfK-. También hay estudios que dicen que un millennial prefiere estar contratado antes que tener un trabajo independiente.

Por eso, Eduardo Ganem se lo toma con cautela. Le gustaría emprender, pero aún no sabe en qué. Mientras tanto, su cargo como jefe de Compras en la Clínica Alemana le otorga la estabilidad económica que necesita. Nunca tomaría una decisión precipitada. Nunca iniciaría un emprendimiento sin antes considerar todas las variables.

Por cierto, nunca ha viajado al sudeste asiático.

Para Sebastián Zúñiga, candidato a doctor en Astrofísica, la sociedad del conocimiento no forma parte de un discurso de moda, sino que es su realidad cotidiana. Producto de su interés combinado por la ingeniería y la astronomía, trabaja junto con el Observatorio Europeo Austral (ESO, por su sigla en inglés) en la implementación y perfeccionamiento de Naomi, un sistema de espejos que mide las perturbaciones de la atmósfera y las corrige en tiempo real para un mejor registro de los telescopios del Observatorio Paranal, en Antofagasta.

-Dar el paso a hacer un doctorado tiene que ver a la vez con un interés científico y académico -dice al teléfono desde la V Región, donde se ubica la sede de su facultad-. Hice algunas ayudantías en el transcurso de mi carrera y el ejercicio de enseñar es algo que espero poder lograr algún día.

Eso sí, admite que la carrera de un científico en Chile casi siempre está asociada a una precariedad material de la que resulta difícil escapar.

-Si hablamos en términos estrictamente económicos, quizá ahora estaría ganando más plata como ingeniero que como estudiante de doctorado -reconoce-. Pero el posgrado te abre otro tipo de puertas, como las colaboraciones en el extranjero.

Con todo, Zúñiga cree que ha tenido suerte, puesto que, en el momento de optar por la astrofísica, "no tenía ningún apuro económico ni nadie que dependiera de mí, y eso también pesa a la hora de tomar una decisión".

-Esta generación se está casando y teniendo hijos más tarde, precisamente por haberse autoimpuesto metas muy altas en términos personales -explica el sociólogo Mauricio Salgado-. Eso se traduce en una preferencia por consolidar su trayectoria profesional y académica.

Un aspecto en el que sí parecen coincidir los estudios sobre los chilennials , así como sobre sus contemporáneos del resto del mundo, apunta a que este segmento de la población tiene como propósito desempeñarse en empleos que les hagan sentido y tengan un trasfondo social. Eso explica la demanda por posgrados de carácter ecológico -como el diplomado en Cambio Climático y Desarrollo Bajo en Carbono de la Universidad de Chile, o el magíster en Desarrollo a Escala Humana y Economía Ecológica de la Universidad Austral- o bien orientados a enfrentar desafíos globales cada vez más presentes, como lo hace el magíster en Kinesiología Gerontológica de la Universidad Mayor, que busca resolver problemas relacionados con el creciente envejecimiento poblacional.

Fue buscando un programa con un valor agregado que Andrea Medina llegó al diplomado en Gestión de Cooperativas y Economía Social y Solidaria, cuyo número de postulaciones se ha duplicado entre 2014 y 2019. De esa experiencia destaca el énfasis en el concepto de asociatividad, fundamental tanto en el cooperativismo de antaño como en la economía actual basada en aplicaciones digitales, y el encuentro entre su generación y la de los trabajadores de cooperativas de los años 70 y 80.

-Nos falta un reconocimiento histórico hacia las generaciones que ya tienen una trayectoria en la lucha por la economía social -afirma, pocos meses después de terminar el diplomado-. Quiero que eso no se pierda, aunque no veo mucho interés en mi generación.

Durante 2019, los millennials conformarán el 50 por ciento de la fuerza laboral en el mundo y en 2025 esa cifra aumentará al 75 por ciento, según proyecciones de la consultora estadounidense IDC. Ante la inminencia de una realidad que en el corto plazo será liderada por la generación del fin del milenio, Medina tiene sus propias expectativas.

-Lo que esperaría es que la nuestra fuera una generación con un liderazgo diferente al que nos encontramos cuando salimos a trabajar, que fuera más preocupada por las personas en términos integrales -manifiesta.

En el panorama de Macarena Mallea, en tanto, no hay espacio para el estigma según el cual los millennials evitan el compromiso.

-Creo que el compromiso va avanzando hacia las causas colectivas. Hay un valor que me parece mucho más importante que el compromiso con las instituciones académicas y laborales, que es el compromiso con las causas sociales.

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