Complejidad del proceso y evitar revictimización explicarían baja cantidad de denuncias contra acoso callejero
jueves, 14 de marzo de 2019
Gianluca Parrini
Nacional
El Mercurio
Alcaldes Jadue y Lavín aseguran que existe un "cambio cultural", mientras que observatorios feministas apuntan a "malas herramientas" para denunciar.
Es martes por la tarde afuera de una construcción en Las Condes, y en la faena solo se escuchan bromas entre los obreros. Pero de piropos, nada, más allá de una u otra mirada osada hacia alguna mujer que pasa cerca de la obra. Fuera de ella, un cartel municipal en una pared reza: "Estamos en contra del acoso callejero". "Tenemos tolerancia cero a los piropos", dice Óscar Flores, ingeniero a cargo de una obra en avenida Colón. Agrega que se les hacen charlas semanales a los trabajadores donde se les recuerda "mantener el vocabulario con la gente de la vereda y en la calle". Esa comuna es una de las cuatro de la Región Metropolitana que durante 2018 implementaron ordenanzas que sancionan el acoso callejero. Se le suman Recoleta, Macul y Cerro Navia. Estas ordenanzas no solo incluyen piropos, sino insinuaciones, captación de videos, abordaje intimidante y exhibicionismo. Esas acciones son castigadas con multas que cursa el juzgado de policía local respectivo y van entre las 2 y 5 UTM. Resultados Hasta ahora, en Las Condes se han registrado cuatro multas por acoso sexual callejero, de 14 denuncias. De ellas, cinco fueron absueltas y el resto archivadas o están aún en proceso. Una que quedó sin sanción fue un comentario explícito sobre el cuerpo de una mujer. En este ejemplo, la denunciante no se presentó al juzgado, y no hubo pruebas del caso. Por otro lado, en Cerro Navia solo se registra una multa a dos sujetos que acosaron a una joven de 30 años. "Mijita rica, va tan solita, cosita", dijeron según el parte, que aún está en proceso administrativo. Mientras, en Recoleta, la primera comuna en incorporar una normativa de este tipo, se registraron dos denuncias, pero ninguna derivó en multa: en una ocasión no se acreditaron pruebas suficientes y en otra la denunciante no se presentó. Contactado el municipio de Macul, no entregó información. Umbral de violencia A pesar de que el acoso sigue existiendo en las calles de la capital -este lunes se captó a un sujeto masturbándose frente a un auto en Providencia-, las cifras de denuncias son bajas y, por lo general, las víctimas deciden no presentarse a una segunda instancia. El alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín, dice que las denuncias en seguridad ciudadana han bajado y que esto tiene relación con un "cambio cultural", pero igualmente reconoce que hay falta de pruebas y que denunciantes "no asisten al juzgado porque quieren dejar el tema atrás". Su par de Recoleta, Daniel Jadue, también menciona el cambio cultural, pero no solo debido a la ordenanza, sino que a diversas campañas sobre el tema hechas en la comuna. Tatiana Hernández, investigadora del Observatorio de Género y Equidad, califica como entusiasta la postura de los alcaldes Lavín y Jadue, ya que los cambios culturales "toman mucho tiempo". Y detalla factores para explicar las posibles razones para la baja cantidad de denuncias: desconocimiento de las normas, que algunas mujeres sigan naturalizando el acoso callejero y "que (los acosadores) saben que está regulado en ese espacio, y se exponen a tener que pagar una multa". En tanto, la directora del Observatorio Contra el Acoso Chile, María José Guerrero, apunta a lo difícil que es probar estas denuncias, además de que "el umbral de violencia que han recibido las víctimas es muy alto" y que muchas personas afectadas prefieren evitar la revictimización. Y añade que las denuncias se mantienen acotadas en número "al haber malas herramientas para denunciar. Es como cuando te roban un teléfono en la calle. ¿Para qué denunciar si jamás van a tomar preso al tipo?".
