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Nueva publicación Recuerdos de escritores

Juan Cameron, detective indiscreto

domingo, 03 de marzo de 2019

Pedro Pablo Guerrero
Revista de Libros
El Mercurio

En su volumen Crónicas sobre poetas & fabuladores , el escritor porteño revela insólitos entretelones del mundo literario y especula sobre los alcances de la suplantación.



C rónicas sobre poetas & fabuladores , el nuevo libro de Juan Cameron, ofrece un memorable conjunto de anécdotas recolectadas en las bambalinas de congresos y recitales, pero también en bares, tertulias y redacciones periodísticas. Las historias configuran un chismoso fresco de la picaresca literaria, que bien podría formar parte del volumen Arresten al santiaguino! (2018), de Mario Verdugo, esa entrañable galería de escritores de segunda fila que hicieron de sus excéntricas vidas su mejor obra.

A esta farándula de la medianía pertenece la segunda crónica del libro escrito por Cameron, "Un poeta de envergadura", retrato esperpéntico de un autor español -viejo aspirante al Nobel- que deambula por encuentros internacionales de escritores reclamando a sus anfitriones porque lo hacen viajar en clase turista y lo alojan en hoteles modestos que no se condicen con su pretendida alcurnia.

En "Samadhy y otra poeta secreta", Cameron emprende una pesquisa que le permite descubrir a un olvidado vate chileno -antologado en Selva lírica (1917)- mientras sigue las huellas de una autora porteña no menos desconocida. Tras el seudónimo de Allan Samadhy se oculta Higinio Espíndola Molina, un general de brigada que combatió en la Guerra Civil de 1891, murió a los 51 años, y fue publicado en Hamburgo, el año 1928, en un volumen con prólogo de "Y.P.S."; es decir, Yolando Pino Saavedra, según deduce Cameron, un lector atento, al que no se le escapa detalle, tal como lo confirma en otra crónica ("El cuerno emplumado"), donde ventila un lío de faldas entre un conocido poeta chileno y otro mexicano.

Cameron es un detective indiscreto, testigo de las facetas menos luminosas de sus compañeros de oficio, con quienes le ha tocado compartir escenario en recitales que se convierten en batallas campales de egos. Reveladora es la semblanza que hace de Yevtushenko como acosador de mujeres, tras realizar un equilibrado balance de sus méritos poéticos ("Yevtushenko y los hinchapelotas"). Implacable se muestra, en cambio, con el mexicano Alberto Blanco, demostrando mediante citas que su fama se levanta sobre una sospechosa montaña de recomendaciones superlativas ("Sostiene Pacheco").

Con este mismo ánimo desmitificador deja en evidencia las sobreinterpretaciones practicadas en la obra de su amigo Juan Luis Martínez, a quien evoca en su prehistoria de colérico viñamarino, a fines de los 50 ("Nuevas imprecisiones sobre Juan Luis Martínez"). Buena parte de estos yerros de la crítica se debe a pistas falsas sembradas por el propio autor de La nueva novela . "Martínez era, antes que nada, un fenomenal bromista. Se reía de las pretensiones intelectuales, se reía justamente de esto que está ocurriendo en torno a su obra", escribe Cameron.

Aclaraciones como esta, convincentemente argumentadas, hacen que su libro Crónicas sobre poetas & fabuladores sea mucho más que una colección de anécdotas. A partir de recuerdos personales, Cameron efectúa lecturas sutiles y lúcidas de sus contemporáneos: de Rubén Jacob a Omar Lara y Elvira Hernández. Conmovedor es el perfil de Floridor Pérez y la visita que le hizo durante su relegación en Combarbalá ("Con lágrimas en los anteojos"), donde jugó un papel clave en el verso final de "La partida inconclusa", luego incluido en el libro Cartas de prisionero , de Pérez.

"Rolando Cárdenas y su tránsito breve" es uno de los textos más personales el volumen. Cameron recuerda los últimos días del vate patagónico, hallado muerto en su departamento de calle Teatinos, después de enviudar de Nana, su compañera durante 16 años. "Se dejó morir, sencillamente, cuando se reencontró con la soledad definitiva", anota. Además de verse con frecuencia en La Unión Chica, de Santiago, Cárdenas lo había visitado en 1979, en su casa de Pedegua (Petorca), donde el autor vivía junto a su familia. "A comienzos de febrero de ese año -escribe Cameron - apareció una mañana, junto a Nana, con una caja con mercaderías. Me emocioné. Hacía mucho que no recibía alguna ayuda y las cosas empeoraban en casa. A los riesgos de enfermedades mis niños crecían sin mucha esperanza. Me veía anclado a la tierra a causa de la situación y el alcoholismo comenzaba a capturarme". Fue una visita providencial. El relato, sin embargo, termina con una infidencia tragicómica.

Cameron se resiste a la nostalgia y al sentimentalismo. Hasta en sus textos de homenaje caben la ironía, el doble sentido o derechamente la pulla. Pero lo que más resalta en sus historias es la importancia que adquiere la suplantación. Por él nos enteramos de que el poeta porteño Sergio Badilla Castillo tuvo un hermano alcohólico de nombre Luis, el Tío Lucho (1946-2009), profesor normalista que adquirió cierta fama entre la bohemia por su "Epístola a los Romanos", título salido del bar Roma, donde pasaba los días. Según Cameron, su verdadero autor, sin embargo, habría sido Sergio, quien ayudaba a su hermano ofreciéndole una cantidad de dinero por cada texto que escribiera. Ante la imposibilidad de cumplir el encargo, Sergio terminó haciendo sus versos.

Otro poeta de Valparaíso, Enrique Moro, seudónimo de Arturo Enrique Vega Bravo -nieto de Arturo Moya Grau-, es un fabulador tan eximio que incluso se atrevió a contar, en un restaurante, una anécdota de Cameron donde se atribuía el rol de testigo presencial. "Sorprendido y cómplice, un tanto triste por haber sido desplazado de mi realidad, no tuve agallas para delatarlo", recuerda Cameron.

La última crónica del libro es también sobre un poeta casi secreto que vive en Suecia: Jesús Ortega Heller. Formado en la Escuela de Bellas Artes de Santiago, fue gran amigo de Enrique Lihn y se hizo conocido -como señala Jorge Edwards en La casa de Dostoievsky (2008)- por falsificar cuadros de un artista del siglo XIX que nunca existió. "Es decir, Ortega se ganaba la vida falsificando a un pintor inventado por él mismo", resume Cameron.

"Todo escritor es en sí un mentiroso", dice el autor en su crónica "Poetas y fabuladores", donde aborda los casos de Enrique Moro, los hermanos Badilla y un misterioso escritor chileno entrevistado por Cameron en Suecia, que, tal vez, solo existe en su imaginación.

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